El 3 de enero de 1895 Oscar Wilde estrenaba en Londres su obra "Un marido ideal" al tiempo que advertía que las cosas interesantes pasan donde están las duquesas. Hoy, más de un siglo después y con un Río de la Plata sin realeza, esa exitosa pieza se presenta en Montevideo, según expresa la directora Imilce Viñas, "con una actualidad sorprendente".
Sir. Robert Chiltern es un hombre que lo tiene todo. Es un político brillante y un perfecto caballero; marido ideal para la encantadora Lady Gertrude Chiltern, con quien forma un matrimonio admirado y envidiado por la alta sociedad londinense. Pero los cimientos de esta unión se verán tambaleados cuando la seductora Mrs. Cheveley amenace a este marido perfecto con revelar un oscuro secreto de su pasado, que forma parte de la base de su exitosa carrera. Acorralado, acude a su amigo de la infancia Lord Arthur Goring quien verá también desmoronarse entre una red de mentiras todo el prestigio que cultivó dentro de su círculo. Así, esta historia ambientada en la alta sociedad de Londres de finales del siglo XIX irá llenando de dramatismo, comedia y romanticismo una particular observación sobre las prácticas sociales.
"Creo que es una obra sobre el poder y la corrupción y también sobre la ética y el amor; valores, éstos últimos, que se están perdiendo en las nuevas generaciones. Me parece importante también mostrar a través del protagonista (el político y marido ideal), que los políticos no deben perder la ética nunca y que cualquier acto de corrupción, aunque no haya afectado a nadie, hace que la ética se desarme", comenta la directora quien desde hace varios años ha mantenido la preocupación por mostrar, desde su versión, este mensaje. Es que el proyecto de llevar "Un marido ideal" a las tablas no es cosa de pocos meses. Hace alrededor de diez años, Imilce Viñas soñaba con presentar este éxito teatral escrito por el irlandés Wilde, pero para ese entonces la Comedia Nacional anunciaba la presentación del mismo. Eso hizo que tuviera que posponerla tanto tiempo. Pero a medida que fueron pasando los años, la obra se fue enriqueciendo. "Yo, como directora, las obras las tengo mucho tiempo en la cabeza, siempre mis proyectos son a largo plazo, no los pienso para resolverlas de inmediato. Teniendo el título hablé con Jorge Denevi para que hiciera la traducción y él me dijo que había una excelente hecha por Jorge Abbondanza, entonces la tomamos y sobre esa traducción Jorge hizo una versión y después yo hice la final".
El texto, que originalmente constaba de cuatro actos, se vio reducido a dos dejando la intriga medular como desencadenante de todo el escalafón planteado por Wilde. "Quitamos lo que podía hacer gracia por cosas de la época, modas y costumbres y se sacaron esas cosas puntuales que pueden hacer gracia aún hoy pero a gente de Inglaterra. Lo que se dejó fue el corazón de la obra, eso que dice Wilde y me interesó escenificar a mí", explica Viñas.
DEL PAPEL A LA ACCION. Si bien el espacio en donde presentar la obra era importante ("elegí el Teatro del Centro Carlos E. Scheck porque quería una cercanía muy grande entre la gente y el espectáculo", dijo la directora) la pieza no presenta escenografía mayor que la decoración con algunos muebles y cortinados. De esta forma, los fuertes textos son acompañados por una riqueza de vestuario de época que ubica al espectador en el mismo círculo aristocrático y con la misma atmósfera en la que Wilde se inspiró.
Para la concreción de este aspecto la directora se valió de la visión del plástico Felipe Macheira y otros colaboradores, con los que creó extraordinarios vestidos, propios del nuevo rococó, con diferentes géneros, puntillas, bordados y accesorios propios de la alta sociedad londinense de fin de siglo XIX. La recolección de todos los materiales para el vestuario también fue un trabajo que llevó sus años y que fue acompañando el crecimiento de la obra. "él y yo somos guardadores de cosas entonces si de alguna obra nos sobraban pedazos de encaje los íbamos guardando; Felipe incluso viajó y compró cosas pensando especialmente en que las iba a usar en esta obra".
Otra de las particularidades de la obra es su elenco joven. Según comenta Viñas, desde que realiza la labor de directora, uno de los requisitos que ha impuesto es que los actores tengan la misma edad que los personajes, de forma de hacer más creíble el asunto y darle vida a los nuevos artistas.
"Cuando yo era joven los personajes jóvenes los hacían gente grande y yo, como era gorda, hacía de mujer mayor. Siempre viví eso como una cosa equivocada desde el punto de vista artístico. No quiere decir que los más viejos quedemos afuera porque hay otros hermosos papeles para nosotros pero me parece que no debemos hacer los roles de jóvenes sino que hay que tratar de ser lo más fiel a los personajes originales".
El elenco de "Un marido ideal" está compuesto por 16 actores independientes dentro de los que se encuentran Emilio Pigot, María Clara Vázquez, Lucía Sommer y Jorge Muniz, responsables de los personajes protagónicos. También cuenta con la presencia de Pepe Vázquez y Alicia Dogliotti.
"Tengo el lujo de tener a Pepe haciendo un pequeño papel del padre de uno de los protagonistas y eso es bárbaro porque con su experiencia ha aportado al espectáculo muchísimo, no sólo actoralmente sino en lo que es producción", acota la directora. Y la admiración es mutua entre marido y mujer a la hora de hablar sobre este proyecto.
Pepe Vázquez interpreta a un representante de la clase política de la época, un lord que tiene una aparición simpática en los momentos de comedia del espectáculo diciendo algunas agudezas.
Para María Clara Vázquez, hija de Pepe e Imilce, el atractivo fue extra familiar. "El personaje me atrae muchísimo, me resultan sorprendentes las reacciones que puede llegar a tener una persona, quizá tan lejana a lo que uno es, tal vez porque no vivimos en las esferas de toma de decisiones, pero además porque el personaje habla sobre la condición de la mujer y es terrible lo que dice. Ahí se pueden ver los avances que ha tenido el papel de la mujer en general en la sociedad a lo largo de este siglo a pesar de que la obra sea impresionantemente vigente".
Este último aspecto hace que Emilio Pigot sienta una responsabilidad "gigantesca" a la hora de darle vida a Sir Robert Chiltern. "Es increíble lo que me pasa con el personaje. Es un hombre que yo como actor estoy convencido de que lo que hizo está mal, pero el personaje está convencido de que no y lo justifica todo el tiempo. Es muy difícil trabajar esto porque uno como actor al personaje siempre lo tiene que justificar porque sino para el público no es creíble".
Parte del trabajo de reflexión que hace el actor es también el que la directora pretende que hagan los espectadores al verla y por esto la importancia que le da al entreacto de diez minutos con el que cuenta. "A mi me gusta el entreacto porque es el momento en que la gente comenta; yo pienso que retomar el entreacto es una cosa buena porque es importante que el teatro no sea una cosa de consumo como el cine sino que tenga intercambio cultural entre la gente. Sería bueno que el teatro se vuelva a convertir en un lugar a donde uno va a ver un hecho cultural y que ese hecho provoque algo más, que haga reflexionar".
Lucía Baldomir
El 3 de enero de 1895 Oscar Wilde estrenaba en Londres su obra "Un marido ideal" al tiempo que advertía que las cosas interesantes pasan donde están las duquesas. Hoy, más de un siglo después y con un Río de la Plata sin realeza, esa exitosa pieza se presenta en Montevideo, según expresa la directora Imilce Viñas, "con una actualidad sorprendente".
Sir. Robert Chiltern es un hombre que lo tiene todo. Es un político brillante y un perfecto caballero; marido ideal para la encantadora Lady Gertrude Chiltern, con quien forma un matrimonio admirado y envidiado por la alta sociedad londinense. Pero los cimientos de esta unión se verán tambaleados cuando la seductora Mrs. Cheveley amenace a este marido perfecto con revelar un oscuro secreto de su pasado, que forma parte de la base de su exitosa carrera. Acorralado, acude a su amigo de la infancia Lord Arthur Goring quien verá también desmoronarse entre una red de mentiras todo el prestigio que cultivó dentro de su círculo. Así, esta historia ambientada en la alta sociedad de Londres de finales del siglo XIX irá llenando de dramatismo, comedia y romanticismo una particular observación sobre las prácticas sociales.
"Creo que es una obra sobre el poder y la corrupción y también sobre la ética y el amor; valores, éstos últimos, que se están perdiendo en las nuevas generaciones. Me parece importante también mostrar a través del protagonista (el político y marido ideal), que los políticos no deben perder la ética nunca y que cualquier acto de corrupción, aunque no haya afectado a nadie, hace que la ética se desarme", comenta la directora quien desde hace varios años ha mantenido la preocupación por mostrar, desde su versión, este mensaje. Es que el proyecto de llevar "Un marido ideal" a las tablas no es cosa de pocos meses. Hace alrededor de diez años, Imilce Viñas soñaba con presentar este éxito teatral escrito por el irlandés Wilde, pero para ese entonces la Comedia Nacional anunciaba la presentación del mismo. Eso hizo que tuviera que posponerla tanto tiempo. Pero a medida que fueron pasando los años, la obra se fue enriqueciendo. "Yo, como directora, las obras las tengo mucho tiempo en la cabeza, siempre mis proyectos son a largo plazo, no los pienso para resolverlas de inmediato. Teniendo el título hablé con Jorge Denevi para que hiciera la traducción y él me dijo que había una excelente hecha por Jorge Abbondanza, entonces la tomamos y sobre esa traducción Jorge hizo una versión y después yo hice la final".
El texto, que originalmente constaba de cuatro actos, se vio reducido a dos dejando la intriga medular como desencadenante de todo el escalafón planteado por Wilde. "Quitamos lo que podía hacer gracia por cosas de la época, modas y costumbres y se sacaron esas cosas puntuales que pueden hacer gracia aún hoy pero a gente de Inglaterra. Lo que se dejó fue el corazón de la obra, eso que dice Wilde y me interesó escenificar a mí", explica Viñas.
DEL PAPEL A LA ACCION. Si bien el espacio en donde presentar la obra era importante ("elegí el Teatro del Centro Carlos E. Scheck porque quería una cercanía muy grande entre la gente y el espectáculo", dijo la directora) la pieza no presenta escenografía mayor que la decoración con algunos muebles y cortinados. De esta forma, los fuertes textos son acompañados por una riqueza de vestuario de época que ubica al espectador en el mismo círculo aristocrático y con la misma atmósfera en la que Wilde se inspiró.
Para la concreción de este aspecto la directora se valió de la visión del plástico Felipe Macheira y otros colaboradores, con los que creó extraordinarios vestidos, propios del nuevo rococó, con diferentes géneros, puntillas, bordados y accesorios propios de la alta sociedad londinense de fin de siglo XIX. La recolección de todos los materiales para el vestuario también fue un trabajo que llevó sus años y que fue acompañando el crecimiento de la obra. "él y yo somos guardadores de cosas entonces si de alguna obra nos sobraban pedazos de encaje los íbamos guardando; Felipe incluso viajó y compró cosas pensando especialmente en que las iba a usar en esta obra".
Otra de las particularidades de la obra es su elenco joven. Según comenta Viñas, desde que realiza la labor de directora, uno de los requisitos que ha impuesto es que los actores tengan la misma edad que los personajes, de forma de hacer más creíble el asunto y darle vida a los nuevos artistas.
"Cuando yo era joven los personajes jóvenes los hacían gente grande y yo, como era gorda, hacía de mujer mayor. Siempre viví eso como una cosa equivocada desde el punto de vista artístico. No quiere decir que los más viejos quedemos afuera porque hay otros hermosos papeles para nosotros pero me parece que no debemos hacer los roles de jóvenes sino que hay que tratar de ser lo más fiel a los personajes originales".
El elenco de "Un marido ideal" está compuesto por 16 actores independientes dentro de los que se encuentran Emilio Pigot, María Clara Vázquez, Lucía Sommer y Jorge Muniz, responsables de los personajes protagónicos. También cuenta con la presencia de Pepe Vázquez y Alicia Dogliotti.
"Tengo el lujo de tener a Pepe haciendo un pequeño papel del padre de uno de los protagonistas y eso es bárbaro porque con su experiencia ha aportado al espectáculo muchísimo, no sólo actoralmente sino en lo que es producción", acota la directora. Y la admiración es mutua entre marido y mujer a la hora de hablar sobre este proyecto.
Pepe Vázquez interpreta a un representante de la clase política de la época, un lord que tiene una aparición simpática en los momentos de comedia del espectáculo diciendo algunas agudezas.
Para María Clara Vázquez, hija de Pepe e Imilce, el atractivo fue extra familiar. "El personaje me atrae muchísimo, me resultan sorprendentes las reacciones que puede llegar a tener una persona, quizá tan lejana a lo que uno es, tal vez porque no vivimos en las esferas de toma de decisiones, pero además porque el personaje habla sobre la condición de la mujer y es terrible lo que dice. Ahí se pueden ver los avances que ha tenido el papel de la mujer en general en la sociedad a lo largo de este siglo a pesar de que la obra sea impresionantemente vigente".
Este último aspecto hace que Emilio Pigot sienta una responsabilidad "gigantesca" a la hora de darle vida a Sir Robert Chiltern. "Es increíble lo que me pasa con el personaje. Es un hombre que yo como actor estoy convencido de que lo que hizo está mal, pero el personaje está convencido de que no y lo justifica todo el tiempo. Es muy difícil trabajar esto porque uno como actor al personaje siempre lo tiene que justificar porque sino para el público no es creíble".
Parte del trabajo de reflexión que hace el actor es también el que la directora pretende que hagan los espectadores al verla y por esto la importancia que le da al entreacto de diez minutos con el que cuenta. "A mi me gusta el entreacto porque es el momento en que la gente comenta; yo pienso que retomar el entreacto es una cosa buena porque es importante que el teatro no sea una cosa de consumo como el cine sino que tenga intercambio cultural entre la gente. Sería bueno que el teatro se vuelva a convertir en un lugar a donde uno va a ver un hecho cultural y que ese hecho provoque algo más, que haga reflexionar".
Lucía Baldomir
Foto de tapa: María Inés Hiriart