¿Cuál es el costo ambiental de ir de vacaciones al espacio? La polémica por el turismo espacial está servida

Se prevé que en las próximas décadas aumente la cantidad de vuelos espaciales comerciales; investigaciones muestran cómo esto afectaría la vida del planeta y de las personas.

Compartir esta noticia
SpaceX Starship
SpaceX Starship.
Foto: Sergio Flores/AFP.

Por primera vez en la historia de la humanidad, una persona que viajó en un vuelo espacial comercial caminó en el espacio exterior. Fue el multimillonario estadounidense Jared Isaacman y lo hizo como parte de una misión de SpaceX, empresa de fabricación y servicios de transporte ultraterrestres, en setiembre de 2024. Estuvo 12 minutos fuera de la cápsula a una altura orbital de 700 kilómetros. Sin dudas, un gran paso para la industria del turismo espacial.

En términos de mercado, el turismo espacial alcanzó un tamaño de casi 900 millones de dólares en 2023 y su expansión se prevé a una tasa compuesta anual del 44,8% entre 2024 y 2030, según un informe de Grand View Research. Pero, ¿alguien está pensando en el costo ambiental?

El turismo espacial puede afectar la capa de ozono

De hecho, sí. En 2022, investigadores de la University College de Londres (UCL), la Universidad de Cambridge y el Instituto Tecnológico de Massachusetts evaluaron el impacto de los lanzamientos y reingresos de cohetes en 2019 y el de los escenarios proyectados de turismo espacial. El estudio mostró que las partículas de carbono negro —conocidas como ‘hollín’— emitidas por los cohetes son casi 500 veces más eficientes para retener el calor en la atmósfera que todas las demás fuentes de hollín combinadas, como motores de combustión interna, calderas de barcos, incineradoras de basura, fuegos domésticos e incendios forestales.

Viajar al espacio
Representación de un hombre con un traje espacial de vacaciones en otro planeta.
Foto: Freepik.

Esto, sumado a la tendencia de crecimiento de la industria, afectaría especialmente la capa de ozono estratosférico superior. La experta de UCL Eloise Marais y sus colaboradores hallaron que, en un escenario de lanzamientos de cohetes de turismo espacial diarios o semanales, en una década se reduciría un 16 % la recuperación lograda gracias al Protocolo de Montreal, acuerdo internacional que en 1987 prohibió el uso de sustancias que agotan la capa de ozono.

El coautor del estudio, el doctor Robert Ryan, afirmó: “La única parte de la atmósfera que muestra una fuerte recuperación del ozono después del Protocolo de Montreal es la estratosfera superior y ahí es exactamente donde el impacto de las emisiones de los cohetes afectará con mayor fuerza”.

Según un artículo publicado por el científico español Javier Yanes, doctor en Bioquímica y Biología Molecular, “aunque la cantidad de combustibles quemados por los cohetes es menos del 1% de la utilizada por los aviones comerciales, y por lo tanto sus emisiones son mucho menores, el problema es dónde se liberan”. Yanes cita al químico atmosférico Christopher Maloney, del Cooperative Institute for Research in Environmental Sciences de la Universidad de Colorado y la Administración Atmosférica y Oceánica de Estados Unidos: “Los cohetes difieren en que liberan el carbono negro directamente en la estratosfera; debido al transporte atmosférico relativamente lento, el carbono negro puede persistir en esta región durante mucho más tiempo (3-5 años)”.

Además, un estudio de 2022 dirigido por Maloney mostraba que, si se multiplicaran por 10 las emisiones del turismo espacial —consistente con extrapolaciones del crecimiento del tráfico espacial—, la temperatura de la estratosfera aumentaría en 1,5 grados y eso afectaría a la circulación atmosférica global, es decir, el movimiento del aire a gran escala que distribuye el calor por la superficie de La Tierra. Los expertos concluyeron que “los aumentos proyectados en los lanzamientos de cohetes podrían exponer a las personas en el hemisferio norte a una mayor radiación ultravioleta dañina".

Los costos de lanzar un cohete

Para el astrónomo uruguayo Gonzalo Tancredi, de la Facultad de Ciencias de Udelar, “el turismo espacial está lejos de ser una actividad a promover porque los costos ambientales de lanzar un cohete con fines solamente turísticos son muy grandes”. El experto explicó a El País que los vuelos tripulados son “mucho más costosos” que los no tripulados en términos energéticos y de desechos, porque se suma la carga humana y del equipamiento, y las consideraciones de seguridad son mayores.

“Durante varias décadas se dejó de hacer actividad espacial tripulada —por ejemplo, a La Luna— porque no había una razón necesaria. Sí se ha hecho a estaciones espaciales, dado que allí pueden hacerse experimentos en gravedad cero. Pero en el caso del turismo espacial, como actividad recreativa, no se justifica. El costo es demasiado grande”, aseguró.

Cohete viaja al espacio con dos satélites.
Cohete viaja al espacio con dos satélites.
Foto: AFP.

Hay nano y microsatélites que pueden utilizar como combustible el peróxido de hidrógeno en lugar de queroseno, hidracina o tetróxido de nitrógeno, una alternativa “más eco-amigable”. Pero en el caso de cargas más grandes —como sucede con el turismo espacial— “no hay alternativas comprobadas suficientemente buenas como para descarbonizar”.

La amenaza de la basura espacial

También está el tema de la basura espacial: objetos fabricados por el hombre que se envían al espacio y ya no tienen ninguna utilidad. “La contaminación en el espacio existe y es una preocupación, especialmente en lo que llamamos las órbitas bajas, es decir, las que están a unos 400 o 500 kilómetros de altura”, expresó Tancredi y añadió que se estima que “no estamos lejos de llegar a un punto crítico en el que los niveles de basura hagan que la constelación de satélites termine autodestruyéndose”.

Estación Espacial Internacional
Vista de la cámara del caminante espacial de la NASA Thomas Marshburn que apunta hacia la Estación Espacial Internacional con la Tierra a 265 millas debajo de él.
Foto: NASA/Flickr.

Bastaría con que un solo tornillo se desprenda de un cohete, viaje a 30.000 kilómetros por hora, impacte con otro satélite, lo destruya y los desechos de esta destrucción impacten en otros satélites, hasta acabar con todos. Y quedarnos sin satélites impactaría en muchas áreas de nuestro día a día: por ejemplo, en el monitoreo de la producción agropecuaria, el clima y las telecomunicaciones, entre otras.

En este sentido, la basura generada por el turismo espacial —en particular, de los vuelos que se hacen en órbita— podría afectar no solo la vida de las personas que viajen, indicó Tancredi, sino también la de todos los humanos, debido a las actividades que dependen de los satélites.

DE VACACIONES A LAS ESTRELLAS

Cómo son los viajes al espacio

Hay tres tipos de viajes espaciales: orbitales, suborbitales e interplanetarios. El primero implica, justamente, entrar en órbita en torno a La Tierra, es decir, “completar una revolución alrededor de nuestro planeta”, indicó Tancredi. Esto, dijo, puede tardar unos 90 minutos.

El suborbital implica llegar hasta el punto más alto de la atmósfera —a unos 100 kilómetros sobre la superficie de La Tierra— y luego regresar. En este caso, el viaje puede durar desde 10 o 15 minutos hasta 90 minutos, comentó el experto. Según él, se alcanza una altura suficiente para apreciar el planeta “desde fuera” de la atmósfera y ver su curvatura; además, es posible experimentar por algunos minutos la experiencia de gravedad cero.

Por último, están los interplanetarios, que implican viajar a otro planeta o también a la Luna, que si bien es un satélite, se incluye en esta categoría. Se han hecho viajes tripulados de este tipo, pero aún no en forma de turismo.

En cuanto a los costos, Tancredi comentó —en base a estimaciones que son públicas— que Blue Origin tiene el vuelo suborbital más corto —de 10 a 15 minutos— y el pasaje saldría entre 200 y 300 mil dólares. Agregó que Virgin Galactic cuenta con un vuelo suborbital más largo —de 90 minutos— que saldría alrededor de 500 mil dólares, y los viajes orbitales de SpaceX y Space Adventures rondarían los 50 millones de dólares.

Las normas en el espacio exterior

Ahora bien, ¿qué pasa a nivel político? Según Tancredi, si bien existe un organismo de Naciones Unidas que regula la actividad en el espacio ultraterrestreOficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior—, “el turismo espacial no es un tema que esté muy presente”.

El documento más importante es el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre de las Naciones Unidas, de 1967, que en ningún momento habla sobre ‘turismo espacial’ —en ese entonces, algo inexistente— y solo hace referencia a empresas privadas cuando dice que “las actividades de las entidades no gubernamentales en el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, deberán ser autorizadas y fiscalizadas constantemente por el pertinente Estado Parte en el Tratado”.

“Cuando hablamos de turismo espacial, hablamos de actividades que son para un núcleo muy reducido de gente. Se manejan números de cientos de miles de dólares y de decenas de millones de dólares. Me parece que hay que pensarlo en términos de lo que le conviene más a la humanidad. Y, en efecto, lo que conviene no es que unos pocos disfruten de esta actividad cuando los riesgos que genera para el resto son muy grandes”, concluyó Tancredi.

Al fin y al cabo, el primer artículo del Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre dice: “La exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, deberán hacerse en provecho y en interés de todos los países, sea cual fuere su grado de desarrollo económico y científico, e incumben a toda la humanidad”.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar