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La camaleónica Paola Larrama

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Foto: Fernando Ponzetto

Inquieta y creativa. Actriz y cantante. Está en tres proyectos a la vez. Es Thelma en Muñeca Rota(martes y miércoles de junio en el Teatro Victoria). Cantará las canciones de Pablo Aguirrezábal en el show Perdiendo el juicio (2 y 3 de junio en la Nelly Goitiño). Y estrenará The Tempest (Luciana Lagisquet y Danna Liberman) junto a la compañía Teapot Plays in English (1 de junio en el Teatro Solís).

Llegó a su casa quince minutos después de lo previsto. Se demoró en un ensayo, pero se apuró para recibirme con agua caliente en la tetera. Paola Larrama no está acostumbrada a dar entrevistas. No le gustar sentir que la someterán a un interrogatorio. Prefiere que la charla suceda en tono amistoso. Y con té de por medio es ideal.

La actriz y cantante es buena anfitriona. Abrió las puertas de su casa para empezar a crear Muñeca Rota y al elenco nunca le faltó picada y vinito. Prestó su rincón artístico y lo bautizaron la ‘sede del CAP (Club Atlético Peñarol)'. Ninguna es futbolera pero el chiste interno entre estas cuatro mujeres es que hay que salir al escenario con la garra de la barra brava del manya. 

No es fanática del deporte pero le tira el Club Atlético Cerro. Sus padres, sus hermanas, sus tíos y sus primos no se pierden un partido. Y el estadio Luis Troccoli fue el punto de encuentro con sus amigos del liceo durante años.

Se siente a gusto en su casa de Barrio Sur: está cerquita del agua y sabe en qué andan los vecinos. Pero Paola extraña su Cerro natal. Allí vivió hasta los 21 años. Se mudó al Centro para estar más cerca de sus actividades: la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático (EMAD), los ensayos, el trabajo. Pero los recuerdos que más añora están encerrados en la Villa. Y los saca a relucir en varios momentos de la charla. Un amigo del barrio la invitó al Carnaval de las Promesas, se probó, quedó en parodistas Sleepers y se le abrió un mundo nuevo. Con ese mismo grupo cayó en el Florencio Sánchez para hacer talleres de actuación y se enamoró del teatro.

Una profesora de música de su queridísima escuela Santa María de la Ayuda la alentó a que se sumara al coro. Se animó y mostró su voz. Pero ya traía ese gustito por la música: estudió piano de los 6 a los 12 años y pasaba tardes enteras escuchando tango con su abuela Esther. Y aunque no hay artistas en su familia (salvo su primo Rafa Cotelo), sus padres y su tía cantaban en todos los cumpleaños.

En su casa del Cerro conservan casetes con monólogos que ella registró en la niñez. Paola nunca los escuchó y tampoco recuerda haberlos grabado, pero tiene nítido el cuento porque su tía se encarga de repetírselo. "Supuestamente hay uno de Artigas, parece que escuché algo en la radio sobre un acto e improvisé un discurso". La memoria es selectiva. Olvidó por completo qué canción cantó frente a todo el liceo y con el chico que le gustaba entre el público. Igual sabe que salió horrible.

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Es una artista inquieta. Tiene mil ideas en mente y le fascina investigar. Está en tres proyectos a la vez. Hizo a Thelma en Muñeca Rota, cantará las canciones de Pablo Aguirrezábal en el show Perdiendo el juicio (2 y 3 de junio en la Nelly Goitiño), y estrenará The Tempest junto a la compañía Teapot Plays in English (1 de junio en el Teatro Solís).

No piensa en el dinero. Si aprende y disfruta, se tira de cabeza. Estos tres desafíos la motivan: son auténticos, cree en ellos profundamente y están cargados de generosidad.

Con Muñeca Rota indagó en su modo de hacer teatro. Imprimió su discurso a una obra que se armó como un puzzle entre el trío de actrices y Lucía Trentini (directora).

La experiencia con Aguirrezábal es un "viaje súper grato". El humorista precisaba una mujer que cantara sus canciones en La historia de la alegría (2013) y Lucía Trentini le recomendó a Paola Larrama "muy profundamente". Él confió pero igual la investigó: miró algunos videos en internet y le encantó que fuera creíble y cantara desde sí misma con "piel y sensibilidad".

Perdiendo el juicio permitió que Paola se desencasillara del tango y se reencontrara con la música desde otro umbral. Comprendió las composiciones más poéticas y serias de Aguirrezábal, que no es tarea simple, y les dio su touch con absoluta libertad. "Pablito escucha pila, llega con muchas ideas y todo se transforma en el ensayo".

La compañía de teatro infantil está cargada de entrega y compromiso. La fundó junto a una amiga y ambas unieron su vocación de actrices con la docencia (son profesoras de inglés).

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El texto de Muñeca Rota llegó sin roles asignados. Las mujeres no sabían quién sería quién en la obra. Todo era posible. Y hay guiños de las tres actrices en cada personaje. Paola probó unos lentes que al final descartó y los tomó Karen Halty para terminar de configurar los ojos bizcos de Ángela. Karen presentó un destrabalenguas y Paola se agarró de lo rítmico para ponerlo en Thelma.

Miraron muchas películas de David Lynch y se colgaron con la serie Twin Peaks: Ángela, Thelma y Monina (Victoria Pereira) están atravesadas por esas imágenes. "El material no es de ninguna, es de todas. Se creó un universo común del que cada echa mano cuando precisa".

Thelma está obsesionada con los deja vú y Paola no quiso ser menos. Anotó cuanto pudo sobre esa manía en unas libretitas que usó durante todo el proceso creativo. En ese año y medio de experimentación hubo mucho trabajo de taller. Paola retuvo un ejercicio.

—Presenté un personaje que entraba y salía de una habitación. Su estado y el monólogo que decía cambiaban en cada ingreso. En la primera pasada sentía miedo, la segunda vez se mostraba un poco más extrañada y al final decía el texto de atrás para delante.

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La buena vibra de Paola se capta sin necesidad de conocerla a fondo desde su sonrisa que parece dibujada. Está contenta con la vida y Aguirrezábal celebra cada encuentro con ella porque "parece que sale el sol". Siempre está dispuesta a hacer reír. Su energía bien arriba a veces dispersa en los ensayos pero maneja un humor tan tierno que es fácil que te compre. Siempre tiene encima un paquetito de maní japonés para compartir y eso también ayuda para que se gane la simpatía del resto. Es la amiga ideal para irte de campamento.

Trentini celebra su creatividad, las ideas que propone, la confianza que le depositó durante todo el ajetreado camino de Muñeca Rota y sus ganas de arriesgar sin parar.

Si algo no funciona, va para delante. Prueba, prueba y vuele a probar. Empezó el proceso morocha y terminó con unos bucles anaranjados acordes con las referencias estéticas. La idea de que Thelma tuviera otro color de pelo era "salir un poco de mí" y diferenciar al trío desde lo físico: Monina es bien morena y Ángela súper pálida. Nunca se había teñido para una obra y acudió a su tía Lucy, peluquera, y dueña de una "paciencia insólita": bancó la cabeza de su sobrina, la escuchó atenta y tanteó hasta dar con el pelirrojo exacto.

El calzado fue el único accesorio que se mantuvo durante todo el proceso de Muñeca Rota. La diseñadora Lucía Silva le proporcionó unos zapatos verdes con hebillas y botones. Ese decorado voló. Paola incluso los mandó a teñir. Ensayar con vestuario ajeno es clave para esta artista.

—Esa cuestión de cambiar, ponerte en un lugar diferente, usar ropa de otro aun sin saber de quién sirve mucho, porque es construir externamente para después poder encontrar lo interno.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Foto: Fernando Ponzetto

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