El beatle más rolinga

Coco Boudakian

Hace 33 años "Coco" Boudakian se entusiasmó con la idea de ser un Beatle, falso, pero casi idéntico. Transformó su banda de rock de protesta en una de tributo que, contra todos los pronósticos, triunfó demasiado. Tanto que su problema ahora es buscar a un sucesor que lo reemplace. A unos días de los tres shows que Danger Four dará en la Sala Zitarrosa, aquí un perfil de su creador.

Cada vez que Krikor “Coco” Boudakian toca la guitarra y canta en un escenario, lo escucha un público que prefiere cerrar los ojos para imaginar que está delante de otro músico, George Harrison, el único beatle que odiaba la fama, y que sostuvo, hasta su muerte en el 2001, que su vida en la banda más famosa del mundo fue una película de terror.
Una pesadilla que “Coco” Boudakian lleva 33 años repitiendo con Danger Four, los primeros de Latinoamérica en dedicarse exclusivamente a reproducir las canciones más populares de Los Beatles. Un tributo que empezó como un chiste cuando el más inglés de los armenios nacidos en Uruguay interrumpió el ensayo de su banda con el riff de La vi parada ahí, y el resto del grupo lo acompañó.

A "Coco" Boudakian le gusta contar esta historia porque suena a destino marcado, pero casi nunca dice que las ganas de hacer covers dividió al equipo, y que uno de los integrantes, el baterista, se fue, convirtiéndose, en esta fábula, en una especie de Pete Best.

Hace tres décadas casi nadie creía que Danger Four tuviera sentido. Alfonso Carbone, uno de los héroes de la música nacional, le dijo que era un error "porque no pasaba nada más con Los Beatles". Y el padre le advirtió que estaba cometiendo una equivocación carísima, porque para parecerse a George Harrison "Coco" Boudakian dejó su trabajo al frente de una tienda de ropa deportiva que montó su familia en el barrio Colón.
Entonces, buscó un nuevo baterista.
Compró los mismos equipos con los que habían tocado "Los Cuatro de Liverpool".
Aprendió inglés (aunque continúa refiriéndose a las canciones con su nombre en español).
E intentó copiar el tono de voz de John Lennon.
Sin éxito.

En 1993, la primera vez que Paul McCartney pisó Buenos Aires, " Coco" Boudakian compró la primera entrada que se puso a la venta (o eso dice, vamos a creerle). Pero desde su ubicación se veía el pie del micrófono del cantante, y nada más. Furioso, le preguntó a un organizador si sabía quién era él. "Sos "Coco" el de Danger Four", le respondió, "¿y a vos te parece que yo me puedo sentar ahí y no ver nada?", le retrucó, no por soberbia: por sentido común.

Ese día, reubicado en la platea, cuando escuchó a un verdadero beatle cantar Drive my car, lloró desconsoladamente, ridículamente, igual que le pasó cuando vio a Los Rolling Stones, la primera banda que le sacudió el cuerpo, la cabeza y el espíritu. Pero ese es un tren que ya pasó, porque si hay algo que no puede permitirse un imitador profesional de Los Beatles es cantar como Mick Jagger. Del otro lado del teléfono, desde su casa en Buenos Aires, "Coco" Boudakian habla de los Rolling y hace un chasquido con los labios.

                                                     ***

Antes de convertirse en Danger Four, la banda se llamaba Danger Group, y durante diez años tocó los sábados en un salón alquilado a la colectividad armenia. Hacía covers de The Who, The Animals y de Los Rolling Stones: "Todo menos Los Beatles, porque a mí no me gustaban hasta que escuché el Sgt. Peppers (Lonely Hearts Club Band). Después de ese disco me volví loco".

Para actuar contra la dictadura, empezaron a escribir temas propios, en español y con sonido rock. El hit era El cacerolo, en referencia a los cacerolazos. "Yo decía: 'Este pueblo quiere paz y laburo y no que lo encierren entre cuatro muros', y cosas así". Otras canciones populares eran ¿Dónde estás libertad? y La vaca se quedó sin leche.

El escenario estaba decorado con una especie de platillo volador que descendía desde el techo alumbrando el ambiente con 240 focos. Para cada show contrataban a cinco madres encargadas de preparar panchos y servir Coca Cola a los espectadores, que eran en su gran mayoría adolescentes. También le pagaban a un guardia de seguridad. Luego de cada show, ese mismo guardia llevaba a los cuatro músicos a la comisaría más cercana y los ingresaba, esperaban cuatro o cinco horas detenidos, y los dejaban en libertad.

Era fines de 1983. A la dictadura no le quedaba casi vida, pero cumplía con las formalidades molestando a una de las pocas bandas de rock que tocaba en vivo.

La noche en que un riff les cambió la vida, Danger Group ensayaba un canto de protesta. Cuando "Coco" Boudakian le habló a sus compañeros de transformarse en eruditos de un sonido ajeno, el baterista renunció porque se rehusó a tocar temas de otros (y qué otros). Pero para el fundador y más longevo de los integrantes, ser una banda beatle no era ninguna vergüenza. Al principio, porque no existía ninguna otra, y después -cuando empezaron a salir hasta por debajo de las piedras- porque no concibe a Danger Four como una "banda clon", sino "como un grupo de rock que hace beatles". Así, como si fuera un verbo.

Aunque "Coco" Boudakian le repitió a sus amigos que su personalidad se parecía a la John Lennon, y que es de Libra como él, tuvo que conformarse con ser George Harrison: el ídolo discreto, "un beatle clase turista", como le gustaba definirse.

"Sacarle la vuelta a George Harrison me costó un perú. Es un guitarrista que en una nota te expresa lo mismo que otro en diez acordes. Cuando empecé a escucharlo en serio, dije, 'sí, yo quiero ser George'. Aprender a tocar como él me cambió como músico. A los dos años ya no me acordaba de cómo tocaba antes, y todo lo que hice desde ese momento me salía estilo Harrison".

"Coco" Boudakian explica de esta manera lo que Lennon describió en 1968 en una entrevista: "George en sí mismo no es ningún misterio. Pero el misterio que tiene dentro de sí es inmenso. Lo más interesante es ver cómo lo va revelando de a poco".

Los primeros shows de Danger Four fueron para 300 personas en el Instituto Anglo, con el apoyo de la Embajada de Inglaterra. Iba a ser un experimento, una cosa de una sola vez, pero en un año hicieron 120 presentaciones y recorrieron dos veces el país. Por eso la BBC envió a su periodista musical Barry Tomalyn -que había conocido a "Los Cuatro Fantásticos"- para hacer un programa especial sobre los uruguayos, a los que coronó  como "embajadores itinerantes de Los Beatles por el mundo". Un título ansiado por demasiados imitadores.

                                                      ***

Cuando el público cierra los ojos para imaginar que está frente a una banda que no son ellos, a los Danger Four se les mezclan los sentimientos. "Coco" Boudakian dedicó la mitad de su vida a convertirse en la mejor versión de una obra que a veces le pesa. "El público es un tesoro, pero también nos exige cosas que no sé si estamos capacitados para dar", confiesa.

Una noche, después de tocar Guitarra vas a llorar uno de los espectadores le dijo que habían estado muy bien, pero que el final que hicieron no era el original, que termina con un fade out, un efecto que hace que el sonido de los instrumentos se esfume de a poco: un truco imposible de hacer en vivo. "Pero yo vine a ver a Los Beatles", le dijo el hombre, "bueno, le erraste porque acá tocan los Danger Four", le respondió, y lo dejó con la queja en la boca.

"La gente viene a vernos con una ilusión." Una ilusión según la cual ver a una banda como la suya es lo más cerca que van a estar de sus ídolos. "Cuando nos instalamos en Argentina nos convocó el club de fans. Era domingo, había unas quinientas personas, y nos dijeron de todo. Nos preguntaban cuál era nuestro talento si lo que hacíamos era copiar".

Cada semana los Danger Four se exponen a cientos de oídos y ojos críticos en fiestas privadas, eventos empresariales, festivales de música, y teatros con la sala llena. Tienen que cuidarse de no caer en la trampa del ridículo, porque un movimiento de más, una ropa inadecuada, o un acorde distinto, puede romper el trance y la alegría, y transformarla en enojo, indignación, en reproche. Tienen que estar preparados para que los mida un público que no perdona errores.

Antes de imaginarse esta presión, "Coco" Boudakian investigó como si fuera un detective encaprichado dónde conseguir los mismos equipos que habían usado Los Beatles, para sonar idénticos.

Los instrumentos se los compró a un coleccionista norteamericano. Los parlantes los encontró en un pueblo de Canelones. Habían pertenecido a la banda Los Demons, y antes a Los Delfines, que en 1965 habían viajado a Inglaterra. Según la leyenda, esos parlantes eran de Gerry and The Pacemakers, una banda amiga de Los Beatles. Al parecer, también habían sido usados en un programa de radio al que fueron a tocar The Who, The Animals y hasta John Lennon.
Esta es la historia que escucharon "Coco" Boudakian y Alfie Gayle (integrante de la primera formación) caminando hacia el fondo de una casa de San Jacinto, mientras un músico de cumbia los guiaba hasta un gallinero, retiraba una lona verde que tapaba los Vox, y dejaba al descubierto unos parlantes con la tela rota y ratoncitos muertos dentro de las cajas. "Coco" Boudakian lo miró con desconfianza. Alfie Gayle le decía al oído: "Son estos Coco, es lo que estábamos buscando Coco". Regateó el precio, consiguió un tres por dos y se fueron, celebrando que en una de esas estaban cargando en sus brazos un pedazo de historia.

Un mes después recibió una encomienda con los repuestos y restauró los parlantes. Son los mismos que usa hasta el día de hoy.

                                                     ***

Casi todas las películas sobre fanáticos que imitan a sus ídolos tienen un final trágico. El fundador de Danger Four dice que eso no es un peligro para ellos porque no quieren parecer unos "freaks", por eso ni siquiera intentaron conocer a algunos de los beatles.

Pero sí charlaron cuarenta minutos con Yoko Ono.

"¿Querés que te diga mi opinión? Yo le creo. Ella me dijo que lo que hizo fue acompañar al hombre que amaba. Que nunca interfirió en nada, que no abría la boca, que ella había sido el perejil de la cuestión ¿Sabés qué le dije? Que le creía. Y le pedí perdón por haberla odiado durante 20 años."

A mediados de 1980 Danger Four llegó a Argentina de la mano de otro fanático, el fallecido conductor Juan Alberto Badía, que los contrató para su programa Badía y compañía. De ahí, se fueron a El show de Videomatch. ¿La versión de Twist and Shout que Marcelo Tinelli bailaba frente a las cámaras?: Era la de ellos.

En la década de 1990 y los 2000, "Coco" Boudakian y su banda brindaban con Los Fabulosos Cadillacs (que iban a los shows), Luca Prodan (que le llevó a la mesa dos botellas de cerveza, un plato con maníes, y se sentó a hablarles durante seis horas sobre mujeres y guitarras), y con Pappo. En los festivales se cruzaban con León Gieco, Ricky Maravilla, Fito Páez y Mercedes Sosa (que se acercó a ellos y les dijo: 'los felicito, hijos').

"Coco" Boudakian no quiere decir su edad, pero suelta que los músicos que tocan ahora con él pueden ser sus nietos. Aunque tiene varios shows en puerta -incluyendo tres en Montevideo, el 17,18 y 19 de junio en la Sala Zitarrosa- está pensando en retirarse y dedicarse a la producción. Por eso está buscando su remplazo.
La principal dificultad es que para ser un buen Danger Four hay que tener la disciplina de tocar únicamente los acordes originales, de tal manera que el público no tenga que abrir los ojos.

La ilusión de la inmortalidad debe mantenerse intacta cada vez que se suben a un escenario.

Antes de despedirse, agrega:

—Te voy a contar algo gracioso. Mi padre tiene 96 años y todavía dice que haberme ido de la fábrica fue un gran error. Sigue repitiéndome que esto de "tocar beatle" no tiene futuro.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Coco Boudakian

"COCO" BOUDAKIAN, FUNDADOR DE DANGER FOUR MARIÁNGEL SOLOMITA

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar