"Me sigue pareciendo increíble"

| Cuando a un actor se lo empieza a conocer más por su nombre que por el de sus personajes es que su carrera va por buen camino. Esto es lo que está sucediendo con Daniel Hendler, que ya no es sólo el Leche de "25 watts" o algún Ariel de las películas de Daniel Burman. Desde hace un tiempo es un intérprete con nombre propio y talento probado.

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Muchas cosas habrán pasado por la cabeza de Daniel Hendler el pasado 14 de febrero cuando, con cuidado de no tropezarse —ese era uno de sus temores— dirigió sus pasos hacia el escenario del "Berlinale Palast" para recibir el Oso de Plata a Mejor Actor. Quizás en ese momento no advirtió que estaba metiéndose en la mejor historia del cine uruguayo, aunque el premio se lo llevara por la película argentina "El abrazo partido", de Daniel Burman, ganadora esa noche del Premio del Jurado del Festival de Berlín.

Hoy, con la reflexión que permite el mes y medio transcurrido desde aquel momento, el actor aceptó dialogar con SABADO SHOW de la forma que más cómodo se siente, por correo electrónico.

—¿Haber ganado el Oso de Plata condiciona tu toma de decisiones de aquí en más en cuanto a la elección de guiones o gente con la que vas a trabajar?

—Si el Oso aumentara la cantidad de propuestas, aumentarían mis posibilidades de selección. Por ahora el cuidado sigue siendo el mismo de siempre.

—Ya ha pasado un tiempo desde el día en que recibiste el premio, tiempo que supongo te ha permitido otra mirada de ese logro. ¿Cómo evaluás hoy ese reconocimiento en un festival tan prestigioso como el de Berlín?

—Presencié hasta ahora dos funciones de la película, una en Berlín y otra en Mar del Plata, y en ambas parece que la película resultó entrañable. No evalué mucho acerca del premio, me sigue pareciendo increíble.

—¿Qué pasaba por tu cabeza cuando caminabas hacia el escenario, además de intentar no tropezarte?

—Trataba de no olvidarme de las personas a las que quería agradecer. Después me olvidé de algunos. Aprovecho entonces para saludar a mis hermanos, a mi padre, a mi abuela, a mi tía, a mi primo, a mis amigos, a Pocho y a mi madre.

—¿Se te acercó mucha gente conocida a saludarte? ¿Cómo fue ese encuentro con Frances McDormand en el que te dijo "yo también soy actriz"?

—La verdad es que no me crucé con mucha gente famosa, lamento decepcionar. Conocí a Frances McDormand porque era la presidenta del jurado y quedó encantada con la película. Me crucé con algún que otro director el día de la clausura pero, como no habían ganado premios, no quedaba bien acercarse a saludarlos.

—A esta altura se te podría definir como el actor fetiche de Daniel Burman, otros dicen que sos su "alter ego". ¿Cómo definís vos esa relación director-actor que tan buenos resultados viene dando?

—Hay lo que se dice buena química. Trabajamos mucho en la previa de la película, desde la primera versión del guión hasta el casting. Eso me permitió participar de la construcción del personaje, por lo que en el rodaje no fueron necesarias muchas palabras. A la vez, el hecho de ser amigos, no me permite hacerme la estrella. No puedo hacerme el vivo.

HACIA LA TRILOGIA. En "El abrazo partido", Hendler tiene el mismo nombre y religión que su personaje de "Esperando al Mesías", la primera película en la que trabajó con Burman. También se relaciona sentimentalmente con una chica que se llama de la misma manera y es interpretada por la misma actriz (Melina Petriella) que el personaje con el que se vincula en el primer film.

—¿Esas son las únicas coincidencias entre tus dos "Arieles" o son similares en algo más?

—En "Esperando al Mesías" hay un germen de esta película. Pero esta no es la continuación de la otra, simplemente hay cosas autorreferenciales en ambas. Burman está pensando en hacer una tercera película conmigo, lo que cerraría una trilogía.

—Burman ha señalado que esta película es otra de sus autobiografías. Una vez contaste que en "Esperando al Mesías", sabiendo que estabas interpretando experiencias de vida del director, lo observaste para armar el personaje. ¿Sucedió lo mismo para "El abrazo partido"?

—No. Esta vez no. Traté de alejarme del modelo que tenía enfrente y hacer un personaje con vida propia.

—En esta última película, tu personaje busca el pasaporte que le permita probar suerte en otro país, algo muy propio de los uruguayos y que se ha acentuado en los últimos años. ¿Pesó esto en tu diseño del personaje y la forma de actuar esa situación?

—Conozco algún amigo que se fue, aunque creo que si las cosas mejoraran en Uruguay probablemente vuelvan. El personaje, en cambio, no intenta irse para buscar oportunidades solamente, sino que está harto de su entorno familiar. Quizás a mis amigos que se fueron también les pase algo de eso, no lo sé.

DE AQUI PARA ALLA. Hendler reparte su vida entre Buenos Aires y Montevideo, un estilo nómade que le gustaría mantener. Claro está que ahora podrían abrírsele una serie de puertas que quizás lo obliguen a viajar más lejos y estar más tiempo alejado del Río de la Plata.

—¿Creés que vas a poder seguir manteniendo esta vida nómade uruguayo-argentina? ¿Sólo te irías por una propuesta para trabajar en inglés como dijiste en alguna nota?

—Yo nunca dije eso de que me iría para trabajar en inglés. Esa nota era muy simpática pero el periodista en vez de grabar la charla tomaba apuntes. No tengo idea de cómo construyó esa frase. Me iría a dónde sea si me ofrecen un trabajo lindo. Pero no me iría a vivir. En este momento me estoy quedando en Buenos Aires por motivos afectivos más que laborales. Pero Montevideo está cerca y vengo todos los meses.

FAMA Y POPULARIDAD. El actor es partidario del bajo perfil y cuando no está trabajando le gusta pasar desapercibido, al menos para los medios de comunicación. Esto se le viene tornando cada vez más difícil porque los premios vienen por lo general acompañados de mucha prensa. De todas formas, para él sólo se trata de momentos.

—Alguna vez dijiste que en Argentina te reconocía una persona de cada 30 ó 50. Ahora las cosas han cambiado y la gente se acerca a saludarte, te mira, habla de vos. ¿Cómo te llevás con la fama?

—No asumo eso. Quizás sea famoso en circunstancias concretas como el otro día en el evento del Alfabeta (N de R.: se refiere al lanzamiento de los cortometrajes "Mujeres en Rojo", en el que mucha gente se acercó para felicitarlo). Incluso puede que el sábado que se edite esta entrevista alguien me reconozca por la calle, pero, mientras no actúe en televisión, sigue todo tranquilo.

—A propósito de la televisión, grabaste una participación en la miniserie "Epitafios" que Pol-ka está haciendo para la señal de cable HBO. ¿Considerás que puede ser una puerta de entrada a una televisión que hasta ahora preferís mirar de lejos?

—Más que una puerta es una ventana.

—¿Cuáles son tus próximos proyectos?

—Tengo algún proyecto pero nada confirmado. Estoy escribiendo un guión y una obra de teatro.

—Si pudieras hacer futurismo, ¿cómo te ves de aquí a 10 ó 20 años? ¿Actor, director, guionista? ¿Todo junto?

—No puedo hacer futurismo. Pero me imagino "todo junto" y por acá cerca.

Estudiante en los papeles

Una vez en una entrevista, Daniel contó que a la hora de llenar los formularios en los aeropuertos no ponía "actor" en el espacio dedicado a la profesión, sino "estudiante u otros" por "miedo a los rótulos".

—¿Sigue pasando eso?

—Hace poco tuve que renovar mi pasaporte y, cuando me preguntaron por mi profesión, me aclaré la voz y dije "actor". La chica que me atendía preguntó "¿qué?", y se lo repetí. Me preguntó si tenía algún comprobante y en ese momento olvidé que llevaba en la billetera mi carné de SUA (Sociedad Uruguaya de Actores). Entonces me sugirió que declarara otra cosa y otra vez tuve que optar por "estudiante".

De Rocky a la pantalla grande

Este joven actor uruguayo nació en Montevideo hace 27 años. Su ingreso al mundo de la actuación se produjo cuando tenía 14 años y se inscribió en su primer curso de teatro, "con Ana María Cabezas y un grupo de amigos (Cote, Rafa y Gigia)". Pero el bichito de la actuación lo venía picando desde antes, cuando frente al espejo del baño jugaba a ser Rocky I y Rocky III.

A los 17 años entró en la escuela de Carlos Aguilera, donde conoció a los amigos con los que hoy integra el grupo teatral Acapara el 522.

Su carrera mezcla cine con teatro y en este último caso tanto desde el rol de actor como del de guionista o director. En la pantalla grande fue parte de la uruguaya "25 watts" y las argentinas "El fondo del mar", "Sábado", "NS/NC", "Esperando al Mesías", "Todas las azafatas van al cielo" y "El abrazo partido" (las tres últimas bajo la dirección de Daniel Burman).

Pronto se lo podrá ver en "Whisky", de los mismos realizadores de "25 watts" (Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll), y en "Epitafios", la miniserie que Pol-ka realiza para HBO. Recientemente trabajó como continuista en el cortometraje "El siguiente", de Federico Veiroj. "Es protagonizado por Diego Racsewitz, un chico de 13 años que es un verdadero hallazgo, y que interpreta a un personaje transitando su Bar Mtizvá".

Está de novio con la directora argentina Ana Katz ("El juego de la silla"), con la que dijo que le encantaría filmar un largometraje, "espero me dé algún papel en su próxima película". De hecho, ya actuó en su corto "Despedida" del ciclo "Mujeres en Rojo".

Como buen uruguayo le gustan el fútbol y el mate. Al primero no juega desde que se lastimó la rodilla y tiene que hacer rehabilitación, y en cuanto al mate, forma parte de lo que él elige para definirse como uruguayo: "Es difícil definir al uruguayo. Una forma posible es que suelo preferir quedarme en casa tomando mate antes que trabajar".

Analía Filosi

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