PABLO CAYAFA | FOTOS: AMÉRICO PLÁ
Gustavo De los Santos celebra cuatro décadas en el dial y 25 años en su característico horario de la madrugada. Recientemente distinguido con el Premio Ariel por su trayectoria, continúa en las primeras posiciones de rating con su ciclo Gustavo en la Madrugada por Radio Rural. En un encuentro con Sábado Show, el conductor hace un balance de su extensa carrera: "Tengo una pasión desenfrenada por la radio". Además, reflexiona sobre los nuevos códigos de comunicación en los medios, que no lo convencen en lo absoluto: "Cualquiera tiene su programa de radio, y dejan mucho que desear", dispara.
Una enorme y antigua casa se restauró hace pocos años para convertirse en el escenario desde donde hoy transmite Radio Rural. Allí, una luz roja es la responsable de abrir el campo de comunicación entre Gustavo De los Santos y sus ansiosos oyentes que esperan por escuchar su potente voz cada madrugada. En ese instante se produce la magia.
El mismo estudio desde donde saldrá al aire momentos después es el lugar elegido para el encuentro. El locutor se presta al diálogo soltando las palabras con la misma facilidad que se lo escucha al aire. Se comienza a percibir en ese rincón del Prado, el misterio sobre el que hará referencia luego, y del que usufructuará para llegar a los lectores, de igual forma que lo hace cada noche con su público.
"La radio es mi gran pasión. Es la mujer que me fue más fiel en toda mi vida", compara para explicar ese incontrolable entusiasmo que siente por el medio que lo enamoró desde el primer momento. Llegó de Paysandú a Montevideo cuando era chico con el objetivo de estudiar medicina, pero poco tiempo tuvo que transcurrir para que se diera cuenta que su verdadera vocación lo esperaba en otro sitio. Así comenzó a realizar trabajos como locutor, luego como movilero de ciertos programas, y finalmente como conductor. Una vez que logró financiar su propio proyecto supo que fortalecer esa suerte de veta empresarial le permitiría dedicarse a esa profesión para siempre.
A la pasión por la radio se le sumó una segunda: el profundo enamoramiento por el horario de la madrugada. La primera vez que se lo ofrecieron, lo rechazó; pero el destino se encaprichó en convertirlo en la gran figura de la medianoche en la radio nacional. El gerente de Radio Monte Carlo le insistió para que fuera el sucesor de Omar Gutiérrez al frente del emblemático ciclo El Tren de la Noche, y fue una oferta que no pudo rechazar. Eso sí, apenas se enfrentó al programa, ordenó que había que realizarlo en vivo, y a partir de ese instante, inició un vínculo inquebrantable con una franja horaria que apropió como parte de su vida. "La radio tiene magia, pero la madrugada tiene misterio. Esa es la ecuación perfecta", describe.
Desfiló por distintos horarios, pero siempre con el cielo oscuro de testigo: de 0 a 5, de 2 a 6, y hoy hace lo propio de 0 a 3, horario que define como "la pócima". "Durante el día la radio está encendida pero en la noche los sonidos se potencian y tu voz pasa a un primer plano", guiña sobre los beneficios de transmitir a la madrugada. Adaptarse a trabajar con ese horario tan particular es algo que un comunicador promedio esquivaría, pero él no lo modificaría por ningún otro. Acondicionó su rutina en función del programa, ya que vive en el balneario de Parque del Plata por lo que recorre 100 kilómetros a diario, y llega a su casa sobre las cuatro de la mañana. "Tuve que cambiar mi metabolismo y mis horarios", explica, pero lejos de quejarse o insinuar cansancio, lamenta no tener que hacer lo mismo los fines de semana: "los sábados y domingos cuando no trabajo extraño muchísimo; siento que me falta algo", y agrega: "no quiero ni pensar en el día que me jubile".
Oyente de día. Gustavo se presenta como "un hombre de radio", y no solo por su trayectoria en ese medio sino porque también disfruta consumirlo cuando no está al aire: "escucho a Víctor Hugo en la mañana, y después hago zapping. Doy con gente que hace cosas lindas como Abel Duarte, y cuando no encuentro nada, escucho el Sodre". En contrapartida, los productos de las nuevas generaciones le desagradan: "Se ha perdido el profesionalismo", analiza.
-¿Qué opinión te merecen los programas integrados por gente joven?
-Hacen una radio diferente. Se perdió el respeto. Yo tengo una escuela, y hay cosas que nunca haría. Le quisieron inyectar mucha espontaneidad y mucha música de esa que no tiene ritmo y marea, como "los wachiturros".
-¿En qué sentido siente que se perdió el respeto?
-Veo comunicadores que por más que son egresados de centros importantes de enseñanza, no conjugan bien los verbos, no hablan bien y usan palabras que no son agradables a los oídos. Yo noto que hoy cualquier muchacho tiene su programa de radio.
Tv de otra época. Si bien la radio es el medio de comunicación que siente innato, Gustavo también supo desempeñarse frente a varias cámaras de televisión. Sin embargo, hoy es un ambiente que percibe lejano, en el que sencillamente "no encaja".
-¿Te dan ganas de volver a hacer televisión?
-Yo no me podría acoplar a la televisión de ahora porque no compartiría una mesa con gente que habla de temas que no tienen contenido. De haber un cambio, me encantaría hacer un programa que deje algo, al menos pasar un momento agradable en familia.
-¿No hay nada de eso en la televisión de hoy?
-Yo no encuentro nada. ¡A la mañana no puedo mirar nada! Te juro que hago el esfuerzo pero no puedo porque lo que hay no me llena, no colma mis expectativas como televidente, no me convence nada. Además, hay muchos programas de espectáculos que en lugar de hablar de lo que se presenta en teatro, dedican el tiempo a opinar sobre quién sale con quién o sobre los que se pelean y se arreglan. No es la televisión que a mí me gusta, deja mucho que desear.