Con Raúl Jaurena Chicago florece de tango

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Los días 28, 29 y 30 de julio, el bandoneonista, arreglador y compositor Raúl Jaurena vivió su momento estelar en Chicago, presentando tres programas diferentes en apenas tres días, y convocando a más de quince mil espectadores.

SUPERMILONGA. El jueves 28 comenzó la maratón tanguera del Maestro Jaurena, que tiene legión de admiradores en esta ciudad. Summer Dance es un ciclo veraniego para bailarines organizado por el Chicago Cultural Center. Es al aire libre, en medio de los espléndidos jardines del Grant Park, en pleno centro de Chicago. Allí Jaurena tocó un repertorio estrictamente bailable, acompañado por el piano de Breno Sauer y la guitarra de Armando Alvarez. El brasileño Breno Sauer es un mito viviente de la música brasileña. Originario de Porto Alegre, vivió toda la primera época de la bossa nova, a la que contribuyó como pianista y vibrafonista, y luego ha dirigido por años el internacionalmente famoso grupo Som Brasil. Armando Alvarez es un prodigioso guitarrista chileno, acústico y eléctrico, quien conforma con Sauer un estupendo dúo. Juntos han acompañado a Jaurena durante varios años en sus incursiones chicaguenses. Entre tres y cuatro mil tangueros se apersonaron para esta súper milonga, donde varias parejas de instructores estaban a disposición de los novatos.

EN HOT HOUSE. El viernes 29 Jaurena se presentó con su nuevo trío, especialmente llegado de Nueva York, con el rosarino Octavio Bruneti en piano y el porteño Ruben Isola en bajo, y con la presencia de la cantante Marga Mitchell. Hot House es un lugar muy especial, no solamente porque es uno de los locales nocturnos más hermosos de la ciudad, sino porque es una organización sin fines lucro, lo cual está bastante fuera de lo común. Hablando de Octavio Brunetti, a quien yo no conocía, Jaurena me había adelantado "vas a ver lo que toca este tipo, no se puede creer". Y era verdad. Con apenas 30 años, Brunetti es ya un realidad como pianista de tango de altísimo nivel, entre los cuatro o cinco mejores del mundo. Y si cree que exagero, esperen a escucharlo. Brunetti, con algunos rasgos de Tarantino en su manera de tocar, tiene ya un estilo personal, flexible y dominador de todos los "yeites" del tango. Respaldado en alguien así, y ambos correctamente secundados por el bajista Isola, Jaurena se despachó con un concierto de altos quilates. Hubo de todo. Tangos, milongas y valses clásicos, pero también Piazzolla, temas propios y hasta una improvisación sobre ritmo de candombe, muy bien recibida por una audiencia que no necesariamente conoce este género afro-uruguayo.

Marga Mitchell y el Dr. Eduardo Nijenson como invitado especial tuvieron a su cargo la parte vocal. Nijenson no es sólo un sólido cantor, sino que además ha sido un incansable batallador por la presencia en Chicago, algo que hay que agradecerle debidamente. Marga, con su prestancia de siempre, sus recursos dramáticos y su conocimiento de este género que ha adoptado como propio, tuvo un participación descollante. Especialmente aplaudida fue su versión de "Balada para un loco".

NOCHE DE GALA. El Grant Park Festival, una de las pocas organizaciones en todos los Estados Unidos que sigue ofreciendo conciertos públicos gratuitos a la población, está siempre abierto a la música de America Latina. Con un director general sensible y músico, como Jim Palermo, cada año ambienta un par de memorables noches para nuestros músicos. Allí fue que con Federico García Vigil, Susana Rinaldi, Juan José Mosalini, Elida Gencarelli y Sergio Fernández, hicimos el gran homenaje a Piazzolla donde se estrenó mi "Concierto para Bandoneón", que la Grant Park Symphony me encargó especialmente para la ocasión. El año pasado le tocó el turno a Paquito D’Rivera, quien vino a festejar sus 50 años como músico al frente de esta espectacular orquesta. Este 30 de julio, y bajo la dirección del director mexicano Carlos Miguel Prieto, la noche latinoamericana consistió en un programa con obras de los compositores mexicanos Silvestre Revueltas y Carlos Chávez, así como un muy especial interludio de tango sinfónico a cargo del bandoneonista Raúl Jaurena, como solista y arreglador, al frente de la Orquesta del Grant Park. Y apróntense que esto les va a gustar. Al presentar a Jaurena, el director Carlos Miguel Prieto le dijo en inglés y bien clarito, a las doce mil personas presentes, más la crítica, la radio y la TV gringas, lo siguiente: "Hay un malentendido con esto del Tango Argentino. El tango no es argentino, para nada. El tango pertenece a dos ciudades: Montevideo y Buenos Aires. Y como prueba viviente, acá tenemos al Maestro Raúl Jaurena, del Uruguay". Los ciento y pico de uruguayos, incluido el muy activo cónsul Boris Svetogorsky, nos paramos y gritamos como si fuera gol de Forlán en la final del próximo Mundial. Y a los porteños porfiados que se las saque Ben Casey.

Los títulos elegidos para esta nueva incursión del Grant Park Festival en la música del Río de la Plata fueron tres temas representativos de diferentes períodos, como "La Cumparsita", del compositor uruguayo Gerardo Matos Rodríguez; "El Choclo", y "Adiós Nonino", de los argentinos Angel Villoldo y Astor Piazzolla respectivamente, en arreglos sinfónicos del propio maestro Jaurena. En su arreglo sinfónico de "La Cumparsita" Jaurena demuestra que las posibilidades de esta joya que Uruguay le dio, como tantas otras, al mundo del tango, están muy lejos de agotarse. "El Choclo" es quizás el más clásico de todos los tangos de la primera época. Su autor, Angel Villoldo, es el nombre culminante entre la primera generación de autores del tango, y cuenta con toda una leyenda rodeando su vida. Como "La Cumparsita", "El Choclo" fue grabado hasta por Louis Armstrong. El Maestro Jaurena revive este indestructible "yuyo" (hierba) del suburbio y lo lleva a una dimensión sinfónica, que no hemos visto en las partituras de otros arregladores. "Adiós Nonino", Piazzolla originalmente lo compuso en 1955, como "Nonino". En 1959, a la muerte de su padre, lo reelaboró como un verdadero réquiem, con el nuevo título. La visión de Jaurena es a la vez íntima y épica. El director Carlos Miguel Prieto, luego del concierto, confesó estar deslumbrado por ese arreglo: "fue lo mejor de toda la noche", dijo el joven músico, una de las ascendentes estrellas de la batuta a nivel mundial.

QUIEN ES JAURENA. Unas doce mil personas presenciaron esa hazaña tanguístico-sinfónica del uruguayo Jaurena en el faraónico pabellón Pritzker del Grant Park. Unas 200 estuvieron en el concierto de Hot House y unas 3 ó 4 mil en la milonga de Summerdance. Y todo en solo tres días. ¿Y qué es lo que vieron y escucharon? Vieron y escucharon a Raúl Jaurena, quien representa la culminación de más de cien años de historia del tango. Como personalidad tanguera integral, bandoneonista, compositor, arreglador y director, simboliza la fusión armónica de diversas tradiciones y escuelas que han sido parte de la dialéctica interna del género rioplatense: desde la milonga al tango de concierto.

Jaurena creció respirando al ritmo de este instrumento y a los ocho años, tras aprender de su padre, ya estaba tocando profesionalmente. Sus años en el trío del importantísimo pianista uruguayo César Zagnoli, un estilista del tango, le dan una primera madurez. Su carrera internacional, que comienzan en los ’60, lo lleva a coincidir en un escenario de Montreal, Canadá, con Astor Piazzolla. Para el exigente Piazzolla, Jaurena ya era "uno de los mejores bandoneonistas del mundo". Para Jaurena, la música de Piazzolla pasó a integrarse definitivamente en su propio mundo sonoro. Armado con las herramientas de la tradición y de la vanguardia, sobrevino una brillante carrera internacional, que lo ha visto en los escenarios de Estados Unidos, Europa y América Latina, con la Filarmónica de Viena o de Stuttgart y por supuesto, con la Filarmónica de Montevideo; con Yo-yo Ma, con Paquito D’Rivera, o en sociedad con el clarinetista israelí Giora Feidman; al frente de su New York Buenos Aires Connection, o de su New York Tango Trío, o acompañado del Bronx Arts Ensamble en el Carnegie Hall. Jaurena nos enseña, como nos lo enseña Wynton Marsalis dentro de la música de jazz, que entre el tango para bailar y el tango para escuchar hay una continuidad esencial. Lo mismo de Villoldo a Piazzolla, y después de Piazzolla también.

Más de cien años de tango y hasta la tradición sinfónica confluyeron en estos espectáculos de Jaurena en Chicago. Y estuvieron en inmejorables manos.

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