REBAR | BUENOS DÍAS
Isabel II es un ama de casa desesperada. Deambula por los amplios pasillos del Palacio de Buckingham arrancándose los cabellos (para la casa, no usa sombrero) en una expresión de angustia derivada de la afligente situación por la que viene atravesando en los últimos meses.
Fue estallar la burbuja inmobiliaria, y comenzó a desinflarse su amado Felipe: con una lesión en la espalda -ocasionada al practicar uno de sus pasatiempos favoritos, cual es el de conducir un carro tirado por caballlos (¿parodia de Ben Hur?)- agravada por un progresivo encorvamiento provocado por el peso de tantas medallas, plaquetita, cadenas y tapitas de Coca-Cola, que la han convertido el tórax en una vitrina de trofeos... el otrora apuesto Duque de Edinburgo siente a fondo sus 87 años. Fiel seguidor de la soberana, me recuerda al guitarrista de Tania (que la acompañaba a todas partes). Está como yo: no puede estar parado por mucho tiempo; y debe quedarse sentado observando a su augusta esposa, que capaz de mantenerse de pie por las horas que sean, opta por permanecer sentada en el trono... una costumbre que conserva desde 1952. El caso -triste, por cierto- es que Felipe se aleja cada día más de sus pelotas de polo; y se ha despedido de sus nobles equinos, en una ceremonia donde se mezclaron los principescos sollozos con los lúgubres relinchos de sus viejos amigos.
Salud tan quebrantada, ha hecho pensar a la monarca en una posible abdicación para dedicarse por entero al cuidado de Felipe, que si cuando sano se aburría como portero de museo, en las actuales condiciones verá complicarse su hastío.
Pero, el drama de Isabel no se detiene allí: sus reveses financieros aumentan tanto como, en ciclos felices, aumentaban los adornos florales en sus protectores craneanos. Debido a la crisis financiera internacional, y al depreciarse sus acciones en la Bolsa de Londres, la reina ha perdido 37 millones de libras esterlinas (58, en dólares); además, ha visto afectado el rubro de 10 millones de dólares anuales de que dispone para "chivear" en visitas oficiales, que incluyen traslados en trenes y aviones, no así en bicicletas. Acaba de darle un tirón de orejas -menudo esfuerzo debió hacer para arrancar con ambos pabellones- a la malquerida: Camila Parker está gastando en peluquería 8.000 dólares semanales, para mantener su cabello y quedar linda como una duquesa (difícil, dijo la prensa). En cuanto a Carlos.... de él hay mucho que decir, y se los contaré el próximo jueves. No se pierdan el nuevo capítulo de "El eterno heredero". Una historia de intrigas palaciegas, traiciones, ilusiones postergadas, sueños recauchutados, odio, pasión... y caramelos de guaco.