Analía Filosi
Estamos acostumbrados a que el cine estadounidense cuente las guerras desde una sola visión, la de su Ejército. Clint Eastwood iba a seguir esa línea cuando empezó a filmar La conquista del honor, pero se dio cuenta que le estaba faltando una parte de la historia: el sentir de los soldados japoneses en la decisiva batalla de Iwo Jima durante la Segunda Guerra Mundial. Entonces se propuso que el correlato nipón tuviera el mismo espacio que el de los marines estadounidenses y creó Cartas desde Iwo Jima, una película que, si bien habla de la guerra, no son las escenas bélicas las que predominan, sino los sentimientos de sus protagonistas. La forma de sentir y pensar de los japoneses se expresa a través de las cartas que un humilde panadero devenido en soldado, una estrella olímpica de salto ecuestre y un severo general que supo cultivar buenas amistades en Estados Unidos, entre otros, le dirigen a sus familias sobre lo que viven en el campo de batalla. Y para que la autenticidad no se pierda, el film está hablado en japonés. Una magnífica fotografía en tonos que casi la convierten en un film en blanco y negro apenas coloreado por el fuego de la batalla, crea el escenario adecuado para que este relato de tono melancólico permita comprender que en todo enfrentamiento hay dos caras, cada una con lógica propia. El panadero de Kazunari Ninomiya y el general de Ken Watanabe, como los dos extremos de la línea de mando, nos acercan a una forma de valorar el honor y el patriotismo que era necesario conocer.
Título original: Letters from Iwo Jima | Director: Clint Eastwood | Actores: Ken Watanabe, Kazunari Ninomiya, Tsuyoshi Ihara, Ryo Kase, Shidou Nakamura | Género: drama | Duración: 140`