Redacción El País
El actor uruguayo Esteban Recagno se despertó un día con la intuición de que debía regresar a Perú, donde un año atrás había conseguido un papel para una telenovela durante unos meses. Le hizo caso a su presentimiento y el sexto sentido no le falló: a días de llegar a Lima consiguió un destacado rol en la ficción más exitosa del país, al que luego se le sumaron otros proyectos en teatro. En entrevista con El País durante un paso fugaz por Montevideo, Recagno cuenta cómo se adaptó a trabajar en esta nueva industria y revela cómo fue grabar sus primeras escenas de sexo en este país. “No la paso bien en esas situaciones”, confiesa.
-¿Cómo fue la convocatoria para trabajar en una telenovela en Perú?
-El año pasado había estado trabajando unos meses en Perú en otra telenovela, y este año un día me desperté con la intuición de que tenía que volver, incluso sin ningún trabajo confirmado. Viajé y le avisé a mi representante y a un director de casting. Tuve la suerte de que a los tres días este último me llamó para decirme que justo estaban buscando a un actor para hacer al ex de la protagonista en una telenovela. Le mandé un video interpretando un guión que me pasó y al otro día me confirmaron el papel.
-¿Cómo es tu personaje?
-La novela se llama Al fondo hay sitio y está al aire hace ocho años, es una de las más exitosas de Perú. Mi personaje se llama Tommy y es un personal trainer que está muy pendiente de su físico. Es muy gracioso: es un poco metrosexual y graba tiktoks. Ya tengo clubes de fans.
-¿Qué diferencias encontrás con el tipo de contenido que se consume en Uruguay?
-En Perú y México el público es más conservador y funciona el culebrón tradicional con mucho romanticismo y la chica pobre que se enamora del hombre rico. En el Río de la Plata creo que se explotan otro tipo de contenidos. Se le da más lugar a los nuevos discursos de feminismo o de diversidad sexual. Esto cambió la ficción. Pero es cuestión de entender el código y adaptarse al lugar en el que uno está.
-¿Y te has podido adaptar a la cultura del país?, ¿al clima, la gastronomía, la actividad social?
-En general sí. La gastronomía me gusta mucho. La comida tiene otro sabor, hasta la fruta es mucho mejor en Perú. También se come un montón de ceviche. Yo antes no comía tanto pescado. La actividad nocturna es mejor en Montevideo, y si bien me hice algunos amigos actores que son extranjeros, en Perú la gente es más cerrada y es difícil hacer nuevos vínculos.
-En la novela del año pasado, El Regreso de Miguel, tuviste que grabar escenas de sexo, ¿cómo fue esa experiencia?
-Tuve varias en las que incluso he tenido que aparecer desnudo. Yo no la paso bien en esas escenas. Me incomoda pensar que puede haber una situación complicada y tener que estar pendiente de que la otra persona se sienta bien. Lo que hago es hablarlo antes con la actriz y decirle “voy a poner la mano acá y acá”, y algunas te pueden decir “ahí no, mejor acá” o que no hay problema. Las actrices me dijeron que se han sentido cómodas. Uno tiene que compenetrarse en la escena y ser profesional. Cuando cortan yo la ayudo y le alcanzo la ropa.
-¿Tenés pensado quedarte trabajando en Perú?
-Me voy a quedar un tiempo porque ya tengo otros compromisos. Estoy por estrenar la obra Sobrevivir a los andes, para la que viaja especialmente Hugo Giachino desde Uruguay para dirigirnos. Pero una vez que cumpla con los trabajos previstos tengo pensado volver a Uruguay. Extraño mucho a mis amigos, que ocupan un lugar importante en mi vida, y también a mi familia. No me sirve tener mucho trabajo si no puedo estar con ellos. Además ya tengo algunos proyectos para hacer en Montevideo.
-¿La realidad económica para los actores en Perú es mucho mejor que en Uruguay?
-El trabajo para los actores en Perú es más estable que Uruguay. Y lo que tiene que ver con la ficción se paga mucho mejor. A eso hay que agregarle que vivir en Perú es más barato que en Montevideo.
-En el último año también protagonizaste el film Desde la última vez que nos vimos de temática LGBT que se está presentando en festivales, ¿cómo enfrentaste ese desafío?
-Fue difícil, me costó mucho. Tuve que romper mis propios prejuicios. En este tipo de proyectos el guión tiene que estar muy bien, porque a veces esos temas no se tratan respetuosamente. Tuve que besar al actor en varias escenas y me preocupaba que se viera burdo. Pero en realidad es un proyecto muy serio que cuenta una historia sin estereotipos, en la que mi personaje está casado con una chica y se reencuentra con un chico con el que tiene una historia. El foco no está puesto en que son homosexuales sino en la reflexión sobre la represión y los prejuicios. Es la primera vez que hice un personaje así y procuré ser cuidadoso. Me convocó el director Federico Badía, al que conocía porque habíamos grabado la película El Banquete con el Puma Goity, que se estrena en unos días.