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"No miren arriba": argumentos a favor y en contra de la película más vista de Netflix

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No miren arriba

Estreno

La comedia satírica con Leonardo Di Caprio, Jennifer Lawrence y Meryl Streep se convirtió en tendencia por el debate sobre sus cualidades

"Soy la única a la que Don’t look up le pareció una bosta? No me vengan con Maryl , Di Caprio, Kate, el mensaje...como película digo. La sentí grotescamente obvia. A mí, mis valientes!”, escribió el domingo la usuaria de Twitter @VLlinas, o sea la actriz argentina, Verónica Llinás. Al rato ya tenía casi 700 respuestas y unos 2.200 me gusta. Así se hacen las tendencias.

Llinás e refiere a No miren arriba, la película de Netflix que es la más vista en la plataforma y que tiene un elenco tan grande como su pretensión de ser un comentario social y politico.

La dirige Andy McKay que empezó con (eficaces) comedias de golpe y porrazo para Will Ferrell y volvió en una suerte de satirista moderno capaz de tomar con humor asuntos preocupantes como la crisis económica (en La gran apuesta) o la presidencia de George W. Bush en El vicepresidente sobre Dick Cheney, su segundo al mando.

No miren arriba —que en Uruguay se estrenó en cines el jueves 9 y aún está en cartel— ha generado divisiones populares desde su llegada a Netflix, que, además, la produjo. Van de que es “un peliculón” (de acuerdo al periodista argentino, Clemente Cancela) al “¿Es una porquería a propósito?” que me mandó un amigo indignado.

De acuerdo al sitio Rotten Tomatoes que mide las repercusiones críticas de las películas y las series, No miren arriba está en la mitad de la tabla con 55% de aprobación.

La película sigue las desventuras de dos astrónomos (Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence) que intentan alertar a la Casa Blanca y a la opinión pública de la inminencia de que un meteorito choque con la Tierra y, literalmente, la haga desaparecer. Lo que encuentra es ignorancia, desdén y gente que quiere aprovechar la situación para enriquecerse o llevar agua para su molino político.

Entre ellos están la presidenta de Estados Unidos (Meryl Streep) y su jefe de gabinete, que es además su hijo (Jonah Hill) y dos periodistas (Cate Blanchett y Tyler Perry) que no aquilatan la dimensión de la noticia. La opinión pública es un ente uniforme más interesado en los devaneos amorosos de una estrella juvenil (interpretada por una estrella juvenil, Ariana Grande) que por un evento apocalíptico.

Todo está contado con un tono de comedia disparatada aunque al final tiende al sentimentalismo. Hay una escena en el medio de los créditos finales que cierra un cabo suelto.

Como para hacer de fiscal o abogado del diablo, acá van algunas razones para amar u odiar No mires arriba. Y una conclusión apurada.

A favor.

Hay coincidencia en que el elenco está lleno de estrellas de cine y eso siempre aporta. Acá están nada menos que cuatro ganadores de Oscar (DiCaprio, Lawrence, Streep,Blanchett) y dos estrellas (Perry, Hill) que se prestan al juego. El villano mayor es una suerte de Ellon Musk interpretado por Mark Rylance.

Streep hace de su versión de Donald Trump, uno de sus enemigos favoritos. Y esa identificación con un “villano” reciente es uno de los argumentos a favor. Está en sintonía con la aspiración bienpensante del mundo.

Puede estar hablando, además, de una pandemia, el cambio climático o cualquier cosa que altere, de una vez y para siempre, la vida en este barrio.

Es, además, bastante crítica con respecto al pasivo papel de la ciudadanía: es tan despreciable el que lanza la fake news como el que la recibe pasivamente. Eso no está mal.

En contra

McKay va por el maniqueísmo, un recurso habitual en la sátira que busca, más que risa, complicidad y eso impide profundidades. Tampoco es tan graciosa.

Y hay mucha información acumulada en una película que, por momentos, no se decide de tono, lo que no suele estar bueno. El final conservador es una evidencia irrefutable de eso.

Y aunque la sátira política necesita identificar a sus malos con personas reales, ya se han hecho todas las bromas posibles sobre Trump y lo tonto que nos hemos puesto.

Conclusión (Si es posible)

A juzgar por las redes sociales y las charlas de salón, lo más difícil es saber si está buena o no.

Precisemos: no es la mejor película de McKay (eso está entre Hermanastros y El vicepresidente) quien suele tener buenas ideas y estrellas pero la combinación nunca es del todo sabrosa. Tampoco es tan buena como otras sátiras, Poder que mata o Mentiras que matan, por ejemplo, pero quizás sea el nivel de hondura que se lleva ahora.

Y si cinematográficamente es de vuelo rasante, por lo menos genera debate y podría creerse que en sus facilismos hay una necesidad urgente de despabilarnos a la fuerza. Y eso es lo que muchos andan necesitando. En ese sentido, más allá de reparos, es bienvenida pero podría ser un poco mejor, la verdad.

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