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Uruguay da un salto en genética

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Bernardo Bertoni, profesor adjunto del Departamento de Genética de la Facultad de Medicina. Foto: Darwin Borrelli.
Archivo El Pais

Para la mayoría de la sociedad es una ciencia que sucede en los laboratorios de países desarrollados y tiene que ver con clonaciones y manipulación de genes. Sin embargo, los avances tecnológicos la convirtieron en una novedad cada vez más útil para prevenir y diagnosticar distintas enfermedades.

También ayuda a ajustar medicaciones. Un grupo de genetistas locales barre con los prejuicios y lleva la bandera de una pequeña gran revolución que está sucediendo acá y que podría incluirnos en un boom mundial.

Aveces a Víctor Raggio la lentitud lo exaspera. Si uno quiere dedicarse a la genética en Uruguay debe aprender a esperar, pero no acostumbrarse. "Cuando empecé el panorama era muy incierto. Era discutible si la genética era realizable o no, y más si uno podría vivir dedicándose a ella", rememora.

A fines de 1990, cuando ya se había recibido de médico y trabajaba investigando el ADN humano, le dijeron que se iba a crear un título de postgrado de genética para médicos, pero el tiempo pasó sin novedades. Entonces decidió intervenir para acelerar el reloj: primero comenzó a presentarse como genetista a pesar de que aún no existía ese título, y luego ayudó a crear esta especialización en la Facultad de Medicina. Ahora, los médicos que quieren destinar su talento al análisis de genes lidian con una espera menos.

En nuestro país ningún genetista se salva de la mirada atónita que le devuelven cada vez que dice en voz alta su profesión. Incluso es habitual que deban explicar que no diseñan bebés perfectos, ni clonan animales y que muchos de ellos ni siquiera trabajan con pipetas en un laboratorio, sino frente al monitor de una computadora.

El número de genetistas se cuenta con los dedos de las manos. Muy pocos pacientes saben cuál es su función dentro de la medicina clínica o para qué sirve leer el ADN. Raggio opina que aunque la genética es la base de la biología, hay cierta falta de cultura dentro del ámbito médico acerca de cómo usarla. Esto la convierte en una especialización poco popular, mal paga y con menos reconocimiento del que merece.

Sin embargo, está ocurriendo una pequeña gran revolución en el sistema médico. En pocas semanas una socia de ASSE podrá hacerse gratis en el Pereira Rossell el mismo estudio que se hizo la actriz Angelina Jolie para saber qué tan alta era su predisposición a desarrollar cáncer de mama y de útero. Aquellos padres portadores de una mutación genética ya pueden prevenir esta transferencia al embrión mediante exámenes preimplantacionales. Y varios pacientes con enfermedades complejas recibirán un diagnóstico genético sin costo o a un precio accesible estudiando su genoma (o exoma, que es su parte más importante).

Así lo resume Raggio: "Estamos haciendo estudios y aplicando técnicas que hasta hace poco tiempo eran impensables en Uruguay".

Es que a veces la lentitud de los procesos acepta una tregua. El abaratamiento de la tecnología de nueva generación abrió las puertas para que genetistas locales accedan a las máquinas, desarrollen proyectos de investigación, se formen como analistas capaces de interpretar resultados y elaboren diagnósticos confiables. Incluso permite que apuesten a la exportación de estos servicios.

Para los pacientes, acceder a estudios de secuenciación del genoma (leer el ADN) es una herramienta valiosísima de prevención, diagnóstico, pronóstico y tratamiento de distintas enfermedades. También es útil para ajustar medicaciones o determinar cuáles son los más adecuados.

Raggio es profesor agregado del Departamento de Genética de la Facultad de Medicina y encargado de la sección clínica. Es uno de los genetistas más atareados del medio y está más satisfecho que nunca. Le dice a todos esos sorprendidos por su profesión que luego de dos décadas de carrera, los cambios de los últimos dos años le hacen sentir que está formando parte de algo realmente importante para la salud nacional.

Saberlo todo.

¿Cuál fue el detonante de este cambio? En 1990 el Proyecto Genoma Humano demoró diez años en secuenciar el genoma de unas 20.000 personas. Insumió una inversión de 3.000 millones de dólares y la colaboración de universidades y centros de investigación de Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, Inglaterra, Alemania, Japón y España.

Hoy, 15 años más tarde, secuenciar el genoma completo de un paciente demora cuatro semanas, se puede hacer en Uruguay y cuesta aproximadamente 1.500 dólares. El desarrollo tecnológico y la impresionante disminución de costos lo hicieron accesible a nivel masivo, y como consecuencia comenzó a utilizarse como un estudio clínico cada vez más común.

En el Instituto Pasteur un equipo liderado por Hugo Naya pretende hacer su propia versión del Proyecto Genoma Humano: Urugenomes. Son 18 genetistas que, desafiando el lugar común, pasan la jornada analizando series de letras y números en una computadora.

Estudiar el genoma de un paciente implica interpretar las 3.000 millones de posiciones de los genes, es decir, 3.000 millones de lugares donde puede haber información. "Un paciente sano, por ejemplo, puede tener unas cuatro millones de variantes con un genoma de referencia", dice Naya para dimensionar la complejidad del objetivo de su equipo: aprender a interpretar el resultado que aporta un secuenciador. ¿Qué significa esto? Que un uruguayo que quiera hacerse este estudio completo de ADN puede hacerlo en el país. O que si desea enviar la muestra a un laboratorio del exterior, ahora tiene la posibilidad de que el resultado pueda ser interpretado por genetistas locales. De esta manera, Uruguay se queda con el mayor valor agregado del servicio.

Conocernos mejor.

Urugenomes se inició en marzo de 2015 con financiamiento del BID y en sociedad con la Universidad Nacional de Seúl, una de las ciudades insignias en genética. Desde ese momento, Naya viajó cuatro veces a Corea del Sur, se reunió con los científicos de la empresa socia Macrogen y se dio la cabeza contra la pared discutiendo resultados. Es que en la genética también se paga derecho de piso. Más si estamos hablando de miles de millones de datos que podrían ser dañinos o inofensivos: así de asombroso es conocer la constitución del hombre. Macrogen tiene una máquina cotizada en 10 millones de dólares capaz de secuenciar 19.000 genomas por año. Estas cifras hacen que el Proyecto de Genoma Humano que asombró al mundo hace una década, parezca ingenuo.

Su espejo en Uruguay está compuesto de tres fases. La primera está relacionada a la genética antropológica, que busca brindar un conocimiento sobre cómo fue conformada la sociedad. Para eso se analizaron 10 genomas de afrodescendientes y 10 de supuestos descendientes de charrúas.

La segunda fase tiene que ver con una caracterización general de la población: se tomaron 30 muestras al azar para analizar la variabilidad genética local (por ejemplo qué genes son los más predispuestos a mutar y desarrollar ciertas enfermedades).

La tercera fase es la más importante. Enfocada en la genómica médica, se seleccionarán 30 pacientes con enfermedades de difícil diagnóstico y se estudiará su genoma para hallarlo. Uno de los trabajos que tiene a Raggio ocupado es seleccionar a estos pacientes. Es probable que varios de ellos sean niños.

"Hay pacientes que luego de cuatro años en el sistema médico no tienen diagnóstico y el sistema gastó miles de dólares en ellos haciendo estudios. Analizar el genoma permite resolver cuál es el origen de la enfermedad en el 40% de los casos", estima Naya.

Este tipo de estudios no es una novedad aislada en la región. Argentina acaba de anunciar el estudio de 100 exomas gratis para diagnosticar enfermedades raras. "Lo que nosotros estamos creando es la capacidad para que Uruguay decida cómo quiere hacerlo". Naya se refiere a qué sucederá cuando en junio de 2017 se cierre este ciclo y haya decenas de genetistas especializados en análisis. ¿Qué pasará con este conocimiento? ¿El Estado lo tomará a cargo? ¿Podría ser un programa del BPS? ¿Las mutualistas privadas podrían interesarse? Porque, advierte Raggio: "Los estudios genéticos todavía no están incluidos en la canasta básica de prestaciones de las mutualistas"; en el sector público sí.

Un buen augurio para los propósitos de Urugenomes es el reciente lanzamiento de dos empresas que secuencian y analizan genomas, ambas incubadas en el Pasteur por miembros del equipo de Naya: Oxygen y Gen Lives.

VÍctor Raggio es uno de los genetistas más consultados del país.  Foto: D. Borrelli
VÍctor Raggio es uno de los genetistas más consultados del país. Foto: D. Borrelli

Prevenir el cáncer.

El foco de las técnicas genéticas está puesto en el diagnóstico de riesgos y en la prevención, es decir que se suelen indicar para detectar la predisposición a desarrollar una enfermedad genética en sí misma o con base genética (como pueden ser las cardiovasculares, o el cáncer de mama, útero o colon) y actuar precozmente.

El Hospital de Clínicas y el Militar cuentan con departamentos especializados en el área y en septiembre el Pereira Rossell presentará su Unidad de Predisposición Genética Oncológica. Daniel Raggio, adjunto de la Dirección General, se cargó el proyecto al hombro junto al cirujano ginecológico Nelson Martínez y la oncóloga Isabel Alonso. "Hace unos años era una utopía pensar en tratar a las pacientes ginecológicas basados en una clasificación genética, pero ahora está resuelto", dice Raggio.

Las pacientes de ASSE con riesgo de desarrollar una mutación hereditaria serán analizadas sin costo y también los familiares que podrían estar afectados. Esta unidad médica busca diferenciarse de las otras aplicando una visión nuclear de la familia como paciente de riesgo: "No se trata solamente de operar el cáncer de una paciente sino de investigar cuándo lo desarrolló, qué antecedentes familiares había y cómo prevenir a sus herederos", agrega. Por eso se trabaja con un equipo compuesto por ginecólogos, genetistas, psicólogos, oncólogos y hasta nutricionistas.

Bebés más sanos.

Uno de los aspectos cuestionados de la genética tiene que ver con los exámenes prenatales, que muchas veces son malinterpretados por falta de conocimiento. Lidia Cantú es experta en embriología y dirige Fertilab, una de las clínicas de fertilización más importantes del país, con la que ganó una beca para poder desarrollar técnicas de Diagnóstico Genético Pre Implantacional. "Es una herramienta muy importante para determinar si el embrión es sano genéticamente, o si será portador o si está enfermo", explica.

Para desmitificar rumores, aclara que este no es un examen rutinario y que está justificado en el 10% de las parejas que realizan una fertilización in vitro "cuando son portadoras de mutaciones genéticas (el caso más habitual es la fibrosis quística), pacientes añosas o abortadoras habituales. Y aún así el número de pacientes que accede es muy inferior", asegura.

Es que el costo de este examen sigue siendo alto: entre 2.000 y 3.000 dólares por embrión.

Lejos de manipular genéticamente, lo que este estudio permite es seleccionar al embrión más sano para ser implantado. "A veces se piensa que esto se usa para crear niños lindos y es un grave error: se utiliza para tratar patologías que son invalidantes, sobre todo cuando los dos padres son portadores del mismo gen defectuoso. Cuando uno identifica en el embrión una patología severa, muchos de esos casos son niños que se abortan o nacen y mueren rápidamente. Evitarlo no me parece que tenga ningún conflicto ético", opina.

Para Víctor Raggio, aunque este es un método complejo, caro y no siempre efectivo, tiene una característica fundamental que enorgullece a cualquier genetista: es el único que previene realmente una enfermedad genética. Al menos una entre las más de 5.000 documentadas.

Los genes del futuro.

El optimismo también rodea a Bernardo Bertoni, biólogo, presidente de la Sociedad Uruguaya de Genética y profesor al frente del Laboratorio de Epidemiología Genética de la Facultad de Medicina, donde se hacen investigaciones de muy alto nivel. "Hoy podemos proponernos cualquier problema de investigación genética y resolverlo en nuestro laboratorio", lanza con orgullo.

El equipo de Bertoni realizó importantes estudios de cáncer de mama, melanoma, parto prematuro, fertilidad masculina y ahora está en proceso una investigación sobre centenarios, es decir, averiguar qué hace que una persona no desarrolle las enfermedades habituales que nos impiden llegar a festejar los 100 años de vida.

Trabaja en colaboración con distintos departamentos de la Universidad, y genera alianzas económicas y laborales con agencias nacionales de investigación e institutos nacionales y extranjeros con quienes comparte preguntas, ideas y datos. Pero en Uruguay el 85% de la financiación es pública: "El problema que tenemos es financiero, porque nosotros desarrollamos proyectos de 50.000 dólares que en el resto del mundo cuestan 250.000", explica. Eso genera que no se llegue antes, ni con más volumen, "pero nos permite mantenernos a la par de las grandes investigaciones".

Según su visión, el país debe continuar fortaleciendo la parte más teórica del desarrollo genético realizando investigaciones básicas que realmente puedan influir en la salud. "Creo que lo que necesitamos es un estudio longitudinal, que se traduce en seguir a un grupo de miles de personas desde su nacimiento hasta su vejez. Un estudio de este tipo nos permitiría conocer de verdad cuáles son las variables genéticas y ambientales que están involucradas en el desarrollo de una enfermedad. Este es un proyecto que debería tener un encare nacional, pero que podría generar finalmente políticas de salud literalmente dirigidas a nuestra población".

Bertoni sueña con los pies en la tierra: la mayoría de los países del primer mundo realizan este estudio. Incluso está ocurriendo uno ahora mismo en la ciudad de Pelotas, apenas cruzando la frontera con Brasil.

Tendrá que esperar, pero sin acostumbrarse, como su colega Víctor Raggio que hace más de 20 años es médico genetista y aún se topa con gente que cree que pasa el día en un laboratorio clonando animales. "Están equivocados", repite: "Yo veo pacientes todos los días porque hay muy pocas especialidades capaces de analizar a la medicina como un todo. La genética es fundamental, porque tenés genes desde la cabeza hasta la punta de los pies y desde antes de nacer hasta después de morir", insiste.

El panorama es prometedor. La cuestión ahora es decidir hasta dónde queremos saber qué es lo que llevamos en la sangre, porque este despertar de la genética podría transformarse en un verdadero boom.

Un proyecto de investigación que podría cambiarnos.

¿Qué sucedería si Uruguay se estudiara a sí mismo genéticamente? Esta es la pregunta que plantea Bernardo Bertoni, presidente de la Sociedad Uruguaya de Genética y profesor encargado del Laboratorio de Epidemiología de la Facultad de Medicina.

"Un país pequeño como el nuestro tiene grandes chances de tener éxito con un estudio longitudinal", anticipa. Esta investigación que se está llevando a cabo en distintos países, acompaña a un grupo de individuos desde que nacen hasta que envejecen, observando qué tipo de enfermedades desarrolla y qué factores pueden haber influenciado: genéticos, ambientales, nutricionales y hasta emocionales. Esta sería una buena manera de comprobar, por ejemplo, si la angustia es o no un detonante de ciertas enfermedades.

"Es muy importante para una población chica como la nuestra, de pocos habitantes", insiste. Según Bertoni, si este estudio tiene éxito podría contribuir a aplicar políticas de salud específicas para nuestro país.

Todas las genéticas que componen una especialidad.

Cuando se habla de genética la gama de especialidades es amplísima. Para empezar está la genética animal y vegetal, responsable del 70% de los estudios y servicios que se realizan en el país. Según Bernardo Bertoni, Uruguay tiene unas investigaciones de primer nivel en esta área. Se estudia, por ejemplo, cómo mejorar animales y plantas. Luego está la genética antropológica. Desde esta especialidad se pudo comprobar recientemente que los uruguayos somos una raza mestiza y que cualquiera de nosotros tenemos un aporte del genoma indio, europeo o africano.

Más popular es la genética forense, esa que, entre otras cosas, permite identificar un cadáver o restos óseos.

La gran protagonista del momento es la referida a investigaciones y la clínica que es la genética humana enfocada en la medicina, y cuyo estudio estrella es la secuenciación del genoma humano.

Otras de las utilidades más demandadas por médicos nacionales es la farmacéutica. Los hemato-oncólogos son junto a los ginecólogos los especialistas más interesados en aprovechar los avances genéticos. La información que se puede conseguir es útil para pronosticar tratamientos, analizando qué fármacos son mejor recibidos por el organismo afectado.

Otro punto a favor de los estudios genéticos es su leve agresividad: se realizan mediante muestras de sangre, saliva o raspaje de la mucosa bucal.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Bernardo Bertoni, profesor adjunto del Departamento de Genética de la Facultad de Medicina. Foto: Darwin Borrelli.

LA GENÉTICA URUGUAYA SE ESTÁ DESPERTANDOMARIÁNGEL SOLOMITA

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