Autobiografía inverosímil, budismo y autoayuda

CARLOS REYES

En El maestro y las magas (2006) el escritor y terapeuta chileno Alejandro Jodorowsky parte de dos hechos centrales: su contacto con el maestro japonés Ejo Takata, quien lo inició en el budismo zen, y la aplicación práctica de esa lección, que el artista asimiló a través de un grupo de mujeres que nada tenía que ver con el budismo.

Junto a eso, historias de personajes célebres (o simplemente raros) suman a esta autobiografía un valor testimonial. Semblanzas de la pintora surrealista Leonora Carrington o la cantante Violeta Parra se alternan con anécdotas sobre ocultistas, curanderas y sacerdotisas curtidoras de hongos.

De Jodorowsky se ha dicho de todo, menos que es un hombre apático o un conservador. Mezclando antropología, surrealismo y disciplinas esotéricas, este tarólogo y director de teatro creó varias técnicas para resolver problemas psicológicos, como la psicomagia, que convierte a los hechos cotidianos en míticos, y la psicogenealogía, terapia sobre los traumas hereditarios.

De todo esto vuelve a haber un poco (o mucho) en este libro (Editorial Sudamericana, 294 páginas), donde resurge un género muy de él: la autobiografía imaginaria, que aunque no tiene nada de ficticio, precipita la realidad hacia el terreno de lo inverosímil.

A Jodorowsky se lo puede tomar en serio o en broma (como a Nietzsche), y en ambos registros es interesante, siempre que el lector disfrute de los delirios de un excéntrico. En estas memorias (que son la segunda parte La danza de la realidad), arte, magia y vida cotidiana se reencuentran para protagonizar otra gigantesca provocación.

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