Benjamines: caras nuevas en la serie Rec

El sábado 13 se estrenó Rec en TNU. La serie se emite a las 21:30, son nueve capítulos y la historia se narra en el formato de video casero.

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MARIEL VARELA | FOTOS: DAMIÁN VICENTE

Llegaron al casting por vías distintas pero en igualdad de condiciones: era la primera vez que audicionaban, el objetivo era probar y ninguno de estos tres adolescentes tiene mucha idea de por qué se presentó. Matías Ganz y Rodrigo Lappado, directores y guionistas de Rec, no los eligieron al azar. Necesitaban alguien desenvuelto, que rindiera bien en cámara y apareció Luis Sanguinetti a raíz de una invitación que recibió por Facebook. Precisaban a un tipo efusivo y no dudaron que Mateo Altez era ideal: rompió su celular durante el casting en una escena donde debía explotar. Querían un chileno o un mexicano y cayó Alan Ortiz una semana antes de empezar la pre producción con la dosis justa de tranquilidad, soltura, un dejo langa y un buen acento centroamericano. Y ambos directores compraron el trío.

Luis Sanguinetti (19) representa a Sebastián y es quien filma. Le regalan una cámara y a partir de ahí empieza a registrar todo, no quiere que se le escape nada y filma su entorno, las relaciones con sus padres, sus hermanos, las salidas y encuentros con sus mejores amigos del liceo -el `Gordo` interpretado por Mateo Altez (19) y el `Mexicano` por Alan Ortiz (18)-. El video casero es el recurso que eligieron Matías (25) y Rodrigo (26) para narrar esta trama cercana a la realidad de cualquier adolescente y de muchas familias. Este trío de actores novatos reconoce en las escenas y diálogos de Rec elementos de su vida y logra trasladarlo a su día a día: "Encontrás ciertas relaciones con lo real, con cosas que pasan en lo cotidiano: tus padres se pelean y tus amigos no te pasan abrazando y diciendo `te quiero` sino que te están diciendo, `toropu, alcanzame algo`", rescata Mateo con humor. "Son cosas que me han pasado y creo que le pasan a la mayoría de las personas", anticipa Luis, que utilizó ese realismo en su favor para meterse en la cabeza de Sebastián, el primer personaje que le toca en suerte. "No tuve que abstraerme y decir, `wow, ¿qué hubiera hecho yo en esta situación que nunca estuve?` Sebastián es un pibe tranquilo, no tiene ninguna manía, su personalidad no es de calentón ni loco, un pibe promedio así que no tuve que hacer un laburo salado", comenta a propósito de cómo lo trabajó.

Alan piensa que cada uno de ellos tiene algo del personaje que interpreta: "Si quedaste en ese rol es porque algo tenés porque al no tener experiencia..." Este mexicano que cursa sexto de Derecho de repente leía una escena y se acordaba de un amigo o de él en esa situación, entonces intentaba recrear ese momento tal cual había sucedido y lo imitaba. "Al ser tan real son cosas que nos pasaron a todos, te acordás e intentás hacerlo igual. A mí me pasó que estábamos haciendo las escenas frente a cámara y era como la vida real porque te metías en el personaje y a la vez te divertías. Las escenas que tenemos en la Rambla de noche las actuás pero las sentís", como si sucedieran en tiempo y dimensión real.

Privilegiados. Vio el evento en Facebook, alguien de su clase puso `asistiré`, por inercia mandó el mail, sin pensar mucho y dijo, `ta, no tengo nada para perder`. En el primer casting Luis se sometió a un cuestionario donde debió responder sobre sus gustos y preferencias en cine y TV. Esas preguntas no tenían como único fin distender sino que incidieron en la decisión final de los directores. "Si el pibe te dice que le gusta Discovery Kids o que está todo el día viendo Porque te quiero así no lo ibas a llamar porque no tiene nada que ver con lo íbamos a hacer", señala Matías. El primer mecanismo de descarte fue a partir de la apariencia física: "Sebastián no iba a ser un tipo que estuviera trabado", dice entre risas Matías pretendiendo que Luis no se ofenda. El `Mexicano` tenía que dar con un perfil medio "langa" y el `Gordo` no es necesario aclarar. En el primer casting Luis tuvo que improvisar una escena de celos con una chica. Él no lo tiene muy presente pero fue clave para que resolvieran que sería Sebastián. "Las situaciones en los casting son muy simples y tienen que buscarle la vuelta para hacer de eso algo interesante. La originalidad y cómo lo resolvían fueron factores que pesaron", agrega Rodrigo.

Mateo estudia actuación pero nunca había audicionado. Su segunda prueba fue decisiva: "Tenía que enojarme a las puteadas con el dueño de un cyber". A él le divirtió hacerlo y los directores no dudaron en que era la persona indicada cuando lanzó el celular por los aires. "Precisábamos a alguien que tuviera la capacidad de irse al carajo y dijimos, `ta si el flaco este rompió el celular, se puede ir a la mierda`", apunta Matías. A Alan lo encontraron una semana antes de arrancar la pre producción. Estaban "al palo" y no hubo muchas instancias para probarlo. "Fue con el que más nos jugamos por un tema de tiempos pero tuvimos suerte", según Matías. Alan hizo el casting motivado por su padre: "Le llegó un mail de la embajada de México, él sabía que me gustaba y nunca había estudiado nada y me dijo, `¿por qué no vas?` Yo estaba acostado mirando tele y le respondí, `mirá si voy a quedar en una serie`. `Andá, no perdés nada`", le hizo caso y se presentó.

Luis estaba viendo ópera en el Auditorio Adela Reta cuando recibió el llamado de la producción de Rec. "Me llamaban y les cortaba, cuando salí, los llamé y me dijeron que había quedado. Nunca se me había pasado por la cabeza que iba a actuar en una serie, qué bizarro. Tuve que mover un poco las cosas y entré a la facultad de Comunicación en el segundo semestre". A Mateo la noticia lo agarró mirando un partido de Boca (es fanático del cuadro argentino) y a Alan caminando a su casa: "No podía creer, estaba feliz pero a la vez pensaba, `¿en qué me metí?` Me van a terminar echando", se ríe el mexicano.

Gatear para llegar a actuar. Previo a comenzar a rodar, Gustavo Bouzas dictó un taller que sirvió de aprendizaje tanto a actores como a directores. "Nosotros íbamos y mirábamos para ver cómo teníamos que laburar con cada uno de ellos porque cada actor es una persona, responde distinto a los estímulos y más o menos tratamos de tener una idea de las personalidades de ellos y por dónde había que rumbearlos", cuenta Matías. "Si hubiéramos tirado las escenas sin hacer ese taller, hubiera salido cualquier cosa. Estando con ellos en los ensayos nos hicimos amigos, nos empezamos a entender", comenta Alan. La fase de conocimiento entre estos tres actores fue disfrutable y la confianza fluyó fácil. "Llegué rápido a poder decirle `pu.. cabrón` con total libertad", se ríe Mateo. La química al interactuar fue inmediata y era requisito básico para que la historia funcionara. "Son tres mejores amigos, se tenían que joder, pegar, tenían que tener una relación muy cercana. Si no lográbamos eso, no iba a quedar bien", agrega Matías.

En esa instancia con Bouzas se trabajó la intención de la escena, el rol y objetivo de cada personaje para luego pasar al guión. "Primero tenían una experiencia de improvisación y después se le agregaba el texto, manejar los tiempos para respetar los movimientos de cámara", explica Rodrigo. La impresión que dejó fue diversa en cada adolescente. Mateo entiende que sirvió para formar el grupo y que los directores dijeran qué querían de cada uno, "sobre todo el valor de compartir cierto momento antes de enfrentarte por primera vez a una cámara, antes de que el director te diga, `no, así no, hacelo de otra manera`". Alan y Luis se sintieron un poco en desventaja durante los primeros ensayos. "Al principio veía que a los demás los ejercicios les salían perfectos y me sentía incómodo, como que no era lo mío y estaba nervioso porque ellos encaraban. Al final agarré confianza, aprendí y entre todos nos levantamos", comenta Alan.

Luis fue el único que estuvo durante los 36 días de rodaje porque participó de todas las escenas, "y es el que menos se ve", ironiza Matías. Las primeras dos semanas se le hicieron cuesta arriba. "Me costaba dormir. Durante la mañana estaba bien pero después de almorzar no quería más nada", relata. A él le tocó aprender a manejar la cámara porque si bien los directores asumieron la responsabilidad de filmar, "sabíamos que en algunos momentos iba a ser necesario que él hiciera cámara por un tema de reflejos, espejos o situaciones demasiado complejas donde no podíamos entrar nosotros en escena", señala Rodrigo. El manejo del artefacto no le resultó difícil pero lo que más le costó fue coordinar "el zoom, no zoom, pensar qué decir, moverme, caminar, ojo con las sombras".

Mateo y Alan grabaron 20 días y a ambos les resultó ameno y no se cansaron. "Me encantaba estar ahí porque era como estar con amigos, ¿entendés? En ningún momento te aburrís", dice Alan. "Pasaba bien, es como cuando hace calor y tomás Coca Cola", compara Mateo. Y agrega: "Cierta magia que tiene el rodaje también. Pienso en César (Troncoso) que debe de haber hecho mil rodajes, terminaba y se iba a la casa porque estaba mejor con su mujer pero para nosotros tenía el valor de algo nuevo, de cómo ponían las luces, cómo se manejaba el sonido, ver trabajar a los directores, ver actuar a tus compañeros".

El nombre de César Troncoso dispara una anécdota. "Lo conocí acá (en el estudio de Matías y Rodrigo). Hicimos una escena con él y María Elena (Pérez). Me acuerdo que leyó una línea de diálogo, la dijo y nos preguntó, `¿pero ustedes quieren que la diga así o un poquito más arriba?`, lo repitió e hizo un cambio tan sutil que me quedé como, `wow, qué profesionalismo, de verdad`", relata Luis tan sorprendido como aquella vez. "No es un loco que de repente decía, `pah, estos pendejos`, hablaba bien de nosotros y eso nos levantaba", halaga Alan.

Pronto, listo, ya. El sábado 13 se estrenó Rec por TNU y varios integrantes del equipo se juntaron para verlo. Mateo se unió a ese clan. Alan lo vio en su casa junto a familiares y amigos "que cayeron de visita" y Luis, que escuchó su voz pero apenas pudo verse en cámara un par de segundos en este primer capítulo, lo miró en Floresta con amigos en un televisor viejo en blanco y negro. Lo primero que pasó por su cabeza cuando se veía fue pensar, `pah, ¿por qué tengo esta voz del ort..?`. El comentario dispara una carcajada unánime. Alan se reía porque recordaba momentos del rodaje y en su casa querían saber qué le causaba tanta gracia. Él les contaba sin problemas. Mateo se dio cuenta de "algunos frutos del trabajo" y le pasaron varios recuerdos por la mente: "Ellos no son el `Mexicano` ni Sebastián, yo no soy Marcos pero a veces estábamos almorzando y jugábamos a charlar más o menos de la misma manera que en la serie, se podía hacer muy fácil porque nos divertía e incluso lo seguimos haciendo, peleamos y ese tipo de cosas que no tienen que ver con lo que somos realmente ni con nuestra relación de amistad sino con el juego que se armó ahí".

"Si no se lograba que hubiera química entre ellos tres no iba a funcionar" (M. Ganz, director)

Luis no desea dedicarse a la actuación 100% porque no es lo suyo.

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