Si cada generación tiene un rey de los rankings musicales, Paul Simon fue coronado dos veces, primero como icono del folk-rock en 1960, y luego de la `world music` en 1986, con "Graceland", su álbum que este mes cumple 25 años.
Todo empezó con la cinta del género musical sudafricano "township jive" que un amigo le hizo llegar a Simon cuando el compositor estaba encerrado en su casa de Long Island, deprimido por un segundo fracaso matrimonial y pensando en darle un nuevo giro a su carrera. Simon viajó a Sudáfrica, donde pasó semanas grabando con músicos locales, mientras se formaba un movimiento mundial contra el sistema de segregación racial conocido como apartheid.
Hasta que, en agosto de 1986, Simon impactó al mundo con lo que universalmente se considera su obra maestra como solista: Graceland. El disco, que incluye once eclécticos temas de pop autobiográfico, marcados por el R&B clásico, el zydeco de Luisiana y el rock chicano, aunados a los magníficos ritmos de África, catapultó a Simon nuevamente a la fama.
El disco se volvió la banda sonora de la vida de muchos en Estados Unidos, Europa y América Latina. Vendió 14 millones de copias, ganó premios Grammy como mejor álbum del año y mejor canción del año. Y no sólo convirtió en superestrellas a los miembros del grupo sudafricano Ladysmith Black Mambazo, sino que dio a la música africana una dimensión mundial.
Graceland se anticipó a los `mash-ups` actuales que combinan dos o más temas en una suerte de collage y, al aparecer en los albores de los discos compactos y la revolución de Internet, el videoclip de su primera canción The Boy in the Bubble adelantó el futuro con sus imágenes de alta tecnología. "Estos son los días de láseres en la selva", cantaba Simon. Y en cierto modo, Graceland fue el primer álbum del siglo XXI.
"Suena como si se hubiera hecho ayer", ha declarado el escritor Marc Eliot, cuya biografía de Simon salió el año pasado. "Si no hubiera hecho otra cosa que ese álbum, igual estaría en el panteón de los grandes".
Pero Simon, quien cumplirá 70 años en octubre, está entre los pocos artistas que tienen discos de éxito en varias décadas: desde finales de los años 1950 con su amigo Art Garfunkel hasta el aplaudido álbum de este año So Beautiful or So What.
En la década de 1970, Simon hizo un rock conmovedor y sentimental e incursionó en ritmos latinos y reggae. Y en los años 1980, cuando su nuevo trabajo era ampliamente ignorado, se arriesgó como pocos artistas lo hubieran hecho en un viaje en búsqueda de las raíces del rock en África, dijo Eliot.
Simon sin embargo, no consideraba a África como una fuente de influencia musical a la cual mirar con nostalgia. El artista se plegó a la creatividad que se vivía a mediados de los años 1980 en el continente y, al mismo tiempo, se sumó el difícil proceso de desafío del sistema político imperante, cinco años antes de que Nelson Mandela fuera liberado.
"Para mí, Graceland sigue siendo el álbum más grande jamás producido por un compositor foráneo que representa a la música de Sudáfrica", dijo Mabuse "Hotstix" Sipho, el músico sudafricano que llevó a Simon al municipio de Soweto en Johannesburgo en 1985, y sugirió a los músicos que el estadounidense podría trabajar con ellos.
Graceland no sólo impactó por sus canciones, a pesar de la exhuberancia del timbre de tenor de Simon entrelazado con las ricas y húmedas voces de los cantantes de Ladysmith en canciones como Diamonds on the Soles of her Shoes y Homeless. El icónico disco también marcó una época porque puso el foco en Sudáfrica cuando el apartheid estaba en su cúspide.
Simon fue criticado como un estadounidense blanco que caía en paracaídas para explotar el talento de músicos menos conocidos, y manifestantes dentro y fuera de Sudáfrica decían que estaba violando un boicot cultural de la ONU en el país.
"La gente estaba dividida", recordó el profesor nacido en Sudáfrica Sean Jacobs, de la New School de Nueva York, quien también escribe un blog sobre África.
"Algunos pensaban que iba a dar legitimidad a un régimen que estaba en graves problemas". En cambio, dijo Jacobs, lo que el disco hizo realmente fue poner en el centro de atención al Árica negra.
Al final, "Graceland" tuvo buena recepción en Sudáfrica. "Les encantó", dijo Eliot.
Según Jacobs, Simon "definitivamente creó el espacio" para la `world music`. "Hizo aceptable (el concepto de) que era posible vender discos con sonidos no bien conocidos y predecibles".
Simon volvió a Sudáfrica hace tres semanas para actuar con los músicos que tocaron en el álbum, en un espectáculo que se emitirá en un documental.
"Me sentí como si estuviera regresando a casa", dijo Simon, según la revista Billboard.
Simon se reencontró con el fundador de Ladysmith Black Mambazo, Joseph Shabalala, quien a los 72 años todavía se sorprende de que su banda siga convocando seguidores.
"No esperábamos dar la vuelta al mundo" con Simon, pero hubo "invitaciones de todas partes", dijo Shabalala.
Para él, Graceland (llamado así por la casa de Elvis Presley, un artista que abrazó la música afroestadounidense como una influencia directa del rock&roll) hizo posible una conversación interracial en Sudáfrica que llevó al derrumbe del apartheid.
"Ése fue el comienzo", dijo Shabalala.
(BASADO EN AGENCIAS)