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Crecer es asunto delicado

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Lady Bird

Crítica

Se estrenó Lady Bird, la opera prima de Greta Gerwig que tiene cinco nominaciones para el Oscar.

Lady Bird es junto con la ignorada The Florida Project, la película más original que anda en la vuelta en esta temporada de premios. Tiene cinco nominaciones al Oscar entre las que están actriz principal (Saoirse Ronan), secundaria (Laura Metcalf), guión y dirección (ambos de Greta Gerwig) y mejor película.

Nada mal para una comedia de adolescentes dirigida por una debutante y que, en todo momento, escapa a cualquier encorsetamiento de tono y de género. Si hay algo de espíritu juvenil en su gusto por el cine, Lady Bird es la película que tiene que ver en este preciso momento.

Con el tono propio de las comedias de adolescentes de la década de 1980 (La chica de rosa es una referencia clarísima), Gerwig cuenta una historia autobiográfica. Como Christine (Ronan, la de Brooklyn), el personaje principal que atiende como Lady Bird, fue a comienzos de la década pasada (que es cuando está ambientada la película) a un colegio de monjas en Sacramento, la capital de California que no se parece en nada a California. También tuvo sueños que le quedaban dos talles más grandes y tuvo el coraje para conseguirlos. Y también lidió con una madre que es todo amor y toda preocupación en niveles que los adolescentes han solido medir como insportables desde tiempos inmemoriales.

En medio de toda esa turbulencia, a Christine le pasan otras de esas cosas que le suceden a la gente de su edad (está en el último año del liceo) y que incluyen escarceos amorosos con quienes no la merecen (Timothée Chalamet, Lucas Hedges) y una amistad de esas que se tienen para siempre (Beanie Feldstein en un gran personaje secundario). Y hay una ciudad para odiar con tantas fuerzas como solo se odia lo que se quiere mucho.

Pero lo importante acá es el vínculo con su madre (Metcalf): Lady Bird es, por encima de todo, la historia de esa relación. Las dos se pelean como una madre y una hija adolescente y más cuando hay que trabajar doble turno porque el marido está desempleado y la hija no parece adaptarse a ese mundo. Como cualquier púber, Lady Bird está demasiado ocupada en sus propias cuitas y en sus propias ilusiones como para darse cuenta de lo que vive su madre, quien, a su vez, está demasiado presionada para dejar de lado la sobreprotección y la preocupación por el futuro de una familia que tiene todo para ser disfuncional.

El proceso de esa relación y de ese descubrimiento mutuo -que se sabe nada fácil- está contado con gusto por Gerwig apoyada en las actuaciones de Ronan y Metcalf que consiguen transmitir las pequeñas desolaciones y las pequeñas alegrías de su vínculo madre-hija.

Pero es Gerwig con su compromiso con la historia lo que se destaca y que se lleve el Oscar a la mejor dirección sería un reconocimiento a su potencial. Hay en su trazo algunos rasgos reconocibles como el de Noah Baumbach (su pareja y de quien, como suele decirse ha sido musa), el Alexander Payne de Election o incluso las comedias adolescentes de John Hughes pero es lo que alguien podría llamar, su u201ctoque femeninou201d, lo que la diferencia de cualquier referencia. Gerwig refleja ese mundo de adolescente con un conocimiento de causa que no se consigue por ahí.

Esa clase de comprensión queda clarísima cuando, una vez que Christine decide valerse por sí misma, la cámara se queda con su madre, su desesperación y su tristeza. Pocas escenas tan conmovedoras sobre el amor hacia una hija. Lo mismo pasa con un montaje final que pone en el mismo plano a las dos protagonistas.

Ficha

Lady Bird (*****)

Estados Unidos, 2017. Título original: Lady Bird. Escrita y dirigida por Greta Gerwig. Fotografía: Sam Levy. Música: Jon Brion. Montaje: Nick Houy. Diseño de producción: Chris Jones. Con: Saoirse Ronan, Laurie Metcalf, Tracy Letts, Timothée Chalamet, Lucas Hedges, Beanie Feldstein. Duración: 94 minutos. Estreno: 15 de febrero.

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Lady Bird es una sorprendentemente manera de contar el manido tema de crecer, irnos del nido y necesitar tanto pero tanto a una madre cerca. Cuando Christine, en plena transformación y renacimiento (a lo Bob Dylan como indica su vestuario) busca algo en esa Nueva York esa mirada hacia los costados es, en defintivia la de todos los que alguna vez nos fuimos de casa.

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