—¿Cómo se procesó la decisión familiar de mudarse a Punta del Este?

—Desde hace tiempo tenía en la cabeza la idea de vivir en un lugar más tranquilo y salir de la ciudad. Cuando nació nuestra hija Donatella, ese deseo se intensificó. El año pasado empecé a venir más por mis participaciones en Radio Viva y el proyecto fue tomando más fuerza. Lo hablamos con Stella y ella estuvo de acuerdo con la condición de salir del apartamento. Si veníamos, que fuera a una casa. Empezamos a buscarla hasta que apareció una opción en la Playa Mansa. Estamos muy felices.

—¿Cuánto pesó el cambio en tu salida de Canal 4?

—La decisión de renunciar al canal no está 100% vinculada a la mudanza. Es un componente más. Yo creo que todo tiene un ciclo y lo importante es cerrarlo bien. No hay que forzar la situación y yo sentí que mi ciclo en el canal estaba cerrado: que mi carrera no iba a continuar en aumento o proyectándose como había pasado hasta el momento. Podía quedarme a ocupar una silla que me había ganado, pero yo soy de los que piensa que, en esta profesión, todos tenemos que tener el fuego sagrado y la motivación para seguir creciendo.

—¿Y en el canal habías tocado ese techo?

—Es lo que sentí. Tengo 40 años y cumplí muchas funciones en el canal en estos ocho años: tuve un segmento que disfruté mucho de entrevistas, además de la conducción de Teledía últimamente. Fui conductor eventual de Todas las voces también. Soy un agradecido pero sentí que ya no podía dar más pasos adelante.

—La salida se produce en momentos en que Telenoche inicia una etapa de cambios. En algún momento, se habló de tu nombre como parte del equipo de conductores. ¿Fue así?

—Siempre estuvo claro que los conductores iban a ser Jaime (Clara), Viviana (Ruggiero) y Emilio (Izaguirre). Sí es verdad que conversamos la posibilidad de que estuviera con un espacio y tuviera pantalla en el nuevo Telenoche central. Yo hice alguna contrapropuesta como para instrumentar esa idea, pero no tuvo andamiento. También estaba la posibilidad de seguir con la mañana, pero eso sí me complicaba más porque al vivir en Punta del Este se me iba a dificultar para entrar a las 6:00 de la mañana. Y como la propuesta para el central consideraba que no iba a proyectar mi carrera, no había muchas opciones.

—¿Cuál era esa propuesta?

—Se habló en algún momento de que me hiciera cargo del espacio de información internacional, algo en lo que no sé si me veía porque implicaba alejarme de la noticia nacional. Lo conversamos mucho y no puedo decir que haya habido un problema. El canal tiene un plan de desarrollo para Telenoche y yo tengo un plan de desarrollo de mi carrera que en este momento no coinciden. Es la mejor definición de lo que pasó. Le buscamos la vuelta y vimos que estábamos en un punto sin salida, así que se dio todo junto: la mudanza y la salida del canal. Pero todo en los mejores términos y síntoma de ello fue el tono de la despedida con mis compañeros pero también a nivel de la empresa.

—En este momento, entonces, estás dedicado a las mañanas de Radio Viva en Punta del Este.

—Sí, estoy muy feliz en Radio Viva. Empezamos el año pasado con salidas mías desde Montevideo. Estoy muy agradecido a Gonzalo Terra, gerente de Telenoche, que me permitió salir de 8:00 a 9:00 desde el canal. Acordamos que al terminar Teledía, en vez de hacer lo que hacíamos a esa hora que era desayunar y comentar las noticias, yo me metía a hacer el programa de radio. Luego compensaba quedándome una hora más.

—¿Estás abierto a volver a trabajar en un medio de Montevideo?

—Sí, por supuesto. Estoy abierto a escuchar oportunidades que me permitan proyectar mi carrera y si son en Montevideo, con gusto. Estamos a una hora y media de Montevideo: mucha gente en el mundo vive a una hora y media de su trabajo y no es problema. No tengo limitaciones en ese sentido. Tomaré todas las posibilidades que sienta como un desafío de crecimiento en mi carrera.

—Está el plano económico también...

—Claro. Yo disfruto mucho de mi lugar en Radio Viva, donde me contemplan muchas cosas pero la radio no se caracteriza por el recurso económico. Tampoco descarto otras posibilidades dentro de la comunicación, como asesorías u otras vertientes. Lo mío es el periodismo: con aciertos y errores, es lo que mejor sé hacer.

Foto: Ricardo Figueredo.

—La despedida de Telenoche fue muy sentida a nivel de tus compañeros pero también en redes sociales. ¿Te sorprendieron esas devoluciones?

—Sí. Superó en mucho lo que me había imaginado. Mis compañeros tienen más herramientas para evaluarme desde el punto de vista profesional, pero sobre todo en lo humano que para mí es lo más importante. A mi hija me gustaría que un día le digan que su padre fue una buena persona antes que un buen periodista. En realidad me gustaría que le dijeran las dos cosas, pero si tengo que elegir me quedo con la primera. Y los mensajes que recibí fueron muy movilizantes, de mis compañeros pero también de la gente en redes. Vivimos en una sociedad con mucha polarización y en este caso yo no vi ningún comentario negativo sobre mí.

—¿Cómo avisorás el panorama político para 2023?

—Este año se van a prender los motores la campaña electoral, lo que tiene cosas buenas y cosas malas. Creo que el gobierno ha hecho un esfuerzo por tratar de cumplir con lo que había anunciado: prometió una reforma educativa y la está intentando hacer, además de la reforma en la seguridad social o la apertura a nuevos mercados. Vamos a ver si las iniciativas terminan saliendo o no, pero tiene las cartas para mostrar. Después, las elecciones se resuelven por dos o tres temas, entre ellos el bolsillo y la seguridad, los dos asuntos por los que, para mí, perdió el Frente Amplio en 2019. Habrá qué ver cómo los mide ahora la ciudadanía: la evaluación de la economía es muy subjetiva según el sector y en seguridad ni la coalición ni el Frente pueden decir que tienen la receta para solucionar este problema. Me parece que ninguno de los dos va a hacer campaña con este tema, lo cual no deja de ser positivo. Asumir a la seguridad como un problema complejo, que requiere una política de Estado, puede ser sano para el país.

—El caso Astesiano ha marcado la agenda desde la detención del excustodio presidencial. ¿Crees que será determinante en las elecciones?

—Que implica una mancha para el presidente no tengo duda. Ahora, no sé si la coalición o el Partido Nacional lo van a pagar con votos. No me imagino a un votante blanco cambiando su preferencia por el caso Astesiano. El ciudadano suele cambiar el voto por cosas más concretas: cuando eventualmente escucha al político decir que no hay faltante de medicamentos pero él va dos, tres o cinco veces a su policlínica en Rivera o en Artigas y el medicamento que busca no está. Ahí él siente que le están mintiendo o que no están empatizando con él y puede cambiar su voto. Eso lo pagó muy caro el Frente Amplio cuando negaba o minimizaba el problema de la seguridad y los robos o delitos peores eran moneda corriente, no en Carrasco o en Malvín, sino en los barios al norte de Av. Italia, donde las familias de laburantes no podían dejar que su hija de 15 años se tomara tranquila un ómnibus. Ante un problema, es preferible que el político lo asuma y diga “estamos trabajando” a que lo niegue.

Foto: Twitter @Canal4_UY

—Sobre el caso Astesiano, ¿cómo considerás el tratamiento de la prensa?

—El tratamiento periodístico fue excelente. Todo lo que se sabe del caso Astesiano se sabe por la prensa. Obviamente, es un tema de interés periodístico: el seguridad del presidente termina en detenido en la residencia de Suárez. No hay manera de que no se transforme en un caso de investigación para varios meses. Además, todos los periodistas lo conocimos al “Fibra”. Era una persona que siempre estaba en las actividades de Lacalle Pou, en especial durante la campaña electoral. Estoy seguro que dentro de los chats hay varios con periodistas. Nada comprometedor pero sí consultas de datos concretos sobre la agenda del presidente.

—En los últimos tiempos hubo algunos cuestionamientos de organizaciones internacionales o locales que indicaron algunas limitaciones hacia el trabajo de la prensa desde la asunción del gobierno multicolor. ¿Es así?

—Yo creo que no pasa nada alarmante o diferente a lo que pasaba el pasado. En mi caso, tuve lío con representantes del gobierno actual y también del gobierno pasado. Personas a las una pregunta o un comentario no les cayó bien. Es normal. Ningún partido puede rasgarse las vestiduras diciendo que nunca presionaron a la prensa porque esto es muy chico y todo se sabe. Todos sabemos en el ambiente que en gobiernos anteriores había algunas personas vinculadas a la comunicación en ciertos ministerios que llamaban a los medios para quejarse del trabajo de los periodistas. Ahora, de ahí a que eso permee de tal manera que condicione una cobertura o hacer o uno una pregunta, hay un abismo. Con problemas, con eventuales presiones, creo que Uruguay es un oasis en materia de libertad de prensa. Estamos lejísimos de Argentina, por ejemplo, donde hay que decir a quién votás para trabajar: si votás al kirchnerismo no podés trabajar en TN y si te simpatiza Macri no podés entrar a C5N. En Uruguay y siendo compañero de muchos de ellos, yo no sé a quién vota el 90% de los periodistas ni se nota en su trabajo.