Al principio la marihuana relaja y mejora el estado de ánimo. Estos efectos se sienten a los pocos minutos, y media hora después se produce un estado de somnolencia y sedación. Algunas personas experimentan este estado como un estimulo seguido de una sensación de relajamiento y tranquilidad. Los consumidores pueden oscilar entre la hilaridad y el silencio contemplativo.
Cuando se ingiere hachís o marihuana de alto grado, los efectos tardan más (de una a dos horas) en sentirse y pueden producir una respuesta de tipo más alucinógena. Los efectos de la marihuana en funciones mentales como el aprendizaje y la memoria pueden durar mucho tiempo después de la sensación placentera. Debido al tiempo que tarda el cuerpo en eliminar el tetrahidrocannabinol (THC) y sus metabolitos, las funciones cognoscitivas pueden permanecer afectadas un día o más.
La sobredosis letal es prácticamente imposible. Ocasionalmente, la gente habla de una sensación de ansiedad o miedo después de fumar o después de una dosis particularmente alta. La conversación relajada y tranquilizadora con el consumidor es la mejor manera de tratar un episodio de esta naturaleza.
Aunque nadie se ha muerto por una sobredosis de marihuana, sí perjudica la capacidad de juicio y el tipo de coordinación compleja para conducir un vehículo. Los accidentes automovilísticos y los errores peligrosos son los riesgos más grandes de intoxicación con la marihuana. No obstante, las personas con afecciones cardíacas o problemas de tensión arterial pueden estar en riesgo porque el uso de la marihuana incrementa el ritmo cardíaco y le añade una carga adicional de trabajo al corazón. La marihuana también puede poner en peligro a consumidores involuntarios. Hay constancia de niños pequeños que han entrado en coma después de ingerir grandes cantidades de cannabis en galletas. Aunque la investigación continúa, (...) estudios recientes han indicado que los adolescentes corren mayor riesgo que los adultos respecto al daño inducido por el THC en el aprendizaje y la memoria, y que el uso prolongado en la adolescencia puede incrementar el riesgo de problemas psicológicos.
(...) ¿Qué pasará en el futuro? Como sociedad, tenemos problemas de drogas mucho más graves que afrontar que la marihuana. Un variado y convincente grupo de voces de todo el espectro político, profesionales médicos y científicos, personalidades políticas y miembros del empresariado, piden la reestructuración de la respuesta legal a las drogas recreativas. Algunos abogan por la legalización de todas las drogas, otros piden cambios menos radicales, pero algo tiene que cambiar. El debate legal sobre la marihuana sigue siendo complejo. Por un lado, ahora hay claros usos médicos para la droga y es menos nociva en términos terapéuticos, y menos dañina socialmente que nuestra droga legal predilecta, el alcohol. Un informe indica que la marihuana es el producto de cosecha más grande y lucrativo de Estados Unidos, y los ingresos de su cultivo, venta y tributación podrán ser significativos, revirtiendo la pérdida de recursos debida a la prohibición y persecución, en ganancias para la economía pública. La legalización eliminaría la necesidad de producirla y distribuirla delictivamente, junto con sus consecuencias violentas y antisociales.
Por otro lado, la marihuana no es inocua, como alguno de sus defensores afirman. Simplemente porque no sea tan dañina como otras drogas que sí son legales no significa que no deba ser regulada. Tiene efectos relativamente duraderos, aún después de una sola dosis; puede acarrear riesgos significativos para los consumidores adolescentes; y todavía no se sabe si produce daño cerebral o aumenta el riego de cáncer de pulmón. Finalmente, a pesar de su perfil benigno con relación a otras drogas, la marihuana es ilegal, y ese calificativo por sí mismo es un obstáculo difícil de superar en la opinión pública (y política). El debate continúa abierto y apasionante; no obstante, intuimos que las leyes relativas a las drogas van a cambiar notablemente en un futuro no muy lejano y que la legislación sobre la marihuana formará parte de ese cambio. La reforma de las leyes sobre la marihuana puede ser la primera, porque, aunque no hay buenas razones para legalizar otras drogas recreativas, sí que las hay para cambiar la legislación sobre esta droga.
Los doctores Cynthia Kuhn, Scott Swatzwelder y Wilkie Wilson consiguieron en Colocados (Debate, 480 pesos) una elogiada y objetiva guía en la que detallan "lo que hay que saber sobre las drogas más consumidas, desde el alcohol al éxtasis". Allí, claro está, figura la marihuana. También está la nicotina. En el capítulo dedicado al cannabis hacen un informado estudio de todos sus componentes y de sus efectos. Acá va un fragmento de ese capítulo.