Desasosiegos de un amor neurótico

| El veterano humoista neoyorkino se resevó un papel secundario en su nueva película como director

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Guillermo Zapiola

Es como encontrarse con un viejo amigo. Hoy se estrena La vida y todo lo demás, el más reciente trabajo de Woody Allen, en el que actúan Jason Biggs, Christina Ricci, Stockard Channing, Danny De Vito y el propio director y libretista.

La idea disparadora es la de que en el mundo real, a diferencia de lo que ocurre en el cine, el amor a primera vista no siempre funciona. El protagonista Biggs, de fama previa por la serie American Pie, conoce a la hermosa y frívola Ricci, queda deslumbrado por ella y a partir de ahí todo comienza a ir cuesta abajo en su vida. La actriz define a su personaje como "muy seductora y muy buena jugando a ser todo lo que un hombre podría desear, pero básicamente es una niña, incapaz de querer a alguien, incluyendo a sí misma. Es emocionalmente inmadura, pero prefiere decir que tiene ‘un problema con el compromiso’ porque suena mucho más maduro".

"Realmente es una novia de pesadilla", agrega Ricci, y Biggs está de acuerdo. Sin embargo, el joven actor añade que también su personaje tiene sus falencias. "Es un pusilánime", explica, "demasiado compasivo con Amanda y sus peculiaridades, como su infidelidad y sus problemas con el compromiso. Le cuesta finalizar relaciones que necesita terminar por su propio bien. Supongo que en cierta forma es muy generoso, pone a los demás por delante de sí mismo".

Woody Allen, que se ha reservado un papel secundario en el film (el de un neurótico veterano cuyos contradictorios consejos le complican aún más la vida a Biggs en lugar de ayudarlo), quiso desde el principio al intérprete de American pie para encarnar al protagonista masculino. Lo había visto en una de sus primeras películas, y le gustó de inmediato. "Tiene mucho talento", asegura Woody.

Para el joven actor fue toda una sorpresa, y no terminaba de convencerse de que Allen lo había elegido a él. Fue convocado a una reunión con el director que duró apenas cinco minutos y en la que ni siquiera fue invitado a sentarse. Se quedaron parados en la puerta de la oficina de Allen y éste comenzó a explicarle a Biggs el argumento, como si el papel ya fuera suyo. Cuando Biggs se fue de la oficina todavía se preguntaba; "Pero, ¿tengo el papel?". Se lo siguió preguntando todavía en la segunda semana de rodaje.

Woody reconoce que se divirtió tomándole el pelo a Biggs durante la filmación. El joven actor señala por su parte que Allen puede ser cruelmente sincero: "Te dice exactamente lo que piensa de tu interpretación, y no siempre envuelve su crítica en un bonito envoltorio para suavizarla. Algunas veces sus comentarios sin irónicos, y a veces desearías que lo hubieran sido. Pero es bastante divertido, y prefiero tener un director que me diga que le he aburrido hasta dormirse con mi interpretación en una escena que uno que me diga que está bien y luego la arregle o la corte para poder utilizarla".

Como es habitual en el cine de Allen, La vida y todo lo demás fue rodada en la ciudad de Nueva York y alrededores, en decorados creados por el diseñador de producción Santo Loquasto, viejo colaborador del director. Woody se ha manifestado particularmente satisfecho por el aporte de algunos de sus intérpretes secundarios, en particular Stockard Channing y Danny De Vito, a los que sostiene que no tiene que dirigir: "Simplemente los dejo hacer, y ellos me hacen quedar bien".

Autobiografía en proyecto

Hace algunos meses, Woody hizo circular en la Feria de Francfort un proyecto de once páginas en el que se describían algunas características de su autobiogrrafía, y estableció también las condiciones bajo las cuales lo escribiría: una suma que considera "adecuada", y que la editorial Penguin Books estimó en 2.7 millones de dólares (esa fue la suma que ofreció).

Todo indica que Allen se encuentra en una etapa de su vida en la que desea afirmar su posición financiera. Tiene setenta y un años y un niño pequeño nacido de su relación con Soon-Yi, puso en venta su departamento de Manhattan por 27 millones de dólares y cambió de agente. Quienes han leído el proyecto del libro han señalado que los capítulos más atractivos son los que tienen que ver con Mía Farrow y el ‘affaire’ Soon-Yi. En la versión de Allen, Soon-Yi sufría tanto con Farrow que pensaba volver a Corea, donde había vivido en un orfanato y sobrevivido hurgando en los cubos de basura. Farrow ya ha contado su propia versión del asunto, en un libro autobiográfico por el que recibió tres millones de dólares pero que no se vendió muy bien.

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