La Costa del Azhar: de Valencia a Amposta.
Quién decida recorrer este tramo en coche se encontrará con cómodas y amplias carreteras que invitan a disfrutar el paisaje salpicado de suaves elevaciones y los infaltables conjuntos arqueológicos representados por castillos, pueblos antiguos o monasterios. En torno a cada uno de ellos permanece –como en el pasado- un pequeño núcleo poblado que ofrece servicios a los visitantes. Restaurantes, gasolinerías, áreas de descanso, hoteles de paso y tiendas de artesanías y souvenirs forman gran parte de la oferta. Vale la pena recordar que si tiene intenciones de escaparse tan solo por algunos días de alguna de las capitales españolas y sus planes son relajarse al sol, más vale entonces refrenar al arqueólogo innato que hay en todo viajero y ser selectivo con estas paradas. Desde Valencia, existen dos opciones para realizar el trayecto hacia el norte:la ruta nacional 332 (sin peaje) y la autopista AP7. En ninguno de los dos casos deberá imaginar una ruta panorámica con vista al mar…no es el caso, aunque en algunos tramos, es más seguro, rápido y efectivo desembolsar algunos euros y utilizar la autopista. La Costa del Azhar está repleta de modernos balnearios en franco desarrollo; no tardará en descubrir que en el horizonte de cada uno de ellos se aprecia siempre la silueta del alguna grúa, claro síntoma que el negocio inmobiliario está de parabienes. La primer parada en este tramo es Castelló de la Plana. Con una hermosa rambla a la que balconean varios edificios bajos, este balneario se caracteriza por tener playas muy amplias con generosas franjas de arena y un mar limpísimo. Sus vecinos Orpesa y Bénicassim comparten sus mismas bendiciones naturales (y explosión inmobiliaria). Para una estadía un poco más relajada, los cercanos balnearios de Torreblanca y Alcosebre poseen un equilibrio más delicado entre el pasado de sus centros históricos y antiguas casas de veraneo y sus espacios verdes y ramblas repletas de negocios y restaurantes donde degustar la típica paella valenciana. Antes de abandonar esta parte de la costa asegúrese de trepar hasta lo alto de la Ermita de Santa Marina y obtener las mejores panorámicas de los blanearios.
La Costa Daurada: De
Amposta a Barcelona
Esta porción de la costa española resume la quintaescencia de la postal típica mediterránea: amplias playas rodeadas por pinares, el sol brillante, el mar azul y siluetas de ruinas romanas como telón de fondo. La amplia franja costera de la Provincia de Tarragona desde Cunit hasta Alcanar recibe este nombre (dorada, en catalán) por la tonalidad imperante en las arenas de sus playas, consideradas las más extensas de Cataluña. El paisaje y la historia son protagonistas en esta zona: las playas de Salou o Cambrils y los conjuntos monumentales de Tarragona y la Ruta de los Monasterios gozan de prestigio internacional. Abundan las propuestas para escapadas románticas en un pueblito tranquilo, días de diversión en la animada playa de Salou o paseos verdes por las montañas de Montsant o el Parque Natural del Delta del Ebro. Pero las protagonistas son –sin lugar a dudas- las playas. La costa sur de Tarragona, desde la Pineda (Vila Seca) hasta Les Cases D´ Alcanar es el núcleo turístico más activo con las playas de La Pineda, Salou y Cambrils. Salou combina playas abiertas con caletas rocosas a lo largo de 3,5kms denominados como "la playa de Europa". A lo largo del Passeig de les Palmeres (Paseo de las Palmeras en catalán) se agolpan antiguos chalets, boliches, restaurantes y apartamentos. La Platja del Levant (Playa del Levante) es una de las más animadas.
Más hacia el sur, Cambrils se presenta como netamente marinera: su club naútico circundado por restaurantes y terrazas es el verdadero epicentro de la movida náutica. En el casco antiguo aún se conservan vestigios de añejas construcciones fortificadas como la Torre del Port o el Museo-torre de la Ermita.
Continuando hacia al sur – y con la voluntad de sumar un poco de cultura al recorrido de relax- vale la pena desviarse 5km hacia Mont-roig del Camp, un pequeño pueblo que inspiró al pintor catalán Joan Miró al inicio de su carrera.Continuando hacia el sur, la ruta pasa por L´ Hospitalet de L´Infant y L´Ametlla del Mar, donde el regreso de los pescadores a la costa sigue siendo el momento más emocionante y colorido del día. Sus playas pequeñas, donde predominan las rocas y las caletas sumen al visitante en un edén casi privado.
Escapadas catalanas:
Sitges y Villanova E la Geltrú
Estos dos balnearios constituyen verdaderos escapes semi-urbanos, muy populares entre los catalanes por su cercanía con la ciudad de Barcelona, distante a escasa media hora por autopista. Villanova E La Geltrú posee 3 playas importantes, bordeadas por una hermosa rambla con palmeras. Al inicio de la misma se ubica el Eixample Maritim (puerto deportivo) a un lado y una serie de restaurantes, bares y hoteles al otro. Luego de angostarse en extremo, la avenida se abre y deja espacio a un hermoso paseo costero que finaliza en una elevación, coronada por un antiguo recinto religioso. A pesar de la tranquilidad que impera en el lugar, no falta el Xiringo (parador) de rigor con su música ambiental y las vecinas canchas de volley playa, así como también opciones de actividades acuáticas no motorizadas. Por las noches, la rambla cobra vida con las tapas, las paellas valencianas, las copas y alguna que otra televisación de partidos del Barca que enardecen a más de un hincha.
Sitges, a tan solo 10 minutos en auto desde Villanova, parece un decorado de alguna película romántica. A lo largo de su Rambla, coronada en un extremo por una iglesia encumbrada sobre un acantilado, se acomodan edificios de estilo deliciosamente construidos. Muchos de ellos han sido tomados por petit hotels, restaurantes y bares donde todo el mundo se da cita a la tarde. El balneario preferido de la comunidad gay catalana posee tan solo dos playas donde el reto es encontrar un centímetro de arena libre, aún en temporada baja. Cuando baja el sol, es el momento ideal para visitar el casco histórico, ubicado detrás de la iglesia, donde sinuosas y angostísimas callecitas albergan anticuarios, museos, negocios de souvenirs y otras exquisiteces.