Cuándo hablar y cuándo callar es una de las incertidumbres más desafiantes para cualquier gobernante. Un prolongado silencio puede ser el reflejo de una actitud soberbia. Como si el mandatario viviera en un Olimpo desde el cual no habría muchas razones para descender. El mutismo también podría ser interpretado como la indiferencia ante las vicisitudes de los gobernados. En el polo opuesto, la verborragia tal vez refleje la voluntad de estar cerca de la gente, de sus inquietudes y reclamos. O sea la prueba de que quien mucho aprieta en sus dichos poco abarca en sus hechos. Hoy muchos añoran el estilo "recatado" y "prudente" del ex presidente Tabaré Vázquez en sus comunicaciones hacia el vulgo. Es posible que ese prestigio -inexistente durante los cinco años de gobierno de Vázquez- haya influido en la decisión del actual presidente de suspender sus audiciones radiales. Aunque ese espacio le daba pasto a las fieras, cuidaba una tradición -Benito Nardone- que privilegiaba la comunicación directa, pausada y reflexiva por sobre el vértigo de la noticia.