“Esta guitarra fue hecha 100% en Uruguay con madera reciclada, 750 tapas de botella y 2.500 colillas de cigarro”, anunció Diego Martino, líder de la banda de rock Hereford, en el show que dieron en 2023 tras 10 años de ausencia en los escenarios. Esa guitarra la hizo Alejandro Montossi, productor musical y luthier —artesano que se dedica a construir y reparar instrumentos de cuerda—, quien dijo a El País que su objetivo es “mostrar a las nuevas generaciones el impacto positivo que puede tener el gesto de reciclar”.
Su primer trabajo fue como ayudante de luthería. Luego, se dedicó a estudiar sonido y llevó su carrera profesional en esa dirección, pero en 2020 la pandemia lo hizo reinventarse y decidió dedicarse de lleno a la fabricación y reparación de guitarras eléctricas. Según contó, la madera es “complicada para trabajar” y por eso siempre quiso implementar otros materiales.
“Mi familia está muy involucrada con el reciclaje y además me choca mucho el tema de la deforestación así que opté por innovar implementando componentes reciclados y maderas que están en desuso”, expresó. Así nació Rekithara.
Materiales de calidad y amigables con el ambiente
Para obtener los materiales, Montossi se contactó con la empresa Teko —que recicla colillas de cigarrillos a través de la colocación de ceniceros en empresas— e hizo los primeros prototipos. Un 80% de las colillas es plástico; sobre todo, acetato de celulosa, un derivado del petróleo que demora entre 12 y 25 años en degradarse, de acuerdo a la organización ambiental No Más Colillas (NMC).
El luthier recibe el material en placas —como si fuera “una tabla de cocina chica”—, que luego corta para darle la forma deseada. Con eso, hace el protector de la guitarra. Luego, fabrica la tapa con polipropileno reciclado, que obtiene a partir de residuos plásticos de la empresa Plasticoin. El resto está hecho con maderas en desuso —de marcos de ventanas, escalones, una mesa que se cortó— que recoge en recorridas por Montevideo y Maldonado.
“Lo bueno de que sean maderas viejas, que en su momento fueron importadas, es que son de calidad, mucho más fáciles de trabajar. Con las maderas nuevas hay que esperar muchos años para manipularlas. Y las nacionales, si bien hay buenas, algunas son muy malas y tienden a doblarse mucho”, señaló.
A su vez, los accesorios de la guitarra —perillas, pomos, etcétera— son de acrilonitrilo butadieno estireno (ABS), un plástico “más resistente” que está siendo reciclado por la empresa Kenistech a partir de tablets y computadoras en desuso de Ceibal, contó. Y está empezando a incursionar en un barniz reciclado que se hace con poliestireno de la espuma plast. “Desde los inicios trabajo en conjunto con otros emprendimientos y la idea es que cada instrumento tenga un mensaje, un impacto social”, expresó el fundador de Rekithara.
Lo reciclado no tiene por qué ser feo
Para Montossi, hay —al menos— dos cuestiones que juegan en contra del reciclaje. Una es que muchas veces las personas no conocen cuál es el destino final de aquello que dan para reciclar y otra es “la idea de que todo lo reciclado es feo”. En este sentido, trabaja con el creador de No Más Colillas, Joaquín Betancor, recorriendo escuelas del país, promoviendo la conciencia ambiental y regresando al año siguiente para mostrar un instrumento hecho con el material que los propios niños recolectaron.
En noviembre de 2023, Rekithara recibió el permiso para hacer la limpieza del Estadio Centenario tras el concierto de Roger Waters. Con las colillas y los plásticos que recolectaron, Montossi fabricó su primer bajo. “El objetivo es llegar a músicos profesionales de todo Uruguay”, mencionó.
En cuanto al desempeño, el luthier afirmó que es el mismo que tiene una guitarra tradicional. “Lo he probado en todos los ámbitos; escenarios profesionales, al aire libre, etcétera, y funcionan perfectamente”, remarcó. Actualmente, fabrica entre uno y dos instrumentos por mes —siempre por encargo— y espera acelerar los procesos productivos de cara al 2025.
Apoyos y valor agregado del proyecto
En sus inicios, Rekithara recibió el apoyo de la estudiante de diseño industrial Erika Perdomo para hacer los primeros moldes y contó con financiación de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE).
Un aspecto que suma valor al proyecto es que los materiales con los que trabaja no solo son reciclados, sino también reciclables. “El polipropileno y el aceite de celulosa pueden volverse a utilizar, es decir, se funden y sirven de nuevo”, explicó el luthier.
Finalmente, aclaró que él no realiza acopio de colillas ni de plástico, pero sí recibe donaciones de madera en desuso.
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