José María Listorti, entre "La sirenita", una película y lo más difícil que le tocó hacer en su carrera

En cine, teatro y televisión, el comediante y conductor rompió el molde del “estilo Tinelli” y consiguió retransformarse. Con "El novio de mamá", lidera una película pensada para toda la familia.

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José María Listorti
Gabriel Machado

Le dicen “humorista”, incluso él se denomina como tal y no hay duda de que alguna vez lo fue. Pero pasaron los años, y el José María Listorti de VideoMatch, el del “jugo loco”, de la broma del “celular”, el de las cámaras ocultas, creció, en edad y también profesionalmente.

Cuando terminó la efervescencia del humor “marca Tinelli”, el elenco tuvo que reinventarse. Y como Freddy Villarreal, como Diego Pérez, como Campi, como Pachu Peña, como Sebastián Almaday otros, Listorti demostró que estaba para compromisos mayores. Y le fue tan bien, que después de afianzarse como conductor se le animó a la comedia musical, primero con Matilda, en 2023, y ahora con La sirenita (actualmente en el porteño Teatro Gran Rex).

Y ahora estrenó El novio de mamá, cuarta aventura cinematográfica después de las dos Socios por accidente y Cantantes en guerra, pero primera en la que se anima a un protagonismo masculino absoluto.

—Te costó sacarte el estigma de ser un emblema de la televisión popular y el “estilo Tinelli”?

-Fue difícil, en su momento me molestó. Cuando quedé en Matilda hubo que romper un prejuicio. Es una apreciación mía, pero siento que mucha gente pensaba: “los de VideoMatch solo saben hacer pavadas y nada más”. Como si hacer cámaras ocultas o sketches fuese fácil. Ahora, a la distancia y al no haber humor, se dan cuenta de que lo nuestro estaba bueno. Sí, tuve que romper unos prejuicios infundados. Ahora lo entiendo, pero en su momento costó mucho.

—¿Y qué pasaba con el prejuicio propio? ¿Siempre te sentiste capaz de afrontar otro tipo de desafíos?

—Conozco mis limitaciones, sé lo que puedo dar y lo que no. Acá el inconveniente es quién te da la oportunidad. Me pasó con la primera película que quise hacer, Socios por accidente. Nosotros la presentamos en el Incaa y no quiero decir quién, pero alguien muy importante, un director famosísimo que estaba allí, dijo: “De ninguna manera a un tipo que viene de la televisión le vamos a financiar su peliculita”. Y eso me dolió muchísimo. De todos modos la hicimos y quedó muy bien, además llevó más de 700 mil espectadores. Te puede gustar o no, pero no era un curro. No dijimos: “Nos juntamos, hacemos cuatro pavadas y sale”. Sentí que hubo mucho prejuicio. Creen que los que venimos de la tele popular no sabemos hacer nada, cuando en realidad es una escuela maravillosa.

—La conducción, las comedias musicales, ahora El novio de mamá. ¿En qué momento te hizo un clic la cabeza y dijiste: “Yo puedo, tengo con qué”?

—No hubo un clic, fue todo progresivo. Se fueron abriendo las puertas y a veces ni te das cuenta. Cuando empecé con Este es el show era un programa de entretenimientos y terminó siendo un programa de espectáculos y de polémica. ¿Yo qué tenía que ver con eso, si soy humorista? Pensaba: “¿Yo en un programa de espectáculos, como si fuese Ángel de Brito o Jorge Rial? Si yo no tengo nada que ver con eso”. Abrí esa puerta y lo hice durante 10 años. Evidentemente lo hacíamos bien, porque duró. Lo mismo me pasó con el musical, jamás en mi vida pensé que podía estar en un escenario así, no estaba en mis planes, lo veía inalcanzable. Como espectador me encantaban, pero decía: “Yo no podría pensar en esto, porque es Champions League, nunca voy a llegar”. De hecho, cuando me llegó la propuesta para hacer Matilda, dije: “¿Esta gente, por qué me llama? Se equivocaron. Si yo desde 2007 que no hago teatro, adónde me vieron?”. Yo había estudiado canto unos años antes y bueno, reforcé aquello, y acá estoy.

—Hablando de esa multiplicidad, que hoy se refuerza con el cine, ¿dónde te sentís más cómodo?

—Tengo un problema muy grande: me gusta todo. Hago radio hace ocho años, me encanta. El año pasado hice 100 argentinos dicen, y lo hubiera hecho 20 años más. ¿Películas? Dame una por año, porque me vuelve loco. ¿Teatro? Lo que quieras. Cuando termine La sirenita ya tenemos pensado con Pachu y Sebas Almada volver con Tertawa, un espectáculo de humor que ya hicimos el año pasado. La sirenita son 70 personas en escena, y en el otro somos nosotros, con tres sillas y algunos elementos, para hacer sketches. Y la gente se muere de risa. Yo experimento todo. Todas son experiencias que voy incorporando. Me pasaba también con VideoMatch, cuando me decían: “Che, hay que hacer una cámara oculta”, y la hacía. “Mirá que hay que desnudarse”, iba igual. “Se viene Gran Cuñado, tenés que hacer a Cobos”, y yo no soy imitador pero me ponía la máscara y trataba de que saliera lo mejor posible. Intento no decirle que no a nada, obviamente hay cosas que me salen mejor y otras peor, pero no le tengo miedo al ridículo, ni a que algo no me salga. Todo es aprendizaje.

—El novio de mamá, es una comedia familiar pero donde te toca un personaje que es torpe pero también muy sensible. Otro registro diferente.

—Es cierto. Estoy muy contento con la dirección de actores que tuve: fue muy claro lo que querían, el tono, cómo tenía que ser el personaje. Yo soy muy observador, siempre jodo con que soy “imitador de imitadores”. Cuando hago comedias musicales estoy imitando a alguien que canta, porque yo no sé cantar. Con la conducción me pasa lo mismo, inconscientemente lo hago, y en El novio de mamá también. Después le pongo mi impronta y todo, pero escucho mucho las indicaciones.

—Este primer protagónico te llega a los 52 años, ¿no hubieras querido que fuera antes?

—No, llegó cuando tenía que llegar. Me encuentra más asentado, con un público más familiar después de Matilda y de La sirenita. Mis hijos tienen la misma edad que los hijos de Dani La Chepi (su compañera de reparto) en la ficción, 15 y 11. O sea que eso también me ayudó para componerlo. Llegó en el momento que tenía que llegar.

—Y ahora es el camino a seguir? ¿Se terminó el Listorti televisivo?

-Andá a saber. Hay una frase que me encanta: “Si querés hacer reír a Dios, contale tus planes”. Si el año que viene me toca hacer televisión, la haré con gusto. Pero hacer una película por año, y una obra de teatro por año, te lo firmo ya muy feliz.

—¿Qué expectativas tenés con el estreno de El novio de mamá?

—A mí me pasa que a veces quiero ver una película en familia y me cuesta encontrar algo que nos guste a los cuatro. Esta es ideal: a mi hijo de 15 le gustó, el de 11 se moría de risa. Fue muy lindo ver eso. Ojalá que sea la primera de muchas y que la gente quiera verla, porque aparte de ser laburo, está también reflejada nuestra idiosincrasia. Está todo bien con las películas de Adam Sandler, pero no somos nosotros.

Guillermo Coureau/ La Nación/GDA

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