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Edward Norton, un actor que también dirige, ahora estrena "Huérfanos de Brooklyn"

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Edward Norton

Estreno

Este jueves llega a Uruguay, su segunda película, una historia policial con un detective peculiar

Edward Norton
Edward Norton, delante y detràs de cámaras

Todo mundo es amigo de las estrellas de cine… hasta que les piden a algunos de esos amigos que protagonicen el “proyecto” que están dirigiendo. Tan solo hay que preguntárselo a Edward Norton, el actor nominado tres veces Oscar que además interpretó al Increíble Hulk.

“Les decía: ‘Como director, quiero hacer una película grande, épica, sobre el Nueva York de los 50, y se trata de un detective con síndrome de Tourette y desorden obsesivo-compulsivo’”, recordó Norton. “Mucha gente volteaba a ver sus zapatos rápida e incómodamente. Muchos encontraban una manera rápida de huir”.

“Y luego encontré a los que no salieron corriendo”, dijo Norton. “Se quedaron y se convirtieron en mis héroes”.

Entre ellos se encuentran Alec Baldwin, Bobby Cannavale, Willem Dafoe, Leslie Mann, Gugu Mbatha-Raw, Fisher Stevens y Bruce Willis, quienes se unieron a su película Huérfanos en Brooklyn. Escrita y dirigida por Norton está basada en la novela de 1999 de Jonathan Lethem. Se estrena este jueves en Uruguay.

La historia está ambientada en el Brooklyn de los 50, donde el solitario Lionel Essrog (Norton), un detective que tiene síndrome de Tourette —una enfermedad conocida por los tics involuntarios, las vocalizaciones y a menudo el grito de obscenidades— consigue un trabajo como empleado de Frank Minna (Willis), propietario de una sórdida agencia de detectives del vecindario.

Cuando asesinan a Minna, Essrog jura resolver el crimen. Él y sus amigos desentierran secretos guardados herméticamente que afectan a toda la ciudad.

“Es la historia de un desvalido que debe aprender que el heroísmo no se trata de los superhéroes con poderes, sino de superar tus luchas diarias y encontrar la fuerza para preocuparte de otras personas”, dijo Norton. “Ese es el verdadero significado del heroísmo.

“El trayecto de Lionel se basa en el crecimiento y la evolución”, continuó. “Cuando lo conocemos, en realidad no puede ver más allá de sus propias batallas diarias. Está adentrado en sus problemas. Pero es un verdadero héroe que supera sus conflictos y trasciende a una versión más heroica de sí mismo”.

“Lo que me encantó de Lionel es que podría existir dentro de las limitaciones y los dones de sus propias condiciones y aun así se convierte en una persona que puede oponerse a las fuerzas más grandes del mundo”.

Fue un papel exigente incluso antes de que Norton adoptara el desafío adicional de dirigir el filme, pero no se pudo resistir.

“Para mí, hacer esta película se trató de la experiencia del desvalido”, dijo. “Fue una lucha, pero también un desafío. Fui capaz de decir cosas alocadas como: ‘Ambientemos esta película en los años cincuenta y reconstruyamos la estación Penn’. Es una especie de locura decir esas palabras, pero por suerte había muchas personas que aportaron su talento, además de un gran reparto que me hizo lucir como si supiera qué estaba haciendo”.

Combinar la actuación, el guionismo y la dirección nunca es fácil. Tampoco lo fue para Norton,  quien ha trabajado en películas clásica como El club de la pelea aunque ya lo había hecho una vez, en la comedia Divinas tentaciones estrenada en 2000.

“Otra vez me estoy sintiendo ansioso solo por pensar en eso”, bromeó. “Tan solo el recuerdo de lo sucedido hace que me tiemblen las piernas”.

“Cuando comenzamos, me sentía muy ansioso del efecto que esto tendría en los otros actores y en su experiencia”, dijo Norton, más serio. “Creo que una de las cosas que hacen los actores con frecuencia es crear una burbuja todos juntos, dentro de todas las cosas técnicas que requiere hacer películas. Los actores se ayudan para crear una ilusión colectiva. Cuando uno de ellos está saliendo de esa burbuja constantemente, es muy demandante para los demás”.

“Mi manera de solucionarlo fue buscar a los actores que sabía que eran profesionales del arte”, continuó. “Lo que quiero decir es que habían sido capacitados en el teatro y sabía que no necesitarían que yo llenará un vacío emocional en ellos. Sabía que podrían darme más de lo que yo los guiaría como director”.

“Mi reparto en realidad fue mi arma secreta para poder lograr la experiencia esquizofrénica de estar dentro y fuera de la interpretación”.

La película se filmó en locaciones en Nueva York… pero no los veían raro, dijo Norton.

“En las calles de la ciudad de Nueva York, si vas corriendo por ahí, gritando cosas extrañas y hablando contigo mismo, nadie voltea a verte”, comentó. “No causa ninguna extrañeza. Nos movimos por todas partes sin llamar la atención”.

Como preparación para interpretar a un hombre que sufre el síndrome de Tourette, Norton vio documentales sobre el tema y conoció a varias personas que lidian con este padecimiento a diario.

Perfil

Una carrera larga y elogiada

Norton creció en Columbia, Maryland, con dos hermanos más jóvenes. Su padre era abogado ambiental y fiscal federal durante el gobierno de Carter; su madre trabajaba como profesora de inglés. Tenía cinco años cuando lo llevaron a ver una producción de Cenicienta, y se enamoró de la idea de actuar. Para cuando tenía ocho años ya aparecía en producciones locales de musicales, y actuó en espectáculos universitarios mientras estudiaba Historia en Yale. Durante cinco meses trabajó para la compañía de su abuelo en Osaka, Japón, pero el llamado de la actuación era demasiado fuerte para resistirse. Se mudó a Nueva York para actuar profesionalmente, y el trabajo en escena lo llevó a su debut cinematográfico en La raíz del miedo (1996), papel por el que obtuvo una nominación al Oscar como mejor actor de reparto. Continuó con películas como Todos dicen te quiero (1996) de Woody Allen, Larry Flynt: El nombre del escándalo (1996) de Milos Forman, El club de la pelea (1999) de David Fincher, El dragón rojo (2002), Hulk: el hombre increíble (2008), y Moonrise Kingdom (2012) y The Grand Budapest Hotel de Wes Anderson. Recibió dos nominaciones más al Oscar por su trabajo en American History X (1998) y Birdman (2014).

“He conocido personas orgánicamente en mi vida que sufren el síndrome de Tourette”, explicó, “entre ellos un chofer de taxi que conocí en la universidad. Salí de paseo con él bastante, y algunas partes de él se quedaron grabadas en mi mente”.

“Lo fascinante y hermoso del síndrome de Tourette es que es una condición muy creativa”, agregó el actor. “Se expresa de una manera muy individual. Nadie lo manifiesta de la misma manera. Los juegos de palabras y el nivel de severidad son muy personales”.

Interpretar a Lionel lo dejó con “mucha liberación para la creatividad”, continuó Norton.

“Este tipo de película suele aparecer en épocas en las que quizá tenemos dudas acerca de si nos estamos alejando de los ideales con los que nos vendemos”, dijo el actor. “Me encantó la idea de las personas invisibles que exponen las cosas que en realidad están ocurriendo. Quería ver las realidades oscuras de lo que le dio forma a la ciudad y el país en el que estamos viviendo ahora”.

“Creo que, en la sociedad estadounidense, y en la mayoría de las sociedades, esperamos estar avanzando hacia un ideal más progresista de la manera en que vivimos”, comentó Norton. “Al mismo tiempo, obviamente nos enfrentamos a una atracción constante hacia las expresiones más brutales del poder. No obstante, como lo dice Lionel en la película, ¿qué tanto estamos dispuestos a tolerar antes de dejar las dudas y hacer algo al respecto?”.

“Es una buena pregunta”.

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