eduardo roland
"El que venga a nuestro concierto a buscar jazz no lo va a encontrar". Esta frase aseverativa del músico cubano Rubén Pérez Matamoros se volvió cortante al ser dicha en la conferencia de prensa que anunciaba la cuarta fecha del Jazz Tour que será protagonizada por el Septeto Matamoros, una agrupación que cultiva la mejor tradición del son cubano, el danzón y otras formas populares afrocaribeñas.
Y efectivamente, hay que darle la razón al percusionista y productor del septeto que el próximo sábado actuará en el Ballroom del Hotel Radisson, porque a la vez de ser objetivo (no hacen jazz) resulta buena cosa que de vez en cuando la autenticidad desplace al marketing. Pero además, no será esta la primera vez que en este notable ciclo titulado "Jazz Tour" se presenta una propuesta que poco tiene que ver con el jazz en sentido estricto. Por ejemplo, el show en solitario que el año pasado brindó el percusionista brasileño Naná Vasconcelos fue una experiencia única, que nada tuvo que ver con el jazz.
TRADICION. En el propio sustantivo del nombre que identifica al grupo (Matamoros), está la clave de la música que practican estos cubanos a los que sí se los puede asociar a la corriente de Buena Vista Social Club, con quien comparten una misma tradición cultural.
El apellido Matamoros es en el Caribe y América Central una marca registrada (como el apellido Lecuona), la seña de una dinastía musical cuyo patriarca fue Miguel Matamoros quien con 16 años, en 1910, dio a luz su primer éxito de una serie interminable: un bolero llamado El Consejo.
Dos de los integrantes de este septeto son bisnietos del legendario Miguel Matamoros, Rubén (que estuvo la semana pasada en Montevideo anunciando el concierto) y Emilio, ambos especialistas en percusión.
Este grupo "de tercera generación", entonces, es heredero directo del legado de la vasta producción cosechada por el Trío Oriental, el Trío Matamoros y luego el Conjunto Matamoros que tuvo diversas etapas por las que pasaron Compay Segundo, Beni Moore y Carlos Embale.
El propio Emilio Pérez Matamoros definió con claridad la intención artística del grupo, cuando el año pasado estuvo en Buenos Aires con gran éxito de público y prensa: "este grupo se formó en 1996 con la idea de continuar y defender la tradición, entregar lo mejor de la música cubana, la tradicional, la de siempre".
Claro que la riqueza de la música cubana es comparable con la de Brasil por su variedad; tan sólo repasando el repertorio que harán en Montevideo, uno comprueba que podrán escucharse boleros, sones, guarachas, habaneras, congas y danzones, entre otros géneros afines.
VIGENCIA. No cabe duda que el responsable del actual renacimiento de la música tradicional cubana fue el guitarrista estadounidense Ry Cooder, a través de su proyecto Buena Vista Social Club. A partir del disco y del notable documental del cineasta alemán Win Wenders el mundo occidental se enteró que además de muy buenos cantautores revolucionarios y de excelentes jazzistas exiliados existía una música autóctona cubana que había estado durante casi medio siglo en el baúl de los recuerdos.
A propósito, el contrabajista y director del Septeto, Yoedis 0’Connor, fue consultado por el diario argentino Ambito Financiero sobre qué pensaba sobre las críticas que el proyecto de Ry Cooder había provocado en la isla, a lo que el músico le contestó que "la inmensa mayoría lo consideró algo muy valioso, porque gracias a ello aparecieron artistas que ya estaban retirados, se conoció mundialmente a otros que estaban en actividad pero no podían difundir su música, y se hizo más conocida la música tradicional". Y terminó con un dato impactante: "fíjese que ahora hay en Cuba más de 1000 septetos y unos 600 tríos".
Por su parte, Mariano del Mazo de Clarín, definió muy bien la estética del Septeto Matamoros, reseñando el disco Nuestra herencia, reeditado en Buenos Aires hace dos años. Allí el crítico, refiriéndose a las letras, resalta "el clima pueblerino y la exaltación de anécdotas" provenientes de "pequeñas leyendas populares y anónimas" que se fueron puliendo con el formato canción a partir de los años 40.
Mientras que respecto al concepto musical del grupo, el cronista dice que "los arreglos del bajista Yoedis O’Connor buscan no desvirtuar los originales, pero el sonido está más cerca de las actuales orquestas que de la languidez de aquellos trovadores de las primeras décadas del siglo".
En fin, con las referencias dadas, seguramente quienes nunca hayan escuchado a este grupo cubano se habrán hecho una idea de lo que van a escuchar el próximo sábado en caso de asistir al concierto. Por último dos datos para evitar sorpresas: primero, que el "Septeto" tiene más de siete integrantes; y segundo, que las entradas valen 300 pesos.