Max capote

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Por: Martín Cajal

Max Capote, como nombre, surge de la película 8 milímetros. "Es una mezcla de dos nombres que aparecen en la película. El personaje que interpreta Nicolás Cage entra a una tienda de películas pornográficas y lo atiende un tal Max California, quien está leyendo A Sangre fría del escritor Truman Capote. Me encantó la escena y me quedaron esos nombres. Podría haber sido también Truman California…", cuenta el compositor uruguayo Fabián Acosta.

Estudió en la Escuela de Bellas Artes y tal experiencia determinó su concepción del arte, su rumbo musical. "Está muy relacionado mi pasaje por la escuela y mi obra, mis discos: cómo cortar caminos para llegar a lo que quiero pero, sobre todo, lo que aprendí en casi ocho años de escuela es que la relación que tenés con la obra, al fin y al cabo, es me gusta o no me gusta. Otras cosas que se puedan argumentar, decir, son temas menores, es buscarle pelos al huevo que no tiene. Lo más importante es una relación totalmente primitiva con la obra; el `me gusta y no me gusta` es primitivo y a la vez auténtico". En ese sentido, Max Capote está al margen de gustos ajenos, "cuando uno hace una canción para que le guste a otro (s) no hay certeza de lo que estás haciendo, a todos no le gusta lo mismo. En la experiencia estética, el `me gusta o no me gusta`, ahí hay certeza. Está la subjetividad, claro. A mí me gusta la Fanta, por ejemplo: hay certeza. Si yo compongo para gustar a otros, no hay certezas, estoy teorizando y suponiendo si le va a gustar a otros. Cuando compongo lo hago para que me guste a mí y en ese sentido, aunque le guste sólo a un tipo -yo-, ya hay certeza", afirma. En relación al vínculo con su obra, cuenta: "En la escuela, por ejemplo, aprendí a desligarme de la obra. Te hacen crear algo, lo que sea, durante tres meses más o menos. Después esa obra te encanta pero tenés que romperla, hacerla mierda, a la basura, para que te desprendas de ella. Porque lo que importa es el proceso, la obra no es tuya, la hacés y está ahí. No podés aferrarte a lo material".

"Por eso me va como el ojete", agrega, un poco en chiste, un poco en serio. Porque el público de Capote no es masivo pero sí fiel, aunque él mantenga el chiste y declare que "el público es traicionero, es como una pendeja de 15 años: ve otro más lindo que vos y se va con él".

En su segundo trabajo, Chicle (Contrapedal), Max Capote continúa orientado hacia el pop, tanto en lo musical como en la estética, aunque siempre tantee con múltiples estilos, que van desde el rockabilly hasta la cumbia, desde acordes bien beatleros hasta ejecuciones de guitarra que releen la forma de tocar de su ídolo Chuck Berry (como en la canción No te voy a convencer). "El pop, en realidad, ha sido bastardeador; bastardea muchos intereses del arte. Está como mal visto. Hoy, todo es pop, ya sea en el metal, ha agarrado a muchos géneros. La doctrina del pop ha ganado, no musicalmente, sino estratégicamente, para la industria, para obtener plata, etc. Pero también creo que hay un pop independiente, que toma lo lindo, lo bello del pop, la melodía, los estribillos… Los Beatles, por ejemplo. Eso es lo que me interesa del pop. En este momento escucho mucho, sobre todo el de los `60 hecho por mujeres, como las Ronnetes. Y es hermoso, juega a eso, a la belleza. Lo que hago intenta eso, melodías que sean lindas para mí".

El título del trabajo alude a lo "pegajoso, sabroso, a eso teenager de comer chicle". Pero también posee otra acepción, que refiere "a ese estilo que se creó en los Estados Unidos, el bubble gum, como forma de contrarrestar la `invasión británica` (Beatles, Rolling Stones…). Los yanquis dijeron `vamos a hacer música chicle, sino, estamos en el horno`. Pero el género `chicle` es como más comercial. Y es como una ironía de eso, vamos a hacer un disco `chicle`. El disco dura 28 minutos y es una suerte de chiste a esa receta".

En comparación a su anterior disco Grandes éxitos, hay diferencias claras en lo formal. "Grandes éxitos es un disco en el que, si bien hay una búsqueda de la síntesis en cada canción, es un trabajo de muchas canciones (diecisiete), diferentes, tocadas con distintos instrumentos y más elaborado desde el estudio. Chicle es un disco en que todas las canciones están tocadas por el mismo batero, los mismos instrumentos, con pequeñas variaciones, pero tiene un sonido más lineal, tiene más consistencia sonora en lo global como disco". Lo más notorio de Chicle es justamente ese rasgo `digerible` del trabajo, que avanza rapidísimo, tanto por la duración como por esa forma compacta que posee a nivel de sonido. En las letras, el músico dice que no hay diferencias, "a no ser los tiempos en los que estoy. Pero, como siempre, hablo sobre amor, locura y muerte. La última canción, Como si puedas, es un homenaje a Across The Universe de los Beatles, porque esa canción me partió al medio y me hizo más sensible".

Lo mejor de su nuevo álbum quizá sea Tema 11, que surge de forma extraña y casual. La compuso cuando tenía 18 años. Un día se toma el 149 rumbo al estudio de grabación de un amigo suyo. En el ómnibus cruza miradas con una chica que lo "flasheó" y lo inspiró para componer un tema. Decide llevarle la canción a la chica el mismo día, a la misma hora, en el mismo lugar. "Al otro sábado voy y la piba estaba, me armo de valor, le doy el cassette, con mí número de teléfono y le digo: `Llamame y te digo cómo se llama la canción`. Otro día, cuando llego a casa, mi vieja me dice que llamó una madre preocupada, de una chiquilina de… 11 años". Max Capote contó esta historia en la reciente película Joya (Gabriel Bossio). "Pasaron trece años, ahora la piba debe tener 22 años, si llega a ver esta película lo único que quiero es que no piense que estoy chiflado, je".

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