Un sabroso diccionario de argentinismos se editará este año en Buenos Aires, basado en una reliquia: la recopilación de más de mil términos de uso popular realizada en 1873 por un grupo de amigos del poeta Rafael Obligado. Ese material acaba de ser descubierto por el presidente de la Academia Argentina de Letras entre una montaña de viejos documentos y contiene vocablos como guarango, pucha, camote, sucucho, yapa o manganeta, con algún ejemplo de apasionante etimología: garúa deriva del quechua, donde la palabra huarhua quiere decir llovizna.
Algunos términos de hace 130 años siguen vigentes en el habla común aunque otros han caído en desuso, pero como los argentinismos son a menudo muy similares a los uruguayismos, parece inevitable sentirse tentado a proponer algunas palabras del vocabulario popular de esta otra orilla, que mayormente han dejado de emplearse. Pueden provenir de la raíz italiana, española, francesa o indígena del lenguaje criollo y a esta altura son casi siempre rarezas para una gente joven que nunca las utilizó y probablemente tampoco las escuchó.
Entre esas antigüedades cabe mencionar afane (robo, despojo), afilar (coquetear con alguien), belinún (tonto, incapaz), botija (niño), calentón (fácilmente irritable), cancel (puerta entre el zaguán y el interior de la casa), canfinflero (que quiere lucirse ante los demás), cataplasma (fomento que se aplicaba a zonas del cuerpo afectadas), chambergo (sombrero), chitrulo (idiota), creído (engreído), croquiñol (ondulado permanente del cabello femenino), descangayado (cuerpo vencido, desarticulado), dique (darse importancia frente al prójimo), facha (buen aspecto de alguien), fajar (pegar o castigar a otro), garrón (el que viaja o entra a un sitio sin pagar), guarda (aviso a alguien sobre un peligro), guaso (indiscreto, inoportuno), lastrar (comer), lavatorio (mueble de dormitorio con tapa de mármol donde la gente se aseaba), macanear (hablar o actuar sin orden y por error), majadero (fastidioso), manflora (afeminado), mangangá (débil, quejoso), maña (habilidad para hacer algo), manija (dar ánimo a alguien para que actúe), minga (nada, carecer de alguna cosa), mojiganga (mueca, visaje), motorman (el que manejaba un tranvía), muñeca (tener influencia ante un organismo para facilitar alguna gestión), nabo (tonto), pajuerano (alguien del interior del país), paseandero (el que gusta de salir a caminar), pavear (perder el tiempo en cosas triviales o inútiles), pelandrún (el que no tiene dinero), pinta (aspecto exterior de alguien), pisto (darse importancia), polaina (cubierta abotonada de abrigo para los zapatos), pomada (estar en conocimiento de algo importante), rancho (hecho de paja, sombrero veraniego de hombre), refistolear (vichar discretamente alrededor), societero (individuo mundano), tamambús (calzado), tamango (ídem), tirifilo (individuo insignificante que quiere aparentar lo contrario), traga (estudiante muy aplicado), tronco (ser torpe de movimientos), tupé (tener atrevimiento o insolencia para decir o hacer algo).
Se reciben contribuciones de gente vieja y memoriosa para ampliar la lista.