Decir lo justo y saber callar a tiempo. Esa es la receta de Florencia Ruiz, quien a pesar de sus escasos 35 años ya tiene una extensa discografía editada no solo en Argentina, sino también en México y Japón. Hoy se presenta en Somos Sonido (Baldomir 2420) con su último disco, Luz de la Noche, en el que colaboran entre otros músicos internacionales Hugo Fattoruso.
-Tenés seis discos más tres ediciones japonesas y tres ediciones mexicanas, ¿cómo se da ese proceso "precoz" de tu primera trilogía de discos: Centro, Cuerpo, Correr?
-No sé si ha sido un proceso precoz. Mis primeras canciones las compuse a la edad de 10 años y mucho tiempo después pude registrarlas. Ya casi tenía terminada una carrera en el Conservatorio y buscaba cumplir el sueño de dedicarme a mi propia obra. Posiblemente haya sido rápido el proceso de edición en el exterior…
-¿Cómo se dio ese proceso?
-En el año 1999, un amigo me invitó a registrar mis canciones en su computadora y, cuando terminó el proceso de grabación y mezcla, otro amigo me dijo "hiciste un disco" y me sorprendí. Yo tenía la necesidad de sacarme esa música de adentro, de hacer catarsis. Así llegó Centro. Tres años más tarde grabé Cuerpo también en casa de un amigo y de modo súper simple e improvisado. Cuando terminé este trabajo colgué una canción en internet (que para mí era un terreno inexplorado, algo así como un nuevo planeta ) y tiempo después me llegó un mail pidiéndome discos para vender en Japón. Lo tomé con una alegría inmensa y respondí que no podría ser, que aun no estaban editados, eran CDR. ¡Igual los querían! Me pidieron que los firmara y les escribiera los nombres de las canciones a puño y letra. El público japonés se interesó mucho por estos trabajos y, de boca en boca, mi música comenzó a crecer allí. Un par de meses más tarde recibí una propuesta para editar Cuerpo + Centro en versión de disco doble y con el dinero de adelanto de regalías compré mi primera computadora, placa de sonido y micrófono y en casa grabé Correr. Ese mismo año, Centro y Cuerpo fueron editados en México. Para mí era importante sentirme preparada, seguramente ese mandato viene del conservatorio por eso tomé a estos discos como un escalón previo a comenzar algo. Les guardo un amor especial y son como tesoros para mí.
-¿Cómo se percibe tu música en esos lugares?
-Con el pueblo japonés el acercamiento quizá tiene que ver con la esencia de mi música. Letras cortas, sintéticas y quizá con el tratamiento del silencio. Con decir lo justo y saber callar a tiempo. Ahora Japón significa más que crecimiento musical y profesional. Es una alegría poder tener tantos amigos allí, muchos entrañables. Además, haber tenido la posibilidad de viajar a tocar en dos oportunidades visitando ciudades increíbles es un regalo de la vida que marcará para siempre mis días. Con México creo que la conexión viene por el lado de la electrónica. Nunca lo pensé pero puede que el mix: canciones oscuras, breves y con un tratamiento de la electrónica rudimentario, experimental y personal me abriera algunas pequeñas puertas en la escena local de este maravilloso país. La edición de Luz de la noche aún no está en la calle ni ha sido recibida por la prensa…habrá que esperar para saber que ocurre con este disco tan distinto a mis primeros trabajos editados en tierras aztecas. Es también una alegría enorme que Luz de la noche cuente con una edición en Nueva York. De a poco va creciendo el interés por este disco y por mi obra en esta ciudad, algo completamente inesperado por mí.
-¿Qué temáticas transitaba la trilogía que no transita Luz de Noche?
-Centro, Cuerpo y Correr están atravesados por temáticas tales como: soledad, niñez y melancolía quizá… Los tres discos podrían verse como uno solo. Por eso hay canciones que comencé en Centro y recién cerré en Correr. Hay muchos guiños entre los tres, detalles que se repiten, búsquedas compartidas.
- Leí que empezaste a tocar la guitarra para poder estudiar composición, pero ¿cómo conectaste con la idea de componer? ¿Siempre quisiste ser música?
-Desde siempre, he sido una afortunada y no tuve dudas respecto a la vocación. Pero sabía que si quería evolucionar como creadora y dejar una obra interesante tendría que estudiar. Y lo hice con muchas ganas y dedicación, la música es mi vida y quiero darle todo de mí.
- Luz de la noche es un disco bastante depurado de rock. Por una cuestión generacional esa ausencia es significativa, sobre todo para una fanática de Charly, ¿a quiénes identificás como precursores de lo que hacés o como influencias?
-Luz de la noche lo hicimos junto a Carlos Villavicencio. El álbum lleva mi nombre pero es un trabajo en conjunto. Si él no hubiera participado el disco sería completamente distinto. Estamos muy felices con el resultado, trabajamos muchísimo durante casi tres años para concretar este sueño. Es música, no sé si se lo puede encasillar. Es un disco para escuchar y sentir. Y vas a encontrar rock, pop, jazz, folklore, tango. Yo crecí escuchando tango y rock, y seré fan de Charly para siempre, pero también estoy convencida de que la música es una sola y que no tiene sentido catalogarla. Una de las características fundamentales de este álbum es su apertura, por eso es que invitamos a músicos de todos los géneros, buscando lo mejor para la canción. Si me pusiera en el bando del rock posiblemente estaría cerrándole puertas a mi música. Me encanta toda la música y quisiera aprender de todas. Mis influencias más claras vienen de la música contemporánea, de los compositores de la guitarra y del rock argentino también.
- Los arreglos en conjunto tienen mucha armonía y son bastante exóticos. ¿Qué tomás en cuenta al momento de hacerle los arreglos a la canción?
- Los arreglos están escritos y dirigidos por Villavicencio. Los desarrolló con total libertad y para mí ha sido una alegría ver crecer a mi obra. Él tiene un manejo de los instrumentos genial y ha pintado los paisajes de modo extraordinario. Si escuchás el disco 100 veces, cada escucha tendrá su descubrimiento porque el nivel de detalle que tiene es increíble. Nos propusimos ir con la canción, seguir su espíritu y creo que se logró. Está pensado como un viaje, te invita en el primer tema a subir y te despide con todo cariño arrullándote con una canción de cuna cantada al oído…
- Tus letras son fragmentales, poéticas, metafísicas casi, en el sentido de que no están atadas ni a lugares ni a experiencias explícitas. ¿Cómo es el proceso compositivo?
-La letra y la música vienen juntas. Quizá le pido un poco más al oyente en este sentido y también le doy libertad, puede pensar o sentir libremente. La melodía y la armonía completan el proceso creativo y dan pistas, acompañan a la letra y te invitan a la sensación.
-¿Qué inspiro el disco Luz de la Noche?
-Luz de la noche es mi sueño hecho realidad. Un trabajo de amor. Desde mi adolescencia he sido fan de Villavicencio y de muchos de los músicos que participan. Cuando recibí la propuesta desde Villavicencio para hacer un disco en conjunto sentí que era la oportunidad para aprender y crecer a su lado, eso que había deseado toda mi vida.