Una trayectoria llega su fin

En el marco de las calles de Montevideo muchos lugares fueron, algunos todavía son, patrimonio de todos. Un reflejo de la vida de sus habitantes y espejo en el cual se recogen imágenes que vienen del pasado y se proyectan hacia el futuro hasta que la voz de alto que concierne a todo lo humano lo detiene.

Así termina de pasar con la parrilla y restaurante "El David". En la esquina de Rivera y Arenal Grande se han clausurado casi cincuenta años de vida que seguramente a muchos comensales memoriosos dejaron recuerdos y vivencias que no permiten afirmar que todo tiempo pasado fue mejor. Pero, que sin duda con el pesimismo o la mejor información que otorga la experiencia, permite sospechar que todo tiempo futuro será peor.

Bromas aparte, quien escribe frecuentó en desde su nacimiento la parrilla "El David". Su nombre estaba justificado por la estatua de Miguel Angel, una de las primeras copias (quizá la segunda) que se fundió en bronce en Florencia para Montevideo, instalada entonces en una esquina cercana.

En los años sesenta, muchas veces acodado en la barra, frente a las brasas que gobernaba el gallego Pepe, un asador excepcional, Sebastián vigiló el punto de filetes y "entrecôtes". El filet era pesado y muchas veces, como corresponde al tiempo de la abundancia, desbordaba los 700 gramos. Exceso que los años jóvenes permitían.

Un trozo de la vida de mucha gente ha quedado asociada a las brasas hoy apagadas de "El David".

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