Gabriel Pereyra, Patricia Gamio
Un día el Marito Soria viene y me dice: "Andáte, andáte porque vas a tener que limpiar gente. Te van a querer usar para que hables para la prensa y sacá a la gente de Seguridad porque la van a matar".
Seguridad es donde meten a los buchones, pero ahí había gente que no era mala. Había chorros que estaban ahí porque la cárcel estaba tan complicada y estaban haciendo tantas cagadas que se tuvieron que abrir. En la cárcel estaba todo mal y había un grupo grande de gurises que se estaba dando cuenta.
Había presos que habían venido de Brasil con una cabeza muy acelerada y pensaban limpiar a varios para generar presión. Dicen que a uno de los que querían matar era a mí. Y ahí dije: a mí me van a matar, yo voy a matar y me voy a hacer una causa de 30 años de condena. Me quedaba una opción para salir: los policías. Tenía que agarrarlos de rehén y decirles: "Miren, me los llevo a ustedes y después ustedes me van a llevar a mí, porque si no vamos a morir todos acá". Porque el mito en Uruguay siempre es el miedo a matar un policía adentro de un motín. Yo era el fajinero de esa zona de la cárcel. Fui y le dije a uno que tenía 30 y pico de años para cumplir: "Escuchá, esto viene de matar y en el único que confío es en vos. La primera puerta que voy a romper va a ser la tuya". Las puertas se rompen con un ángulo de fierro, aunque se puede romper el pestillo y quedás trancado, pero yo tenía buena habilidad para hacer eso. Y le abrí la puerta y le di el ángulo para que siguiera abriendo las otras puertas de ese sector. Ahí había como 90 presos que tenía que sacar para que no los mataran o judearan, pero sabía que mi salvación, mi pasaporte de vida, eran los cuatro milicos que estaban en esa área ¿entendés? Los llamo y les digo: "¿Ustedes saben lo qué va a pasar dentro de un ratito?"; "No", me dice el encargado, "es todo joda". Al rato le digo, "Mirá pa´atrás". Cuando le dije "mirá pa´atrás" estaban apretando a toda la cárcel. El milico se quería matar. Los del motín venían abriendo puertas y estaban ganando las partes del sector viejo de arriba.
Al principio los milicos no nos querían dar las llaves de los laterales, que era por donde podíamos salir, pero al final bajó corriendo un miliquito de arriba y nos tiró las llaves. ¿Te digo la verdad? Yo tenía dos cortes y una pistola 22 que me habían entrado y que tenía apretada. Salí con los milicos y con un montón de presos a los que querían matar. Llegué al patio con los cortes en las manos y el arma escondida y ahí veo que por el patio vienen más milicos. Entonces les digo a los presos: "Tírense al piso". Nos tiramos todos al piso. Pero viene uno de los jefes de la guardia y le patea la cabeza a un preso. Ahí me paro con uno de los cortes en la mano y le digo: "¿Qué hacés chupapija? Apuntá para allá adentro que te van a matar a los tuyos hijo de puta". Me apunta con la escopeta y me dice "¡Soltalo!" (por el corte). Le digo: "¡Qué voy a soltar hermano! Te estoy diciendo que te van a matar a tus botones, hermano. Yo voy a sacar a los presos. ¿No ves que nos van a matar, pedazo de hijo de puta?". El milico no entendía nada. En eso llega otro milico y dice: "Está toda tomada la cárcel". Ahí entendieron. Pero en esas vueltas yo me fui y me metí para arriba de nuevo con los cortes, a buscar más negros para sacar. Me encontré con otro preso que me decía que me fuera, pero yo les gritaba que bajaran, que tiraran los cortes y que se tiraran al piso, que así se iban a salvar.
Entré a mi celda, me cuelgo el bolsito con mis cosas y cuando me cuelgo el bolsito veo la foto de mi hija, que era un cuadro grande, doble, como un libro que se cerraba. Cazo la foto y suelto un corte arriba de la cama, pero al final dije "No". Prefería cazar el corte. Mi hija me va a querer más vivo que en una foto. Cuando voy bajando me acuerdo que vi a un preso cargando un televisor. Yo no lo podía creer. Le estoy salvando la vida, yo dejo la foto de mi hija y este hijo de puta bajando con el televisor.
Afuera, sobre el lateral, nos quedamos tirados todos boca abajo, hasta que un pluma, un milico viejo, me dice que vaya con todos los presos hacia la Dirección de la cárcel. Si yo hubiera querido, ese día tomaba la Casa Rosada, que es donde funciona la Dirección del Penal. Tenía a todos los plumas al lado mío. Éramos como 90 presos que estábamos ahí y yo llevaba escondida una pistola. La tuve tres días sin que me la descubrieran.
Después de todo eso, sacan a todo el mundo, vacían la cárcel y cuando ya tenían a todos los presos tomados y los sueltan ¡los dejaron entrar de nuevo! Cuando entraron tenían todas las herramientas de la obra que se estaba haciendo. Los policías les dieron las herramientas y los presos les hicieron el trabajo y picaron el Penal. Así fue como lo destrozaron. Porque los milicos se lo prepararon. Así fue.
La venganza
Después del motín, Sande me hizo dar una paliza. ¡Me dieron tanta paliza en mi vida! Una noche me sacaron, me llevaron al campo, me desnudaron y jugaban a los karatecas conmigo. Me dieron 400 patadas y me tiraban baldes de agua fría. Me metieron una metralleta en la boca y me decían que corriera. ¡Qué voy a correr! Después de cada cosa así yo me cortaba. Me cortaba con un pedazo de water, porque la cerámica es lo peor que hay para cortarse.
Ese día, después del motín, me llevaron esposado a la espalda, levantado en el aire. Me picaron. Y después me pasearon por el celdario. Pero cuando pasé por el celdario pasé caminando. Estaban todos los del motín, supuestamente los que me iban a matar, los que debían estar enojados conmigo. Pero pasé caminando y ellos sabían que hay que tener huevos para aguantar de La Isla hasta allá abajo y pasar adelante del celdario parado. Y llegué parado a la guardia. Después de eso, los otros presos nunca me dijeron nada. No me pueden decir nada porque si ellos miran las cagadas que hicieron, son más graves que las mías. Yo lo único que hice fue salir de adentro de un motín y tuve que usar los milicos para salir porque no me quedaba otra, ¿ta? Y porque no comparto matar presos por gusto y no soy perro de nadie. Si yo no hubiese salido de ese motín, hoy sería una rata más. Hoy estaría con 35 años de condena arriba de mi lomo o estaría muerto, ¿me entendés? Ellos no me pueden decir nada. Todos tienen peores cagadas. Ellos mataron presos y muchos hicieron el trabajo para la Policía, ¿ta?
Después de eso denuncié a varios plumas y a toda la guardia por hacerle succionar el pene a otro recluso. Dos reclusos habían caído por pegarle a una bebé. Que Dios me perdone pero yo los mataría a palos. Pero en ese momento fue lo que encontré, la cuña que precisaba para tirar a ese viejo monstruo de Sande que estaba haciendo matar gente.
En el medio del pabellón, en el medio de la planchada, el oficial Suárez agarró a uno de estos reclusos y le hizo succionar el pene a otro preso. Y todo el mundo jua jua jua…Todos los presos, todo el mundo contento. En eso justo viene el director nacional, que era Navas a visitar el Penal. Le digo a Pascual , que es un preso mentado, que tiene para muchos años, "Pascual, abrigate y vamos a la Dirección".
Llegamos a la Dirección y había como quince presos, los delegados de los módulos, para hablar con Navas. Me saluda Navas, me saluda Caballero, el negro Caballero, que era subdirector nacional. Y me dice: "Estamos averiguando cómo está la cárcel, cómo está el módulo". Agarro y le digo: "Ah, está precioso todo esto. Si estará tan lindo que recién toda una guardia completa mirando y riéndose, el oficial cruzado de brazos y dos reclusos en plena planchada, uno succionándole el pene a otro. ¡Qué precioso! Esto está cada vez más lindo". Navas se arreglaba los lentes y el negro Caballero me dice: "Espere, espere, espere… ¿Qué? ¿Le avisaron al oficial?", me dice Navas. "Si yo le estoy diciendo que estaba el hombre ahí mirando, cruzado de brazos y no hizo nada". "¿Es verdad Binaguy?", le preguntaron a Pascual. Y Pascual dice: "Es verdad". Cuando salimos, Pascual me decía: "¡Pa!, ahora nos matan acá". Le digo "Hacéme caso a mí ¿ta? Te van a llevar a tomar un acta. Declará lo que viste y decí esto, esto y esto. Ahora, cuando me toman el acta a mí, yo me niego a ir al juzgado y digo que temo por mi vida, pero que lo que tenía para declarar ya lo había hecho ante Navas y Caballero". Después de eso estaba regalado, tenía que hacer algo para salir de ahí. Me bañé, me vestí, y me clavé un cuchillo en la panza. Así salí para el corredor, porque más vale no sacártelo porque te podés agarrar una peritonitis. Salí para abajo y los negros y los policías no entendían nada y yo con un cuchillo clavado.
Aparecen Navas, Caballero. "¿Quién te dio?", me dice Navas. Le digo "No me dio nadie. Me di yo, hermano. ¿No ves que te hice una denuncia? Nos dejaste tirados como un perro y me van a matar. Estamos regalados con Pascual".
A Sande lo sacaron del Penal después de esa denuncia y Navas me dio una entrevista. En esa entrevista, yo le expliqué cómo, si quería, tomaba el Penal en dos minutos. Le dibujé todo el módulo de acero, le dibujé la cárcel nueva, le dije cómo Sande había acomodado a la gente para que se mataran. Me acuerdo que le dije: "Usted antes era el Navas represor, pero hoy es un Navas político y tiene que actuar de otra forma".
Quemado vivo
Antes y después del motín hubo nueve muertes adentro del Penal, ¿ta? El viejo Sande los hacía desarmar, les hacía requisar los cortes, los sacaba y los dejaba sin armas y otro iba y los lastimaba. Él sabía a quién mezclar y a quién no, a quién parar y a quién no. Y los presos se hicieron daño. Hoy por hoy no pueden vivir sin un corte, no pueden vivir sin un perro. Y un preso no se lastima, el preso se cuida. ¿Por qué lastimás a tu compañero? ¿Lo mataste por la muerte de tu hermano? ¿Lo mataste porque te llevó a tu mujer a la calle? ¿Lo mataste porque te mandó en cana? No. Lo mataste por tus pavadas carcelarias, por tumbereadas, como a uno que casi lo matan porque rompió un termo, ¿entendés?
Yo sólo observaba. Y conmigo no se metían porque yo tenía un tipo de 30 años de condena al lado mío y yo jugaba con los años del otro. Si pasaba algo, yo encaraba, pero se hacía cargo él, abrazaba él. Pero después de ese motín igual me dieron una puñalada por la espalda. Después del motín, cuando entrego el arma, todo un negocio, me voy para la barraca a vivir, me llevo 12 piernas. Y esos mismos después me traicionan y me dan una puñalada por la espalda. Me tiraron agua caliente. Me quemaron y me puse como un diablo. Largaba sangre a lo perro y les gritaba: "Mátenme, manga de ratas, mátenme, pedazos de cobardes". Pero no atacaban.
Yo levantaba cuchetas, levantaba camas, les tiraba lo que veía. A uno lo noqueé con un televisor, a otro lo saqué con una olla a presión. Los cortes que ellos tenían eran chicos y empecé a manejarme y la luché, aunque me entré a sentir mal porque largaba sangre. Le digo a otro preso: "Si me desmayo, no me dejes matar como una rata en el piso" y dos presos más se pararon al lado mío y ta. Después vino la guardia.
Me ha pasado muchas veces que me han sacado cortes y yo sin nada. Me ha pasado 50 mil veces, pero tengo supervivencia, tengo instinto. No sé por qué. Es un don, dentro de las cárceles es un don. Y yo lo tengo.
"Les hacían comer la Biblia"
Según la Jueza Zulma Casanova
El Pelado declaró en el Juzgado después del motín de MIguelete. Después de un rato, me empezó a decir las cosas que estaban pasando, las atrocidades que les estaban haciendo, cómo los trataban. No tenían cubiertos ni platos, ni colchones. Dormían arriba de hormigón, en una planchada de mampostería. El motín era porque querían pasta de dientes, tener las duchas en condiciones y capaz que algún televisor. Investigando supe que la directora había ordenado la intervención de los coraceros. Era la llamada guardia blanca, porque se supone que estaban desarmados. Entraron con palos, empezaron a sacar a los muchachos de la celda, se dan atropellos, abusos, los golpean, a más de uno de ellos les meten el palo por el ano. Cualquier tipo de desmanes y abusos. Recuerdo que, en la conversación en el juzgado, el Pelado me dijo que los hacían comerse la Biblia. Y yo pensé que era una expresión metafórica, que le harían leer la Biblia. Pero cuando hice la inspección en Miguelete, paso por la puerta de una celda y veo una Biblia sobre la planchada donde dormían los muchachos. Pregunté de quién era la celda y me dijeron que era de Roldán. Miro la Biblia y le faltaban páginas. Me di cuenta de que era literal lo que me había dicho, que no era metafórico. ¡Le hacían comer la Biblia! Le faltaban páginas. Muy fuerte.
(*) Encabezó la investigación judicial tras el motín en Miguelete en 1993.
"Tiene gente que lo respeta"
Según Enrique de Navas
Roldán ha sabido contemporizar con todos, con sus oponentes, con los policías, con los reclusos. Y es un sobreviviente, porque hizo su escuela desde niño allí. Haber sido un personaje de notoriedad ya antes de entrar al sistema penitenciario de adultos, sólo eso, genera en torno a él -además de una dinámica penitenciaria muy negativa- una fama que no tiene que hacerse, como les pasó a otros que se la tuvieron que hacer adentro. Él ya llegó con esa fama. Y aunque es mal visto por otros reclusos, sobrevive porque ha declarado contra muchos policías. No se ha callado y eso entre los presos le da estatus. Entonces, si bien tiene enemigos, tiene gente que lo respeta. Esa denuncia que hace Roldán acerca de que la Dirección del Penal de Libertad fue responsable por su destrucción a mí también me llegó. Me llegó de policías que estaban indignados. Cuando el motín del 2002, yo no estaba en la Dirección de Cárceles, pero había corrupción y los presos se valían de eso para explotar a los directores.
(*) Ex Director Nacional de Cárceles
Perfil Gabriel Pereyra y Patricia Gamio
Pereyra nació en 1965 y es periodista. Trabajó en Las Bases, en La República (jefe de información política), en Búsqueda, en Posdata (jefe de investigaciones especiales), e integró el equipo de Zona Urbana (Canal 10). Fue docente de periodismo en la Universidad ORT. Es editor jefe de El Observador.
Gamio nació en 1976. Es periodista, egresada de la licenciatura en Comunicación Periodística de la ORT. Trabajó en radio Nuevotiempo, Concierto FM, y radio Sarandí. Actualmente trabaja en Canal 10, donde fue productora periodística de Zona Urbana (2004-2006), Insomnio (2005), Pan y Circo (2007) y Sic (2007). Desde 1999 escribe en El Observador.