"¡Nop!": cómo es la loca aventura de cowboys y extraterrestres que dirige Jordan Peele

CRÍTICA

Más cerca de Cowboys y Aliens, aquella interesante acumulación de géneros con Daniel Craig y Harrison Ford, que de ¡Huye! o Nosotros—las dos películas que hicieron de su director, Jordan Peele, algo así como un autor—, ¡Nop! es un pasatiempo entretenido.

Liberado, por lo menos en la superficie, de los comentarios sociales de esos dos antecedentes, Peele está desbocado y la película tiene, por encima de todo, una libertad que le aporta algo de originalidad.

No es mejor, eso sí, que aquellas dos que venían cargadas de una sátira y una imaginación que alentaban la sorpresa y el interés. Hay referencias al papel de los afroestadounidenses en la cultura y principalmente en el cine: los protagonistas son descendientes del jockey negro de la sucesión de fotos con las que Edward Muybridge fundó la edad moderna de las imágenes en movimiento, o sea, lo que se solía llamar “cine”.

Más allá de eso, ¡Nop! es una amalgama de géneros y referencias. Simplificando, es una combinación de Tiburón y Encuentros cercanos del tercer tipo contados por M. Night Shyamalan. Hay quienes la han definido como “spielbergiana”, neologismo para representar el estilo y las preocupaciones de Steven Spielberg pero, de primera, parecería exagerado.

Como Shyamalan (el autor de Señales, otra película sobre turistas intergalácticos agresivos), eso sí, desarrolla un misterio que no tiene demasiada explicación o sentido, contado con un par de momentos logrados, un par de sustos bien administrados, una dirección vistosa y algún atropello final.

Oficialmente la han definido como una “pesadilla expansiva de pop de horror” que debe referir a lo incómoda de la premisa. En el Valle de Santa Clarita, en las afueras de Los Ángeles, los hermanos OJ Haywood (Daniel Kaluuya) y Emerald Haywood (Keke Palmer) lidian con el duelo por su padre recién fallecido y con el rancho y el negocio que él fundó, dedicado al cuidado y entrenamiento de caballos para el cine y la televisión.

Están al borde de la quiebra, tienen un vecino ambicioso (una estrella infantil del cine con una tragedia en su pasado) que maneja una feria y parque temático, y hay otras presiones cercanas.

Para complicarles la vida, encima, detrás de una nube detenida en el cielo, parece haber una guarida de naves espaciales que asuelan la región. Lo que puede ser una desgracia, para OJ y Emerald puede ser la chance de salir de pobres, y se asocian con el empleado de una tienda de artículos electrónicos y con un director de Hollywood para poder capturar la siguiente aparición.

Los extraterrestres, sin embargo, no vienen precisamente a hacer amigos, y la suelen emprender contra aquellos que los miran a los ojos, como si fuera posible evitarlo. No parecen, además, dispuestos a ser fotografiados.

Todo eso, Peele —surgido del dúo cómico Key and Peele, que era muy gracioso— lo escribió, lo produjo y lo dirigió como para evitar dudas de su compromiso con el material. Por las dudas, se rodeó de algunos de los nombres más importantes del negocio.

Así la fotografía es de Hoyte Van Hoyyema (nominado al Oscar por Dunkerque), el diseño de producción de Ruth de Jong (quien trabajó con David Lynch y Paul Thomas Anderson) y los efectos visuales de Guillaume Rocheron quien ganó dos Oscar (por 1917 y Life of Pi). Todos ayudan a que ¡Nop! sea un producto de alta gama.

Es para contar una historia entretenida, de matiné que —es inevitable buscarle la quinta pata al gato cuando se trata de Peele— parece estar hablando de un montón de cosas. La ecología, la sociedad de consumo, la incertidumbre existencial y hasta castigos divinos: empieza con una cita del libro de Nahum del Antiguo Testamento, en el que Dios le promete un espectáculo devastador a la ciudad de Níneve.

También puede estar hablando de cómo, a pesar de no querer mirarla, la amenaza está ahí y no hay manera de que podamos captarla, menos entenderla. Lo cuenta con un gusto por el espectáculo y con un fluir de ideas que revela su libertad como director, aunque el relato acumule datos que no necesariamente aportan algo.

Con todo eso, ¡Nop! es un entretenimiento bien hecho. Y capaz que esta vez Peele quiso hacer solo eso.