Redacción El País.
El panelista regresó a Esta boca es mía luego de un pasaje por Polémica en el bar, un pase que lo sorprendió. “Por lo general los Cara 2 de la televisión, entre los que me incluyo, nos desgastamos mucho y estamos un tiempo fuera del aire”, dijo Fernando Frontán en relación a su rápido regreso a la pantalla. Para él, el ciclo de Teledoce es un viejo conocido porque integró otras etapas. Se reconoce con un pensamiento de izquierda, pero desde la sociedad civil, sin identificación partidaria. Pastor evangélico, es referente de la Comunidad Terapéutica Bethania, de rehabilitación de adictos, con siete centros en todo el país.
-Volviste a Esta boca es mía cuando ya había sido parte de los primeros elencos…
-En realidad, esta sería mi quinta temporada en el programa, por decirlo de alguna forma. Lo integré en 2010, después volví para 2013 - 2014. Vino un impasse y retomé en 2016 y más tarde, estuve en el panel en los años 2018 - 2019. Así que es un programa que conozco mucho y donde puedo desarrollar mi perfil que es el de los temas sociales y políticos pero sin una identificación partidaria. Mi inclinación es más hacia la izquierda, notoriamente, pero nunca he pretendido identificarme ni representar a un colectivo partidario. Toda mi vida me he movido desde la perspectiva de la sociedad civil.
-Más allá del activismo por los derechos en la diversidad sexual, de cuya lucha fuiste parte en los ‘90, también te has abocado a otras causas.
-Desde hace muchos años y en la actualidad, estoy metido en cuerpo y alma en el trabajo de la rehabilitación. En la Comunidad Terapéutica Bethania tenemos siete centros de rehabilitación en el país y levantamos la bandera de la reinserción social. Todo sujeto que ha sido excluido, ya sea por la problemática de salud mental que implica las adicciones y todos los comportamientos antisociales que genera y los delitos que produce, tiene derecho a una rehabilitación y es perfectamente posible. Hace 14 años que vengo en este tema y funciona y la gente puede salir. Desde los medios de comunicación siempre doy este mensaje, que me parece muy importante en este momento. No hay irrecuperables.
-¿Has tenido ofrecimientos para sumarte a una militancia política?
-Sí, pero nunca me interesó porque entiendo que la política es un lugar valorable y que respeto, pero yo prefiero dar las batallas en la sociedad civil. Allí es donde mi caudal, mi energía, mi conocimientos y mi praxis social fluyen mejor. Mi fuerte son las acciones.
-¿Está más polarizado el ámbito de los programas de debate?
-Yo creo que sí. Tiene que ver muchísimo también con los medios de comunicación y cómo, en función de sus intereses, se asocian hacia un lado o hacia el otro. No está mal, porque este país se hizo siempre desde el debate de ideas, muchas veces encarnizado. Me parecen fantásticas las tertulias y los debates. Y si se vuelven acalorados, intensos, profundos, mejor.
-Hablando de lo social y de los debates, hace unos días tuviste un fuerte cruce con Valeria Ripoll cuando ella puso en duda la validez del llamado “Diálogo social”.
-Yo creo que el discurso de Valeria Ripoll no aporta a esta convocatoria al diálogo social, pues lo está cuestionando todo desde la hegemonía política que tuvo el gobierno pasado y desde donde laudó una visión de los temas a debatir. Quizás yo en el calor del debate no fui lo suficientemente cortés, lo suficientemente respetuoso, por decirlo de alguna manera. Pero más allá de las diferencias que puedo tener con ella, la considero una gestora más del diálogo político que tiene que construir un diálogo social fundamental. Necesitamos que la política profesional reconstruya una visión en lo que fue la reforma de la Seguridad Social. ¿Qué le faltó que tanta gente la rechaza? También en cuanto a la reforma educativa, ¿qué faltó? Creo que se tiene que rever porque esas reformas se hicieron desde la hegemonía política sin escuchar a los actores sociales ni integrarlos en su momento con su diversidad de pensamiento. Para enmendar eso, pienso yo, que se hace esta convocatoria y no sé si es buena idea rechazarla.
-Hasta el año pasado, eras panelista - parroquiano de Polémica en el bar. ¿Cómo viste el giro que tuvo el programa? ¿Cómo te plantearon la situación?
-Polémica dio un vuelco. El canal entendió que debía ser así y apostó quizás a un regreso al formato original, con mucha apuesta al humor. Creo que Polémica representaba esa mesa de bar donde se juntaban a discutir intelectuales y vecinos, pero se ha ido perdiendo en esta nueva apuesta. Y con este regreso al humor me parece que tampoco dieron con los agentes contemporáneos para ese humor. No le dieron con la tecla y creo que perdieron la identidad de un programa que nosotros teníamos en una marcación de rating muy buena y no sé si están alcanzando las mismas puntuaciones. Pero bueno, como todas las decisiones en la vida, tienen sus costos y seguramente el canal lo habrá evaluado. En lo personal no me gustaría participar de esta versión de Polémica en el bar como está ahora. Me parece que no encajaría en el tono que le están dando. De todos modos, me llamó mucho la atención que me llamaran nuevamente de Esta boca es mía.
-¿Por qué esa sorpresa?
-Porque por lo general los “Cara 2” de la televisión, entre los que me incluyo, se desgastan mucho. En el medio están los “Cara 1”, que son los conductores o referentes y después venimos los “Cara 2” que nos desgastamos dos o tres años al aire y luego, por lo general, quedamos en el freezer un tiempo. No nos llaman rápidamente; quizás nos consideran reiterativos o fusibles a cambiar. Es lo que ha pasado conmigo en todos los programas: estoy un ciclo y luego quedo afuera un tiempo hasta que me vuelven a llamar. Ahora terminé en diciembre y en junio me llamó la gente de Kubrick (productora de Esta boca es mía), lo que me sorprendió para bien.
-¿Te considerás un comunicador?
-Yo creo que mi espacio y mi voz vale en la medida en que yo tengo vida fuera. Mi discurso y mi apoyo y mi acento en los tiempos de la diversidad sexual fueron un motor, después vinieron otros tiempos. Hoy, si querés conocer a Fernando Fontán, hay que ir al campo, al trabajo en las comunidades Bethania, con la gente y por la gente. Después de mucho tiempo, en este momento puedo decir que mi corazón está lleno de nombres y personas, muchas que he rescatado y acompañado. He ayudado a pensar y a orientar su vida. Ese es mi motor.
-¿Qué te generó o qué te removió un caso paradigmático como el del exsenador Gustavo Penadés?
-Los delitos que se le imputan son todos aberrantes, pero hasta ahora la justicia está procesando este caso y él está siendo investigado. No podemos negar que ha sido un ciudadano muy ejemplar en otros aspectos de la vida, pero en este momento está siendo observado, denunciado, acusado, investigado y procesado. Soy de los defensores de la Justicia y de respetar sus tiempos. Hay que esperar que la justicia se expida. Los delitos delitos sexuales, mucho más si son con menores, son repudiables siempre. Pero no tenemos que subirnos al carro moralista de acusar nosotros antes de que la Justicia haga su proceso. Yo no conozco la vida y el accionar de Penadés en el ámbito privado, pero sí tengo mucho respeto por la parte que sí conozco. Confío mucho en que el proceso judicial pueda aclarar lo sucedido.
-Más allá del caso puntual, ¿te preocupan los cuestionamientos a la justicia?
-Siempre defendí el espíritu republicano, con su división de poderes. Desde la política no me gustan las interpelaciones a la Justicia o la Fiscalía. Hay que respetar, cuidar, alentar que la justicia se tome los tiempos que tiene con los recursos que cuenta para que garantice ese equilibrio del poder tan fundamental para la vida republicana. Últimamente se está poniendo todo bajo sospecha, lo que es peligroso. Después de que la justicia resolvió, podemos hablar. El problema es que cuando la justicia está actuando, no le podemos estar marcando la cancha todo el tiempo.