“La última tentación de Cristo”: la película “blasfema” que generó manifestaciones y amenazas en Uruguay

Estrenada el 10 de noviembre de 1988 en el cine Metro, "La última tentación de Cristo" llegó precedida por escándalos en Estados Unidos, Italia y Uruguay no fue la excepción.

Wilem Dafoe en La última tentación de Cristo
Willem Dafoe en la película "La última tentación de Cristo".
Foto: Archivo.

Este contenido es exclusivo para nuestros suscriptores.
Cuando el director Martin Scorsese estrenó La última tentación de Cristo en 1988, sabía que no sería una película más en su carrera. Había llegado a la novela del griego Nikos Kazantzakis (el mismo autor de Zorba el griego), gracias a la actriz Barbara Hershey, quien se la dio durante el rodaje de Pasajeros profesionales, en 1972. Desde entonces decidió convertirla en una película. Antes de La última tentación, dirigió Alicia ya no vive aquí, Taxi Driver, Toro salvaje, El color del dinero y hasta el videoclip de “Bad” de Michael Jackson, y era uno de los grandes exponentes del nuevo cine americano.

Pasarían varios años hasta que Universal le diera luz verde al proyecto. La película, al igual que la novela publicada en 1955 presentaba a un Jesús humano, lleno de dudas, tentaciones y contradicciones. Ese retrato, alejado de la ortodoxia de los Evangelios, encendió la polémica mucho antes de llegar a las salas del mundo, y generó reacciones en todos lados: desde la prensa estadounidense y el Festival de Venecia, hasta Montevideo, donde su estreno estuvo rodeado de protestas, rezos y hasta amenazas de bomba.

En la pasada edición del Festival de cine de Sarajevo, celebrada en agosto, el actor Willem Dafoe fue reconocido con el Corazón Honorario de Sarajevo, distinción a su conocida trayectoria. Y La última tentación de Cristo fue un punto central de la conversación.

“Este es un papel hermoso, porque trata la parte humana de Jesús, y es un tipo que, en cierto modo, rechaza la responsabilidad que le fue encomendada”, dijo Dafoe sobre su rol.

El actor, cuyos títulos previos incluían Pelotón y Vivir y morir en Los Ángeles, dijo haberse sentido sorprendido por la reacción que produjo la película. “Me impactó, porque en una época de películas superviolentas, porno y todo tipo de películas, esta era una película que intentaba abordar la naturaleza de la fe”, señaló.

También aclaró que la controversia no se originó en la Iglesia Católica, sino en sectores de la derecha fundamentalista de Estados Unidos, antes de diseminarse por todo el mundo.

La primera gran reacción a la película protagonizada por Dafoe, Harvey Keitel y Hershey (como Jesús, Judas y María Magdalena, respectivamente), llegó de Estados Unidos, en agosto de 1988, días antes de su estreno en cines. Allí, distintos medios mostraron el debate generado en torno a la película.

El New York Times salió en defensa de la libertad de expresión, la libertad artística y advirtió que censurar la película, como sugerían algunos grupos, sería un retroceso. El Washington Post analizó que la verdadera incomodidad estaba en mostrar a un Cristo atravesado por dudas, tentaciones y contradicciones, algo que tocaba fibras profundas de la teología cristiana. En cambio, el Christian Science Monitor fue tajante: acusó la película de deformar la misión central de la fe e inventar escenas sin respaldo en los Evangelios. Desde entonces La última tentación de Cristo fue catalogada de “blasfema” y “ofensiva”.

Imagen de la película "La última tentación de Cristo".
Imagen de la película "La última tentación de Cristo".
Foto: Difusión.

"La cinta propone que Cristo sintió el deseo de casarse y tener hijos y sostiene que ello constituyó la mayor amenaza contra su misión redentora, pero con ello se aparta de las sagradas escrituras", anunciaban los primeros cables publicados en El País.

"Es la tentación final: vivir como un hombre normal, bajar de la cruz y casarse, hacer el amor, tener hijos, vivir como todos y morir en su propia cama –explicó Scorsese previo al estreno— pero todo ocurre en su fantasía y Cristo logra vencer esta tentación”.

Igualmente las críticas continuaron y se trasladaron a la calle. Hubo marchas, boicots y cadenas de cines que se negaron a proyectarla. La Iglesia católica en Estados Unidos calificó la película, filmada en Marruecos y con un escaso presupuesto, de “moralmente ofensivo”. Hasta directores como Franco Zeffirelli se sumaron a las condenas. Todos opinaron sin siquiera haberla visto. Al mismo tiempo, nombres de peso en Hollywood —Clint Eastwood, Billy Wilder, Oliver Stone entre otros— firmaban comunicados a través del Gremio de Directores de Hollywood, en defensa de Scorsese y de la libertad de creación.

La película se convirtió en un éxito de taquilla, y las decenas de manifestantes en las calles fueron opacados por los cientos de espectadores que formaron largas filas para ingresar a los cines. En sus primeros cuatro días, superó los 400.000 dólares en recaudación. “El más elevado que se ha registrado hasta ahora por Universal”, se anunciaba el 17 de agosto de 1988.

Mientras las críticas se intensificaban, Scorsese (quien es católico practicante y fue monaguillo en su adolescencia) decía: “el 99 por ciento de quienes critican la película ni siquiera la han visto”, y explicó qué le interesó del proyecto: “el conflicto que se plantea entre el Jesús humano y el divino y los problemas que el primero tiene para aceptar al segundo”.

Imagen de la película "La última tentación de Cristo".
Imagen de la película "La última tentación de Cristo".
Foto: Difusión.

Luego del estreno, el crítico Richard Corliss de la revista Time escribió: “Esta no es una película para todos los creyentes, ni siquiera para todos los aficionados al cine. Pero es, sin embargo, la película hecha por un creyente. Scorsese cree en el poder del mensaje de Cristo. Cree en el poder del cine para repensar la tradición y hacer que Jesús viva en una Era escéptica como la actual. Quienes quieran acompañar a Scorsese en este su peligroso viaje por los Evangelios pueden muy bien encontrar que el director ha creado su obra maestra”.

El estreno europeo se dio en el Festival de Cine de Venecia, donde fue presentada como “acontecimiento especial”. Pero la alfombra roja se vio opacada por denuncias, acusaciones de blasfemia y protestas de sectores religiosos italianos. Incluso la justicia llegó a intervenir: la fiscal Rita Ugolini tuvo que archivar un caso por presunta ofensa a la religión, asegurando que la película no constituía un delito.

La crítica en el festival se mostró dividida y se fue sin premios. Hubo quienes reconocieron el valor de mostrar a un Jesús cercano, vulnerable y humano, y quienes consideraron que el guion se perdía entre ambiciones excesivas y fantasías literarias. Muchos coincidieron en que el escándalo había eclipsado el análisis cinematográfico: se hablaba más de la polémica que de la obra de Scorsese.

 

Estreno en Uruguay: entre rezos, pancartas y amenazas

El 8 de noviembre llegó a las páginas de El País el primer anuncio de la película en Uruguay. En la página 14 se publicó un suelto que decía: “Polémico, ese es el principal atributo de este film que tras haber promovido escándalos y aprobaciones en Estados Unidos y Europa, llega a nuestro país”.

La última tentación de Cristo. Los evangelios vistos a partir del peculiar punto de vista de un inquieto realizador. Una nueva visión de Cristo, una búsqueda de su perfil más humano. La última tentación de Cristo. ¿Blasfemia o innovación? ¿Irreverencia o realismo? Una película en la que solo usted será el juez”.

Foto central de la portada de El país del viernes 11 de octubre de 1988.
Foto central de la portada de El país del viernes 11 de octubre de 1988.
Foto: El País.

El 9 de noviembre el obispo auxiliar de la Arquidiósesis de Montevideo, Monseñor Orlando Romero, consultado por la película dijo que “todas las relaciones humanas de Jesús estaban rectamente ordenadas ya que en El no existía el pecado. Muchas veces se quiere impactar destacando aspectos que son más bien fruto de la imaginación de un libretista que con el ansia de subrayar la dimensión de Cristo la distorsiona”. Asimismo destacó categóricamente que la película “Hiere la fe, y la sensibilidad de los cristianos, de los creyentes”.

En un recuadro en la misma página, Jorge Bracco, gerente general del cine Metro, dijo que no haría comentarios sobre la película señalando “que quien tiene que opinar sobre el filme es el público”.

Finalmente, el 10 de noviembre de 1988, La última tentación de Cristo se estrenó en el cine Metro de Montevideo. Afuera de la sala, integrantes de Tradición, Familia y Propiedad desplegaban pancartas, mientras damas católicas rezaban el rosario frente a la sala. Además, la Conferencia Episcopal del Uruguay calificó la película como “un deplorable ejemplo de agresión contra los derechos de la comunidad cristiana”.

En la crónica publicada el viernes 11 de noviembre, una de las mujeres que rezaban, Miryam Rivas Micou, dijo: “Somos católicas, apostólicas y romanas, y nos sentimos muy dolidas por esta blasfemia. Es tan injusto e insultante este hecho frente a una Redención tan dolorosa”.

Alrededor de sesenta hombres del grupo Tradición, Familia y Propiedad, portaban pancartas con leyendas contrarias al film de Scorsese, voceaban consignas denunciando que el estreno sorpresivo de dicho film, al cual también catalogan de blasfemo, “beneficia a Scorsese en detrimento de Jesucristo”.

A la salida de la primera función, y sorprendidos por el mundanal ruido proveniente de la calle, el director teatral Mario Morgan dijo “es una película muy discursiva, con una gran técnica pero no es la mejor de Scorsese. No justifica el escándalo que han armado”.

Foto publicada el domingo 13 de noviembre de 1988 en El País.
Foto publicada el domingo 13 de noviembre de 1988 en El País.
Foto: El País.

La tensión llegó a un punto máximo cuando una llamada anónima alertó sobre una bomba en la sala, lo que obligó a evacuar al público. La amenaza resultó falsa, pero dejó en claro el clima enrarecido que rodeaba a la proyección.

Una semana después, el crítico Guillermo Zapiola publicó en El País una reseña: “Sin la inspiración del caso”. Allí, reconocía que Scorsese y el guionista Paul Schrader ofrecían una visión deliberadamente heterodoxa de Jesús, al mostrarlo como un hombre inseguro, en conflicto y hasta colaborador con los romanos. Para Zapiola, esa construcción “dinamitaría veinte siglos de teología cristiana” al sugerir que la verdadera conciencia mesiánica de Cristo surgía recién en la cruz.

En lo cinematográfico, Zapiola destacó momentos visualmente potentes y dramáticamente intensos, aunque señaló que la película perdía fuerza por pasajes deshilvanados y cierta falta de concisión. Su conclusión fue clara: si La última tentación de Cristo tenía éxito comercial, sería más por la controversia generada que por sus méritos como obra cinematográfica.

A casi cuatro décadas de su estreno, sigue siendo una obra que divide opiniones, pero también un testimonio de cómo el cine (como todo en el arte) puede poner en jaque creencias profundas y abrir debates que trascienden la obra.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

Martin Scorsesepremium

Te puede interesar