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Patricio Giménez se instala en Uruguay para siempre: "A Argentina no la voy a poder cambiar yo"

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Patricio Giménez

NOTA DE TAPA

El músico y hermano de Susana resolvió un cambio de vida y se radicarà de este lado del Río. En entrevista, niega que su hermana lo apoye económicamente.

—En mayo viajaste a Punta del Este mientras transcurría la cuarentena en Argentina y no volviste más a tu país. ¿Dirías que estás viviendo en Uruguay de forma definitiva?

—Sí, la pandemia aceleró mis sueños. Yo tenía un terreno y decía “cuando tenga 65 años me voy a hacer una casita frente al mar” y empecé a pensar por qué no la hacía ahora. Estoy muy entusiasmado con una chacra que está dentro de un complejo que voy a comercializar y es donde voy a hacer mi casa. El lugar se llama Chacra de las Cañas y es camino a Aiguá.

—¿Comenzaste a tramitar la residencia cuando declararon la cuarentena en Argentina?

-No, yo tenía la residencia en trámite porque era un sueño que tenía, aunque sin urgencias. La pandemia aceleró todo y ahora soy residente.

—¿Cuál es la sensación que tenés con respecto a Argentina?

—Cuando pienso en volver a Argentina por melancolía, enseguida me viene a la cabeza la indignación, la falta de expectativa, la impunidad, la corrupción. Uno ve las noticias y todo es un espanto. Yo no voy a cambiar la Argentina, así que prefiero alejarme y cambiar mi realidad.

—¿Y qué es lo que te gusta de Uruguay?

—Desde que tengo nueve años pasaba enero, febrero y marzo en Punta del Este, por lo cual estaba una cuarta parte del año en Uruguay. Tengo amigos y recuerdos. Yo siento que este mar es mucho más mío que Mar del Plata.

Patricio Gimènez
Patricio Gimènez

—¿Encontrás diferencias entre la sociedad uruguaya y la argentina?

—Hay un respeto diferente. A mí en Argentina la gente me trata muy bien, pero en Uruguay nadie se abalanza cuando uno está comiendo una hamburguesa. La gente respeta más. A Susana de forma educada le piden una foto, pero no existe el avasallamiento que hay en Buenos Aires. Y lo otro que me gusta es la tranquilidad. Cuando vengo en auto desde Argentina, de allá salgo a 170 y cuando llego acá voy a 60. Uno baja cinco cambios. Yo viví en México DF, Nueva York y San Pablo, pero me siento más identificado con Uruguay. Soy un hombre de naturaleza, campo, paz y acá soy lo más feliz del mundo. Uruguay me permite conectar con mis deseos más profundos.

—Sabés que hay quienes critican a las figuras que se fueron de Argentina en un momento difícil para el país...

—Me da gracia que digan eso. Recién escuché al Papa diciendo que le entristecía que hubiera gente que se fuera de vacaciones. Hay una cosa muy loca de las religiones occidentales con el tema de la culpa y pagar por sus pecados. Yo no sé cuánto mejor le hubiera hecho al país si me quedaba encerrado en un departamento. Yo no soy Favaloro y no sé cuidar enfermos.

—¿Cómo es tu rutina en Uruguay?

—La mañana me gusta para estudiar guitarra. Después le dedico un rato a las redes sociales, que me demandan tiempo porque tengo que generar contenido. Yo estudié marketing digital y sé lo importante que es darle importancia a eso. Después me dedico a ensayar el show que hago en Mia Bistró y a pensar y gestionar otros proyectos, como los inmobiliarios.

—¿Cómo pasaste las fiestas?

—El 31 estuve trabajando en Mia Bistró en la Brava. Y el 24 pasé una de mis mejores navidades. Tenía muchas invitaciones, pero decidí pasar la Navidad solo con mi perra Rumba. Mis hermanos menores estaban en Argentina y Susana en Miami. Nunca había pasado una Navidad solo y fue algo maravilloso.

—¿Te definís como un hombre solitario?

—Cada vez soy más solitario. Me conecto con la naturaleza y disfruto con mi perra. Esto no quiere decir que no tenga contacto con nadie y que no me quiera enamorar. Si me das a elegir entre estar solo o estar súper enamorado, prefiero estar enamorado, pero jamás estaría con alguien solamente para no estar solo.

Susana Giménez en La Mary, su casa de Punta del Este. Foto: Instagram @gimenezsuok
Susana Giménez en La Mary, a donde llegó con Patricio en mayo. Ahora  está en Miami.

—¿Cómo conocés chicas en esta vida solitaria que llevás en Uruguay?, ¿usás una aplicación de citas, por ejemplo?

—¡Por supuesto! Soy igual que todos. Gran parte del tiempo estoy solo en el campo pero tengo contacto con la sociedad. Toco en Mía Bistró, hablo y conozco a mucha gente.

—El año pasado sorprendió que salieras a polemizar públicamente sobre ciertos temas, ¿qué pasó para que abandonaras el bajo perfil que te caracterizaba?

—Cambió el hecho de que no sabés si mañana vas a estar. Esa cosa de vivir más el presente me hizo libre en muchos aspectos. Si alguien me rompió las pelotas 25 años gratuitamente, ahora le respondo. No me importa si se llama Néstor, Cristina o Rial. ¿Por qué tengo que soportar que me prejuzguen y me critiquen sin conocerme? Yo siempre viví de lo mío sin joder a nadie.

—El intercambio público con Jorge Rial fue muy fuerte y dio la sensación de que existía una enemistad desde antes...

—-Fueron 20 años de callarme la boca por gente de mierda que hizo mierda a un montón de gente. Rial hizo cosas terribles y nunca pidió disculpas. A mi familia le hizo mucho daño, y si la gente hace memoria sabrá a qué me refiero. Yo no lidio con soretes. Con la gente de mierda se terminó. Él me dice que me quiere cruzar para enseñarme cosas. Yo sé que le voy a enseñar más cosas a él que él a mí.

—¿Qué le enseñarías?

— A ser buena persona, respetar y tener códigos. Para empezar.

—Tanto él como los que critican te achacan no trabajar o vivir de tu hermana...

—Es la fácil. Es lo que ellos serían si estuvieran en mi lugar. Si ellos tuvieran una hermana millonaria no laburarían. Yo sí. Mi papá se murió cuando tenía 11 años y a los 17 yo ya estaba trabajando y viviendo de mis cosas.

—¿Susana no te ayuda económicamente?

—No. Me ayuda emocionalmente como yo a ella, como hermanos.

—¿Cómo fue la convivencia con ella durante el tiempo que estuvieron juntos en Punta del Este?

—Cuando llegamos estuvimos todo el tiempo juntos. Después yo me fui para el campo. Una de las cosas buenas que me dejó el año fue profundizar mi relación con Susana. Antes por ahí nos veíamos siempre, pero convivir fue distinto. Susana es una persona maravillosa.

—¿Cuál fue tu rol en el accidente que ella tuvo en La Mary poco después de llegar a Uruguay?

—Yo no escuché cuando se cayó. Rumba vino a despertarme y yo fui a ayudarla y levantarla porque se moría del dolor. Tenía el codo salido y el dolor era terrible, así que la llevé enseguida al hospital. Fue un momento muy fuerte que no me voy a olvidar.

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