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Crítica: "Culpable", un thriller unipersonal de Jake Gyllenhaal que va para éxito de Netflix

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Culpable

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Un hombre atiende una llamada en el 911 y se empieza involucrar en un caso que es más complicado de lo que parece; es una remake de una película danesa

Culpable
Jake Gyllenhall en "Culpable"

Probablemente sea mejor la original, sí, pero eso no quiere decir nada, ni probablemente impida que Culpable, la película con Jake Gyllenhaalque se estrenó ayer, vaya a ser de lo más visto de Netflix en los próximos días. Es un thriller austero con algunos giros inesperados y mejor contado que la gran mayoría de las cosas de Clase B que estrena la plataforma.

No es perfecta pero quién, después de todo, anda buscando la perfección en días como estos, si alcanza con algo que nos haga pasar el rato.

Es una remake de una película de 2016, danesa, dirigida por Gustav Möller y que se convirtió en una de las sensaciones cinematográficas del año con premios en Sundance. Esta nueva versión la dirige Antoine Fuqua (el de Día de entrenamiento, por ejemplo) y mantiene el tono minimalista pero agrega alguna crispación porque, seguramente, no es lo mismo la tensión y el suspenso en Copenhagen que en Los Ángeles.

La historia es la misma y transcurre en una madrugada en la vida de Joe Baylor (Gyllenhaal), un operador de llamadas en el servicio 911 que excede las obligaciones de su puesto, cuando intenta salvar a una mujer que llama en grave peligro y con un panorama de marido violento y nenes que quedaron solos en casa.

En el proceso, como corresponde en las películas, descubre que nada es lo que parece, y los espectadores nos percatamos de que todo eso tiene más que ver con él y sus demonios interiores que con una llamada desesperada a un servicio de emergencia.

El guion está firmado por Nic Pizzolato (de True Detective) quien respeta a pies juntillas el libreto que venía en danés, aunque agrega unos incendios que asuelan Los Ángeles y dan un escenario posapocalíptico que aporta a la tensión, y a que todo se vuelva aún más desesperante.

En el elenco están Riley Kough, Ethan Hawke, Paul Dano y Peter Sarsgaard pero solo con sus voces: esto es lo que se llama un one man show, o sea, un unipersonal. Queda claro por qué el proyecto le interesó tanto a Gyllenhaal, quien fue quien compró, antes que nadie, los derechos de la película original. Por eso también aparece en la plantilla como productor.

Gyllenhaal está en pantalla en cada una de las escenas de esta película de escasos pero suficientes 90 minutos. Su personaje es complejo y tiene demasiados frentes abiertos a la misma vez, lo que autoriza una interpretación desaforada, sí, pero que es la que mantiene la acción andando.

Aunque transcurre en un call center, Culpable -que fue filmada en pandemia en 11 días- está llena de movimiento y Fuqua, un director más asociado con un cine de exteriores, consigue transmitir eso con cuatro o cinco planos que se repiten.

Su principal mérito es la incomodidad que va provocando la conjunción de tantos conflictos, de los que vemos solamente el punto de vista con el que es difícil empatizar.

“Me encanta la idea de que, en cierto momento, la película exige una profunda imaginación de la audiencia a la que le desafía su percepción sobre quién llama y cómo se ve, solo por cómo se las escuchaba”, dijo Gyllenhall. “Para mí, simplemente desafió todas las cosas que estamos tan acostumbrados a ver. Estamos tan acostumbrados a verlo todo. Hoy se nos muestra todo en las películas. El plano está repleto de cosas y cuanto más, mejor. Sentí que la historia era tan fuerte que podías confiar completamente en ella”.

En ese sentido, Culpable puede ser vista (como si fuera una La ventana indiscreta de estos tiempos) como una reflexión sobre la verdad en el cine y cómo los espectadores tendemos a construir el mundo a través de la mirada del héroe. Pero no necesariamente puede querer ir por ese lado.

Por donde va, claramente es por un thriller algo sofocante en la línea de Locke, aquella que tenía a Tom Hardy dando vueltas en auto toda la película. Cuando la tensión está desatada es cuando la película transcurre vertiginosamente, pero cuando prefiere volcarse al drama, la velocidad crucero permitirá ver otro panorama, sí, pero también distrae.

Lo que queda es Gyllenhaal yendo a por todo. Y eso, y un par de giros, alcanzarán para hacer de Culpable un rato entretenido. Es todo lo que quiere.

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