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Conrado Hughes revela las diferencias con otro panelista que desencadenaron su salida de "Polémica"

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Conrado Hughes. Foto: Marcelo Bonjour
Nota a Conrado Hughes Alvarez, contador publico uruguayo director de Gestam Uruguay, empresa dedicada a la gestion de servicios, en su domicilio en Montevideo, ND 20210909, foto Marcelo Bonjour - Archivo El Pais
Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

ENTREVISTA

El analista, de origen blanco wilsonista, detalla los pormenores que determinaron su desvinculación del programa de Canal 10. "Nunca antes había tenido un problema personal", dijo.

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-Más allá de un breve período como director de OPP (1990-1991), se ha dedicado mayormente a la actividad privada como contador. ¿Cómo surgió su faceta de polemista en los medios?

-En los medios llevo 21 años, siempre en polémicas. Estuve 16 años en las tertulias de El Espectador. Mi entrada fue un poco fortuita. Emiliano Cotelo me había invitado como suplente y al poco tiempo, Ignacio de Posadas le planteó que se le hacía difícil opinar de ciertos temas por su trabajo profesional y cuando él se fue, entré yo. En esa primera tertulia estaban Juan Miguel Petit, Carmen Beramendi y con Rodrigo Arocena. Ahí estuve 14 años y cuando Emiliano tuvo diferencias con la dirección de la radio y se fue de El Espectador, yo me quedé. Seguí dos años más con Daniel Castro. Entre los dos períodos estuve en muchas tertulias: el otro día sacaba la cuenta y había discutido con más de 100 personas.

-Luego vino la etapa televisiva...

-Sí, en el año 2017 me convocaron para el proyecto que luego fue Todas las voces. Me propusieron la idea de ir a polemizar en el programa y me encantó, más allá de las dudas que tenía sobre los tiempos televisivos que obviamente no son iguales a la radio.

-En ese programa, la contrafigura de los debates fue Oscar Andrade. ¿Cómo definiría la relación con él?

-La verdad es que más allá de las tremendas discusiones que tuvimos, nunca hubo un problema personal. Antes y después del programa nunca quedó un enojo. Fui a un asado en el Sunca. Fuera del aire, conversábamos sobre asuntos de familia y otras cosas de la vida cotidiana y la relación entre nosotros siempre fue muy buena. Y hasta hoy, si nos encontramos nos saludamos sin problema.

Conrado Hughes. Foto: Marcelo Bonjour
Conrado Hughes. Foto: Marcelo Bonjour

-En marzo de este año se incorporó a “Polémica en el bar” (Canal 10) ¿Cómo surgió esa invitación?

-A finales de febrero Canal 4 nos planteó que el formato de Todas las voces iba a reconvertirse y prescindían de mis servicios como polemista. Una semana después recibí llamadas de los otros dos canales, en principio con invitaciones a programas para debatir. La primera invitación de Polémica en el bar era para acudir al piso el viernes 12 de marzo. Ya en la mañana nos dijeron que Alberto Sonsol había dado positivo y que iba a salir desde su casa. Ese día debatí con otro invitado, Jorge “Fogata” Bermúdez y nuestro debate salió muy bueno. Tuvo mucha repercusión y buenos niveles de audiencia.

-¿Ahí lo invitaron a ser panelista fijo?

-En realidad, me invitaron nuevamente al programa del domingo y como a la semana siguiente el cuadro de Sonsol se había agravado y ellos pensaban en una suplencia quizás más prolongada, me hicieron la propuesta de ser su reemplazante. Hicimos un acuerdo por un mes para cumplir con esa suplencia. Lamentablemente, Sonsol falleció días después. Los números de COVID se habían puesto tan complicados que tanto a Sergio (Puglia) como a mí nos mandaron a nuestra casa. Salimos por Zoom. Luego discutimos las condiciones y firmé un contrato por el resto del año.

-¿Qué pasó semanas atrás que ese vínculo se terminó?

-En julio empezaron a sonar algunos cuestionamientos sobre el “balance” en el programa. Álvaro García hizo un comentario, que me causó gracia, pidiendo al aire que en “Polémica” hubiese un “Connie Hughes del Frente Amplio”. Ese día yo le había discutido duro y él hizo ese planteo. No me correspondía a mí opinar sobre eso pero me parecía bien que la producción fuera a buscar a otros polemistas. Trajeron entonces a un actor (Robert Moré) que no conocía pero con quien me llevé espléndidamente bien y un señor (Eduardo “Lalo” Fernández) con quien me llevaba muy bien hasta ese momento. En mis tiempos de gobernantes, nos había tocado negociar un convenio muy importante, además de encontrarnos mil veces en la vida. No obstante, en el primer programa al que acudió ya hizo una alusión personal. Y me calenté.

-¿Cuál fue la alusión?

-No importa. Yo estoy acostumbrado a los calificativos en el terreno ideológico y me resbalan absolutamente. Pero soy muy celoso de mi trayectoria personal en los aspectos que tienen que ver con mi comportamiento y con mi ética. Cuando en las redes me relajan con algo que toca estos aspectos, contesto por mensaje privado: “Les digo: “señor, ¿de dónde sacó usted que yo fui un ñoqui?”, por ejemplo. Yo nunca fui empleado público. Tuve ese cargo político en la OPP y después, toda la vida trabajé de forma privada.

-¿Planteó la situación en la interna del programa?

-Al principio no. Las situaciones se fueron reiterando hasta que hace tres semanas recibí otra vez calificativos desagradables sobre aspectos personales...

-¿Se refiere a cuando lo acusó de decir “mentiras”?

-Sí, luego de ese domingo me sentí tan incómodo que pedí para tener una charla. Conté lo que me pasaba porque vi que no iba a haber una marcha atrás de esa persona. Fueron 8 programas los que compartimos y en 5, aparecía siempre con acusaciones en el terreno personal. Por ejemplo, se llegó al planteo descabellado de que yo había tenido un contrato bajo cuerda con la Intendencia de Maldonado. Tan por derecha fue mi contrato que cuando me lo rescindieron, bajo una administración del Partido Nacional, le tuve que hacer un juicio y lo gané. Esa fue una perla más en el collar. Realmente, me pasó la ola.

-¿Qué le dijeron en la producción?

-Unos días después me plantearon una solución que suponía cambiar el contrato, así que debíamos sentarnos nuevamente a conversar sobre eso.

-Se habló de la posibilidad de que rotaran un día cada uno....

-La solución tenía algunas condiciones que requerían volver a negociar. En ese proceso yo dije mis condiciones y no nos pusimos de acuerdo. Como caballeros nos dimos la mano y encantados. Ya rescindí el contrato y no tengo nada que reclamar. Así que cero problema con el canal o con las producción. No nos entendimos y listo. Soy muy de respetar los contratos y de entender que si uno negocia y no se pone de acuerdo, nadie se tiene que ofender y no pasa nada.

-¿Cómo se definiría como polemista?

-Defiendo las ideas con convicción, con sentido del humor y un lenguaje franco. Puedo ser ácido. Pero más allá de las diferencias, nunca tuve un problema personal. O nunca había tenido hasta ahora. Yo llevo 21 años participando en polémicas y jamás había tenido un problema así. Hay un principio de los romanos que asegura que en un debate no se pueden plantear argumentos ad hominem. Esto es, atribuir falsedad a un argumento por quien lo dice y la descalificación personal del que lo dice. No hay nada productivo en un debate cuando las partes se faltan el respeto. Y eso estaba pasando. Las diferencias tienen que referir a las ideas, no a las personas.

-¿Qué le pareció la carrera política de Andrade que ganó en intensidad luego de Todas las voces?

-No lo conocía antes del programa. Luego de los primeros debates yo le dije: “Tengo la impresión de que vas a hacer carrera política. Pero me parece que para eso tenés que zafar del Partido Comunista. Porque es una piedra atada al cuello que no vas a poder cargar”. De hecho, los que impulsaron la precandidatura en un principio fueron frenteamplistas independientes, no los comunistas. Luego sí el PC le dio su apoyo y les fue muy bien en el acuerdo con Carolina Cosse.

-¿Qué visión tiene de la polémica en la que se vio envuelto luego de que se revelara que tenía deudas de contribución en Canelones?

-Creo que eso le va a afectar. Las explicaciones que dio no me parecen muy convincentes. Creo que erró el bizcochazo. Tendría que haber dicho: “tocado, me equivoqué. Ya llamé a la Intendencia y mañana me pongo al día”.

-¿Coincide con el concepto de que hay una grieta?

-No. Creo que en Uruguay hubo una grieta a finales de los ‘60; en ese momento hubo familias o amistades quebradas por las ideologías políticas, acrecentado sobre todo por la irrupción de la guerrilla. Yo era wilsonista y no tenía amigos pachequistas ni amigos tupas. Porque nos separaba un océano. Hoy yo no veo ese fenómeno. Puede haber algunos charcos pero no grandes diferencias.

-¿Qué se viene ahora en materia de medios? ¿Algún proyecto?

-No tengo idea. Alguna cosa voy a pensar vinculado a los nuevos medios.

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