ENTREVISTA
La directora de arte argentina habla de su carrera, adelanta que está trabajando para una película de Netflix y cuenta anécdotas de su trabajo
—En 2018 te recibiste de Diseño de Imagen y Sonido en la UBA, pero para ese entonces ya estabas trabajando.
—Sí, al principio uno cuando se tiene que meter en este rubro tiene que hacer un poco de todo. En cuanto rodaje me podía meter, iba. Fui asistente de arte, de producción, asistente general, porque en todos los rubros artísticos al principio tenés que pagar ese derecho de piso hasta que empezás a cobrar por tu trabajo. Porque, al menos en Argentina, está mucho eso de las carreras más artísticas, hasta que no te armás tu reel o portfolio, la gente te toma como que estás haciendo un hobbie, y se dificulta para que te paguen. Por eso me costó llegar al punto en el que me dicen: “hola, quiero que me hagas esto, ¿cuánto cobrás?”; la gente por querer meterse en este rubro se mete en el rol que sea y hacen lo que sea. Fui a la UBA, hice una carrera hermosa y aprendés un poco de montaje, sonido, producción, dirección de arte, pero después la parte más práctica que es el salir a filmar, la tenés que ganar trabajando. Y que se te den oportunidades de que te puedas meter en un set, al principio es redifícil. Tenés que estar dispuesto a ser muy proactivo y ayudar en el área que se necesite y mostrar lo que sos capaz de hacer.
—¿Esa situación cambió cuando te recibiste?
—Sí, entre estar recibida y tener esa experiencia de portfolio que fui sumando, un día me mandé y dije: “hola, soy directora de arte” en una convocatoria que habían hecho en Alternativa Teatral que es una página muy conocida. Estaban buscando un director de arte ad honorem y me mandé. No es que no supiera nada, pero me estaba dando la parte para arrancar y que me dieran algo en lo que pudiese decidir yo la estética.
—¿Esa es la función de un director de arte?
—Sí, el director de arte es la persona que se encarga de toda la parte visual y estética de una pieza audiovisual ya sea una película, una serie, una publicidad o un videoclip. Y uno tiene que preparar una propuesta estética, si no está situada en tiempo y espacio hay que hacerlo, visualizarlo y puede ser minimalista, barroco, renacentista, futurista o lo que fuera, y eso ligarlo al sentido de la canción en cuanto a un videoclip, la estética del propio artista, de una marca si así fuese.

—Muy creativo todo, pero, ¿cuál es el desafío?
—El desafío está cuando uno tiene que armar la estética de cero de una pieza. Yo quería ese desafío, así que me mandé, y por suerte salió bien.
—Fue como una bola que empezó a crecer y en poco tiempo trabajaste con una cantidad enorme de artistas.
—He trabajado con artistas de acá (Argentina) y con otros más internacionales pero es muy loco que un artista te confíe su estética, porque por ejemplo en el caso de Cazzu, ella tiene una estética muy propia. Duki lo mismo, son artistas que se instalaron mucho en el imaginario de la gente y tienen una estética que hay que respetar. Y que te confíen eso y que el director del clip te diga: “para este video vamos a hacer una nave espacial o lo que fuera”, para mí a veces es mucha presión pero me encanta. Estoy muy agradecida que muchos artistas confíen en mi trabajo y en que uno los pueda representar. Porque independientemente de los gustos que pueda tener, me visto de colores pastel, tengo el pelo de color rosa, tengo una estética propia o al menos la entiendo así, el hecho que una marca o un artista instalado te confíe que vas a poder representarlo, a mí me sigue impactando. Sobre todo porque son artistas de palos muy distintos en la música y ahí estamos, tratando de seguir.

—También trabajaste con Márama y Rombai.
-Sí, Márama y Rombai fueron las dos bandas con las que trabajé primero, cuando eran los artistas de la escena, los que se escuchan en todo el mundo. Y fueron los primeros videos que hice, donde tuve que construir la estética, montar el set y que después se convirtieron en videos con 30 o 50 millones de visualizaciones. Todo el mundo que conocía los había visto, y la llegada que podía tener mi trabajo, me voló la cabeza. También me encantó el montar mundos imaginarios, ir a un estudio vacío y hacer algo de la nada, eso me encanta más que ambientar un lugar y convertirlo en otro. Soy muy de querer construir espacios, una nave espacial, una selva, un iglú, o lo que fuera de cero. Eso me encanta hacer todavía y es una de las cosas que más me atrapan de la dirección de arte.
—Es un trabajo complicado, porque por ejemplo cuando decidiste poner el fondo rosado al video de Tini es que la gente recuerda la canción.
—Hay un video de Tini que aprecio mucho que se llama “Duele” que es Tini adentro de una concha gigante, y me ha pasado que la gente me dice: “ah, sos la que construyó la concha de Tini”, todavía me sigue causando gracia. Desde eso a la estética con los colores rojos, las rosas y lo emo de Cazzu, o con C.Tangana que es más del Trap, tiene más cadenas, billetes, licores, ese estilo de video. Son estéticas muy distintas y como decís, a veces la gente se acuerda más de los videos por esos detalles, esas escenografías.
—¿Tenés otro ejemplo de un video cuyo éxito te sorprendió?
—El video “Miénteme” de Tini con María Becerra, prendimos fuegos unos Pinball y ellas hacen una coreografía en medio de una estación de servicio en la ruta con una estética de carteles de neón, y todavía sigo yendo a bailar y todo el mundo sabe la coreo. O sea, esa gente vio el video.

—Pero además de videoclips has hecho escenografías más grandes. ¿Cómo se dio ese paso?
—Me pidieron hacer escenografías más grandes y armé Dajaus junto a mi pareja, Agustín Jauregui que es diseñador industrial. Yo hacía diseño de arte en modo chiquitito, ambientar lugares, cosas chiquitas, primero por los presupuestos que manejaban los artistas que tenía en ese momento, y por las oportunidades que tenía hasta el momento. Quería empezar a crecer, tener trabajos más grandes, antes que aparecieran Tini, Duki, Cazzu, y un día tenía que crear una escenografía muy grande y hablando con Agus le digo: ¿por qué no lo hacemos entre los dos? Y se armó algo muy loco y desde que empezamos a trabajar juntos fuimos creciendo, tuvimos que buscar un lugar para guardar las escenografías, armamos una oficina, creció el equipo porque cada vez había más rodajes, y uno de los primeros trabajos que tuvimos juntos fue “La cobra” de Jimena Barón que fue un video emblemático porque hubo un momento que se puso muy de moda, y para esa canción armamos una pileta con agua adentro de un estudio porque la querían acostada en el agua, y no teníamos ni idea de cómo hacer eso. Es lo loco de esto, porque siempre corrés el riesgo de que te pueda salir muy mal. Pero es esa adrenalina de que tenemos que armar algo que ninguno de los dos hizo antes, pero vamos para adelante. Al final todo salió bien.
—Venían creciendo, el quiebre de tu carrera se dio con el video “Miénteme” de Tini?
—Claro, empezamos a manejarnos con un equipo más grande de personas, de hecho ese video fue uno de los grandes que se hicieron post pandemia, lo dirigió Eduardo Casanova que es un director español y lo dirigió por videollamada porque no podía viajar por las fronteras cerradas. Y Eduardo es muy emblemático, tiene una estética muy propia, hay una película suya en Netflix, Pieles, y es muy conocido por su estética. Y trabajar en plena pandemia con una persona del otro lado del mundo y hacer que se sientan tanto Tini como él a gusto con lo que uno está haciendo con las escenografías, fue imponente.
—¿Cómo hacían para elegir los colores, por ejemplo?
—El se fijaba en un catálogo el número de pantone que le mandaba y se fijaba en una pinturería de España, todo muy loco. Y trabajar con Eduardo fue genial, porque venía acostumbrada a que cuando preguntaba qué celeste, por ejemplo, me decían: el que consigas en la pinturería; y esto fue entrar en las grandes ligas donde hay miles de tonos y había que ir al específico porque tenía un sentido. Fue llevar la dirección de arte a otro nivel, que es el verdadero nivel de la dirección de arte: poder contar más allá de lo que se dice con la canción o con los diálogos si se trata de una ficción. Poder contar a través del arte, y si pinto el set de un color es por algo, si pongo los sillones de una estética de los setenta tiene una razón, que haya un significado atrás de lo que uno muestra en un video.