Paloma (Garance Le Guillermic) tiene 11 años y ya tiene planeado que cuando cumpla 12 se va a suicidar. Está desencantada de la vida, a la que mira y define con una agudeza y poder de análisis que no es propio de su edad. No quiere terminar como un pez en una pecera, que es a lo que cree que conduce la vida adulta. Pero antes del suicidio quiere documentar con su filmadora sus últimos días de vida y lo que ocurre con las personas con las que convive: su padre, un exitoso político; su madre, una mujer de clase alta que vive en una burbuja, y su hermana, sólo preocupada por su novio. En ese registro empieza a conocer más a la portera de su edificio (Josiane Balasko), mujer que no pone ningún cuidado en su apariencia exterior, pero que cultiva su vida interior con lecturas cultas. Es lo que Paloma define como un "erizo", llena de púas por fuera, pero refinada y hasta elegante por dentro. La mujer se dará cuenta de eso por un nuevo inquilino, un japonés que la invita a compartir actividades con él. La directora Mona Achache se encarga de mostrar la metamorfosis de la portera según la mirada aguda de una niña escéptica, demostrando poco a poco que el cambio no sólo ocurre en esa tosca mujer. Una historia delicada, dulce y esperanzadora a pesar de que su consigna inicial sea la muerte.