GUILLERMO ZAPIOLA
La prensa liberal norteamericana continúa empeñada en crucificar a Mel Gibson, pero ha surgido un obstáculo. La crítica está empezando a reconocer algo de lo que ya debería haberse dado cuenta: que es un buen director de cine.
A Gibson se lo puede (acaso se lo debe) discutir, pero no precisamente por lo que hace con una cámara. Esa parece la conclusión inevitable ante las primeras reacciones de la prensa norteamericana con respecto a Apocalypto, el más reciente trabajo de Mel como director, una epopeya ambientada en tiempos de la decadencia del imperio maya y hablada en el idioma de esos indígenas que se estrena el próximo viernes 8 de diciembre en los Estados Unidos.
Hace apenas un par de semanas, el portal de Internet norteamericano Film Thread había encabezado con el nombre de Gibson la lista de las personas "menos poderosas, menos inspiradoras, menos intrigantes de Hollywood", como resultado de su escándalo de conducción en estado de ebriedad, vandalismo en una comisaría y comentarios antisemitas y sexistas dirigidos contra los policías que lo arrestaron. Un poco al pasar, la página en cuestión informaba también que "pronto se estrena Apocalypto, pero, ¿a quién le importa?".
Al primero que parece haberle importado es al bastante confiable Peter Travers, de la revista Rolling Stone, quien ha visto el filme por anticipado, lo ha calificado con tres asteriscos y medio sobre cuatro, y la define como "pura adrenalina, una cacería tremendamente excitante". En la página web Cinema Strikes Back, se habla por su parte de "un logro cinematográfico de proporciones épicas". Ambos elogian la imaginación y el instinto cinematográfico con que Gibson recrea un universo ceremonial y mítico, e instala sobre él una aventura sombría y violenta.
HISTORIA. La acción de Apocalypto se desarrolla en la América precolombina, en un momento en que la civilización maya está a punto de sucumbir ante una invasión extranjera. Los observadores anticipan que Gibson juega un poco con la realidad y un poco con la historia. Mientras rodaba su película en el estado de Yucatán, México, el director dijo que el tema central del film (la desaparición de una civilización), le recuerda mucho a la política de George Bush. "Bush juega con la inseguridad de la gente para mantenerse en el poder", sostuvo. "El clima de miedo que reproducimos en la película me recuerda a su política."
Esas declaraciones sólo van a sorprender a quienes piensan que todos los derechistas, desde los "radtrads" católicos hasta los "neocons" del entorno de la Casa Blanca son más o menos lo mismo, o al distraído más cercano que sostuvo que La pasión de Cristo era "la versión de Jesucristo según Bush". Pero aún sin haber visto Apocalypto la referencia al film sobre Jesús parece inevitable, y en ambos casos cabe detectar algunas obsesiones personales de Gibson por la sangre, el sacrificio y el sufrimiento.
Basta recordar, sin ir más lejos, el final de William Wallace en Corazón valiente (su cuerpo desmembrado, el grito de "libertad"), o el minucioso catálogo de padecimientos de La pasión de Cristo, para pensar que también en Apocalypto el cineasta se mueve en lo que puede denominarse "su mundo": como el universo maya de este film, la Jerusalén del siglo I era en la visión de Gibson un lugar condenado, el decorado pesadillesco y casi gótico del fin de la antigua alianza de Dios con Israel, y su reemplazo por la Nueva (con toda la humanidad), mediante el sacrificio de Jesús.
Por supuesto, el juicio sobre el film en sí mismo deberá hacerse cuando se lo estrenó. Por ahora corresponde sólo llamar la atención sobre él, y destacar que hay gente inteligente que lo está elogiando. Ya figura entre las precandidaturas al Globo de Oro, curiosamente en el rubro "película en lengua extranjera", por estar hablada en maya.
Los amigos que no saben cerrar sus bocas
Gibson tiene amigos cuyo comportamiento hace que no necesite enemigos, pero pese a ello hay grandes posibilidades de que salga adelante. Mauricio Amuy, el protagonista de Apocalypto, ha querido apoyarlo sosteniendo que el film es "una obra de arte" y que el director es "una persona humilde, sencilla, que demuestra que el lujo, el poder, el dinero, no tienen que ver". Si se hubiera callado en ese momento nada pasaría, pero agregó: "En Hollywood, que está dominado por judíos, no podrán detenerlo".
Entre tanto, el propio Gibson está ocupado apoyando a gente que abre la boca cuando no debe. Ha salido a apoyar al comediante Michael Richards, quien perdió a muchos de sus admiradores tras ser grabado en un video emitiendo epítetos racistas.
Richards se disculpó en el programa Late Show de David Letterman, en CBS, donde dijo que sus declaraciones no fueron intolerantes porque reaccionó con molestia luego de ser objeto de burlas. También se disculpó con el reverendo Al Sharpton en el programa radial del reverendo Jesse Jackson.
En una entrevista concedida a Entertainment Weekly esta semana, Gibson declaró que tenía ganas de enviar un nota a Michael Richards manifestándole su apoyo (a su situación humana, no a lo que dijo). Mel agregó: "Me siento realmente mal por el hombre. Obviamente estaba tenso. No necesitas estar ebrio para quebrantarte. Pero mis sentimientos están con el hombre".
Sin embargo, el actor y director termina la entrevista con una actitud entre filosófica y resignada: "Probablemente lo torturen por un tiempo y luego lo dejen". Naturalmente, confía que lo mismo suceda en su caso.