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La productora y periodista deportiva que salvó una vida y ahora sueña con estudiar medicina

Majo Paiva hace las transmisiones del fútbol femenino en AUF Tv y produce "En la mira" de VTV, y habla de su carrera y cómo una acción desinteresada cambió una vida.

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Majo Paiva.
Majo Paiva.
Foto: Gentileza.

Desde chica Majo Paiva se preguntaba si estudiar periodismo o medicina, aunque finalmente el amor por la cancha la llevaron a decantarse por la comunicación. Comenzó en los medios hace 11 años en Radio Carve en un programa de Roberto Moar y “Tano” Abadie. “Gente divina que fueron buenos educadores por más que a ellos no les guste decirlo. Te ayudan a crecer”, dice Majo Paiva quien hoy se desempeña como productora del periodístico En la mira de VTV y además cubre el fútbol femenino para AUF TV. En esta entrevista para Sábado Show, Paiva habla de sus comienzos, lo aprendido en esta carrera que se divide entre el deporte y la política, y también cuenta cuando le salvó la vida a una joven, hace pocos días, en una parada de ómnibus.

—Sos periodista deportiva y también productora en un periodístico. ¿Cómo se combinan ambos trabajos que parecen tan distintos?
—Es muy cansador. No voy a decir que son la antítesis porque el fútbol y la política tienen lo suyo y van bastante de la mano, pero es un tema de organización. Trabajar con Gabriel Pereyra es un privilegio. Lo conozco desde hace tres años y es una persona que está todo el tiempo abonándote, porque al lado de Gabriel, creces constantemente.

Majo Paiva.
Majo Paiva.
Foto: Gentileza

—¿Cómo llegás a trabajar como productora de En la mira?
—Porque Gabriel Pereyra vio mi Instagram y Twitter, se interesó por la información que volcaba ahí, y me llamó para un casting para cubrir la parte Deportes del informativo de VTV. Lamentablemente no terminé saliendo al aire, pero Gabriel me buscó un lugar dentro del noticiero. Hoy no trabajo para VTV, solo para Gabriel Pereyra, pero en ese momento como era empleada del canal me dieron un lugar en la redacción para hacer las noticias deportivas, pero solo para producir. Después se hizo un recorte y terminé con el canal. En eso me dijo Gabriel que precisaba una periodista para producir en apoyo a su productora general, quien me aggiornó en este nuevo mundo para mí. Mi papá siempre quiso que hiciera periodismo político y nunca quise porque tenía amor por el fútbol desde muy chiquita y hasta el día de hoy es así. Pero esto me abrió la puerta a un mundo distinto. Me empezó a gustar, me fui enganchando porque todo era diferente, y hoy estoy más que agradecida porque logro combinar ambas cosas, tanto el deporte como el trabajo en En la mira.

—AUF TV es un canal nuevo. ¿Es necesario un canal de la Asociación?
—Durante mucho tiempo solo Tenfield transmitía los partidos, y si bien todavía tiene los derechos del fútbol masculino, se buscaron otras disciplinas para que las pueda cubrir AUF desde su lugar. No sería la primera asociación que quiere hacerlo. De hecho todas las instituciones europeas, en Brasil, en Argentina, también hay. River y Boca tienen sus canales, transmiten sus partidos, tienen sus relatores y comentaristas, y AUF quiso ser pionero desde ese lugar. Tenemos un buen producto para televisar, hay muchísimos uruguayos en el exterior que no pueden acceder a los partidos de fútbol femenino, futsala y rugby. Hay pila de disciplinas que no tienen la atención que tiene solamente el fútbol masculino, y desde el lado de AUF se intenta ampliar cada vez más esas fronteras.

—Trabajás en la trasmisión del futbol femenino, ¿cuál era tu conocimiento antes de sumarte al equipo?
—Cuando me propusieron dije que no sabía nada de fútbol femenino, pero como nunca dije que no en mi vida y siempre fui muy careta dije: “vamos a probar”. Me empecé a embeber, lo cual es muy complicado porque ya es de público conocimiento que las chicas están haciendo un reclamo solicitando que haya el mínimo de condiciones para poder entrenar. Me entristeció mucho que, además de tener que hacer un reclamo, tengan que recibir tanto odio de las redes sociales. Mucho de hombres, pero es peor cuando viene de mujeres hacia mujeres, criticando que ellas estén pidiendo igualdad de condiciones cuando “no juegan a nada” o “son horribles”, como publican. Leyendo esos comentarios te preguntás, ¿qué aportarán? Qué mísera es la vida de esa gente que se pone a escribir algo malo hacia otra persona que está reclamando sus derechos como trabajador, porque eso es lo que son. En cuanto al trabajo, tengo un hermoso grupo de trabajo que no se puede decir siempre.

—¿Y cómo hiciste para ir adentrándote en ese universo?
—Tenemos un compañero al que le decimos: “el gurú del fútbol femenino”, Federico Barreiro. Es de perfil bajo, pero es el que más sabe de fútbol femenino en nuestro país. Nos ha secundado en la cancha desde el primer momento que llegamos. Le preguntaba quién se paraba para entrar y el tipo se sabía el nombre y hasta hasta los cambios. Se va a todas las canchas, se recorre todo, y esos son los trabajos que quedan por debajo de la mesa y no tienen la visibilidad que tiene el fútbol masculino. Hoy puedo decir que tengo el placer de cubrir un partido y antes que me diga quién se paró ya lo sé, y me mira con orgullo, como si fuera mi padre aunque es más chico que yo. Es gratificante ver a esas jugadoras y su desempeño, porque son chiquilinas que de repente salen de estudiar o de trabajar porque si bien se les exige como profesionales, no se les remunera como tal.

—Además de estos trabajos, estuviste salvando vidas. ¿Qué fue lo que ocurrió el 11 de mayo?
—(se ríe) Es que mi hijo juega en la Liga Universitaria y suele entrenar en una unidad militar. Yo presté servicio dos años en el Ejército siendo muy joven, desde los 19 a los 22 años y te incentivaban a hacer el curso de primeros auxilios. A mí me interesaba mucho porque a los 14 años estaba en la duda entre hacer comunicación o estudiar medicina. Siempre me interioricé en la medicina, estudié muchas cosas aunque estudiar está en el debe y quiero, cuando mi hijo esté más grande, poder empezar a estudiar medicina de forma paralela a lo que me esté tocando trabajar. En ese momento averigué e hice el curso en la Cruz Roja que ya no está haciendo los cursos gratis.

—Imagino que tuvo repercusión el que los mencionaras.
—Si, para mi satisfacción, se les saturaron las líneas a la Cruz Roja, gracias a esta noticia, de personas pidiendo para hacer el curso de primeros auxilios. Se entendió, de alguna forma, que es vital. Podemos hacer la diferencia entre la vida y la muerte, y más allá que hoy no sea gratuito y dependa de la carga horaria que queramos hacer o que podamos, para poder finalizar el curso. De repente te podés comprar una cartera o un celular, pero con unos championes de marca o un cartera no le vas a salvar la vida a nadie. Con un curso, estás invirtiendo y quizás mañana le podés salvar la vida a tu hijo, a un adulto mayor, un bebé, porque te enseñan todo.

—Entonces fue gracias a ese curso que terminaste salvando una vida.
—Sí, gracias a esa práctica, en el momento que se da esto en la parada del Club Olimpia en la Plaza Colon que la muchacha se desmaya, pude reaccionar. Me acordé que decían que había que hacer un sondeo de acuerdo a lo que esté pasando en ese momento, si es verdad que la gente se queda parada diciendo que alguien se haga cargo, esperando que otro tome la posta. Después vienen a ayudar, o se quedan mirando, pero es difícil en ese momento cómo reaccionar. Eso sí debo decir que me llamó la atención de mi misma porque era una experiencia que espero no tener que volver a pasarla, y de hacerlo, lo haría de mil amores, porque fue la vida de una chiquilina cuyo apellido no conozco porque cuando pasó toda esta situación perdí comunicación con ella. Y como ella estuvo inconsciente en todo momento no sabe quién soy, ni quién fue la persona que le salvó la vida.

—¿Y cómo supiste que le habías salvado la vida a la chica?
—Porque una enfermera se comunicó conmigo del hospital Saint Bois para decirme que la reanimación cardíaca que le hice fue fundamental porque aparentemente tenía un problema cardíaco. Sé que quedó en el Saint Bois y que tenía 15 años porque su abuela me lo dijo por teléfono, pero en ese momento no me dio para saber su nombre. Se comunicaron conmigo porque cuando llega la policía le digo a la oficial: “explicale cuando llegue a emergencia qué tuve que hacer, que no se pegó en la cabeza, no vomitó”. Esos detalles no son menores, porque todo lo que ocurre en un rescate es bueno darlos, para que haya un mejor diagnóstico. La policía me pidió mi número por si se llegaban a olvidar de algo, y como nunca me llamaron pensé que estaba todo bien. Me di cuenta en el momento que no era un desmayo porque no desayuné, o me bajó el azúcar, porque la chiquilina no reaccionaba. Al no ser doctora, pensé que se me moría a mí y hasta sentí culpa porque le tiré agua en la cara, me trajeron alcohol para pasarle por la nariz, pedí asistencia a una mutualista que no vino aunque queda a una cuadra. Al no reaccionar con nada y dentro de lo que te enseñan es que si no reaccionan a estímulos de dolor, como una cachetada o un masaje en el esternón, que es algo que duele pila, ella no se movió, y pensé que era grave. Ahí le abrí la campera y le empecé a hacer las compresiones en el pecho, y se despertó muy asustada, confundida. Al ratito la hice sentarse y le pedí el celular para llamar a algún contacto, su abuela. Esa fue la comunicación que tuve, nada más. Después me llamó esta enfermera del Saint Bois a quien le agradezco porque me alegró el día.

—¿Y esta experiencia te generó ganas de volver a esa vieja idea de estudiar medicina?
—Me generó más gratificación que cuando me llaman para decirme que me vieron en la tele. Me nació actuar así porque tenía el conocimiento para hacerlo. Eso terminó de prenderme una luz que me dice: “tenés que hacer medicina”. No sé qué ejerceré, ojalá pueda tener la carrera porque voy a ser grande, pero hay algo en mí se prendió. Sé que la chica se llama Valentina porque había unos chicos que me dijeron su nombre, totalmente compenetrados con la situación, asistiendo, una mamá estaba con sus hijos y me daban el agua. A la gente le faltará preparación, pero la disposición del uruguayo está. Todo el mundo estaba a disposición, todos dejaron de tomarse sus ómnibus, y eso me conmovió. Porque no ves tanta empatía en la juventud, no ves modales, se perdieron un montón de cosas, pero hay otras que no y está bueno destacarlo.

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