Más de un millar de embriones se están congelando en laboratorios uruguayos mientras que existe un vacío legal que regule el destino de esos organismos pluricelulares que algunos consideran vida.
Las clínicas aseguran que no los negocian ni los desechan. Sin embargo, hay expertos en bioética que afirman lo contrario y denuncian que si no pueden ser vendidos, los embriones terminan siendo destruidos.
En el medio de la polémica se ubican cientos de parejas estériles que año tras año se realizan tratamientos de reproducción asistida para tener un hijo y tienen que optar entre guardar o no los embriones sobrantes de la fecundación para futuros tratamientos.
Hay cuatro clínicas que se dedican al congelamiento: el Centro de Reproducción Humana del Interior, Cerhin; Centro Iberoamericana de Reproducción Asistida, CIRA; el Centro de Esterilidad de Montevideo, CEM, y el Servicio de Esterilidad y Fecundidad de la Asociación Española.
Cecilia quedó embarazada en la segunda fertilización que le realizaron y agradece el hecho de no haber tenido que enfrentarse al dilema "religioso" de resolver sobre congelar o no los embriones. Admite que sus ganas de tener un hijo eran suficientes como para ahorrarse futuros cuestionamientos. En su primer intento le transfirieron tres embriones y dos no prosperaron, se murieron antes de seguir la evolución. La segunda vez le transfirieron un solo embrión y logró el embarazo. "Si hubiera tenido embriones congelados, me los hubiera transferido, y me hubiera ahorrado toda la estimulación hormonal, que son inyecciones que tenés que darte todos los días, medicamentos, aspirar los óvulos. Toda esa etapa me la podría haber salteado. Además económicamente es más fácil de acceder antes que volver a hacerse todo el tratamiento".
Ahora Cecilia tiene un hijo de año y medio y todavía guarda la esperanza de quedar embarazada de forma natural, pero por las dudas ahorra dinero por si tiene que someterse necesariamente a un nuevo tratamiento. Sobre congelar o no embriones las dudas se mantienen. "Ahora, con un hijo, capaz lo pensaría un poco más, pero hay que estar en el tema, es difícil", sentenció.
El debate filosófico, religioso y jurídico sobre el momento exacto en que se produce la concepción sobrevuela el tema de los embriones.
El director del Instituto de Etica y Bioética de la Universidad Católica, el médico y sacerdote Omar Franca, no tiene dudas: el embrión es un individuo de la especie humana y como tal no debe ser manipulado.
Franca asegura que durante la descongelación de embriones se produce la muerte del 30% de ellos y denuncia, por otra parte, que las clínicas pueden llegar a negociar los embriones que fueron abandonados.
Sin embargo, Franca no aporta datos concretos sobre esa acusación y el Departamento de Delitos Complejos de la Jefatura de Policía no ha investigado ningún caso de comercialización de embriones congelados.
"Utilizan el comercio de embriones para lucrar con seres humanos que pertenecen a otras parejas. Por supuesto que existe esta práctica en Uruguay, los bancos los venden a otras parejas que no tienen óvulos, por ejemplo. Lo que pasa es que no le llaman comercio, le llaman donación. Pero los seres humanos nunca se donan: Los seres humanos se encomiendan o se adoptan", afirmó Franca.
En la misma línea se ubica Gustavo Ordoqui Castilla, profesor de Derecho civil en la Universidad de la República y autor del libro Derecho Médico. "¿Se pueden manosear embriones, tirándolos, congelándolos?", se preguntó. Según Ordoqui Castilla esto no es admisible bajo el argumento de que la Constitución establece que hay que respetar la vida humana.
"Y científicamente no hay duda que hay vida humana en un embrión. No se puede congelar, porque se la destruye. La congelación de embriones es una gran mentira, pues lo que se hace es encubrir una terrible realidad: más del 90% de esos embriones congelados terminarán siendo desechados".
Ordoqui Castilla advirtió sobre la falta de un marco legal que regule estas prácticas.
"Al no haber legislación, finalmente se tiran los embriones. Los laboratorios lo niegan por una cuestión de principios", dijo.
Las clínicas rechazaron esta práctica. Algunas, incluso, aseguraron hacerse cargo del costo de congelamiento, cuando las parejas se desentienden del tema.
Para Franca esta práctica constituye una infracción. "Eliminar a un individuo humano en cualquier estado de su desarrollo es un delito", afirmó.
Eso se está discutiendo en la órbita de la Justicia con una demanda civil contra la Asociación Española por la destrucción de los embriones de dos parejas.
Los matrimonios involucrados pagaron por un tratamiento de fecundación in vitro y optaron por congelar los embriones que no fueron transferidos al útero.
Al poco tiempo supieron que habían sido destruidos. El abogado defensor de las parejas, Pedro Montano, señaló que sus clientes se enteraron "de casualidad" que sus embriones habían dejado de existir. "Nadie tuvo la delicadeza de llamarlos para decirles nada, se enteraron de rebote. Ellos llamaron para preguntar por otra cosa y ahí les informaron. Siempre les habían dicho que los embriones eran de una excelentísima calidad y hasta el propio médico que los terminó desechando bromeaba con que los `niños` se estaban peinando. O sea primero habla de los `niños` y después los tira a la basura como material biológico descartable. Es algo terrible".
Desde la mutualista se argumentó que fueron destruidos por un mal funcionamiento de la máquina de frío, pero la empresa con la que terceriza la crioconservación replicó que eso no sucedió, ya que cuentan con una especie de caja negra que emite un reporte periódico y nunca registró nada anormal.
Lo cierto es que los embriones no aparecieron y el médico -un profesional español- que realizó la transferencia embrionaria y comenzó el tratamiento de crioconservación se fue del país y ahora está emplazado por la Justicia uruguaya.
Para Montano, más allá de que en Uruguay no haya nada legislado sobre las técnicas de reproducción asistida, no se puede admitir que se destruyan o se pierdan los embriones. "Hay disposiciones concretas incluidas en códigos de ética médica".
Los embriones tienen que ser transferidos a la madre, no pueden ser tirados a la basura. El ser humano debe ser cuidado desde el momento de su concepción", sostuvo.
En el Cerhin hay entre 260 y 300 embriones congelados. El costo que implica mantenerlos en frío va de los 100 a 200 dólares anuales. La co directora del centro, Rita Vernocchi, aseguró que el porcentaje de parejas que se desentienden de los embriones "por suerte es bajo" y enfatizó que en su clínica nunca se desechan aquellos que no hayan sido reclamados. "Pueden surgir situaciones como que la pareja se separe o que atraviesen momentos que lleven a que desistan de mantenerlos congelados. En ese caso nosotros nos hacemos cargo del costo del congelamiento", dijo Vernocchi y admitió que en el centro hay varias parejas dispuestas a donar sus embriones y otras tantas listas para aceptarlos. "No hemos encontrado todavía el marco legal que permita esta situación, aunque lo estamos buscando", dijo.
Sobre este punto, el director del CEM, Gerardo Bossano, dijo que para evitar problemas legales se procura que cuando la pareja firma el documento que habilita a un tratamiento de fertilización, ya deje estipulado qué es lo que van a hacer con los embriones sobrantes.
"La donación es una posibilidad que puede plantear la pareja. No hay nada que legalice o prohíba esto, pero tienen que dejar firmado que esa es su voluntad". Según Bossano, hasta el momento no se han registrados casos de donación en su clínica, pero sí hay parejas que retiraron sus embriones del laboratorio.
"Nosotros no tenemos ningún derecho al embrión. Es una propiedad total de la pareja que lo generó. Ellos son los que deciden tirarlos, sacarlos o hacer lo que quieran."
Algunas parejas han optado por ir al laboratorio y llevarse sus embriones sin cortar la cadena de frío. Se los entregan en un tubo protector con nitrógeno líquido a 196 grados bajo cero.
"Después lo que hicieron con ellos no lo sé y tampoco es nuestro asunto", dijo Bossano. No hay muchas opciones: o los tiraron o consiguieron la forma de no interrumpir la cadena en otro laboratorio. El profesional insistió en que lo único que la clínica puede hacer es mantenerlos congelados, aunque nadie reclame.
El responsable de CIRA, Roberto Suárez Serra, sostuvo que no estaría de acuerdo con una ley que permita desechar embriones, pero sí con una que habilite donarlos. En su laboratorio se guardan algo más de 150 embriones congelados. "No tenemos embriones que hayan quedado abandonados y que no sepamos qué hacer con ellos. Aunque la paciente no los quiera, nosotros no los eliminamos", afirmó. Sobre la hipotética donación de los embriones que no fueron reclamados existe un vacío legal que deja todo librado a los códigos éticos de cada clínica. Según el director de CIRA, al tratarse de una situación polémica, que no está permitida a pesar de que tampoco está prohibida "tratamos de ser muy estrictos y preferimos no arriesgarnos". Suárez Serra opta por afiliarse a una solución que define como simple: "En nuestra clínica la donación no se hace hasta que no esté específicamente permitida".
Hace más de 10 años, el actual senador Alberto Cid presentó un proyecto de ley denominado Técnicas de Reproducción Humana Asistida. El texto logró media sanción en el Senado durante la administración pasada, pero quedó estancado. Hoy tampoco está en la agenda del gobierno. El presidente de la Comisión de Salud de Diputados, Miguel Asqueta, reconoció que el proyecto aún "está en stand by". "Fue uno de los tantos asuntos a estudio, pero no se ha puesto en la agenda. Lamentablemente los temas urgentes no nos dejan ver lo trascendente, y después a este asunto lo terminamos corriendo de atrás", dijo.
Según Asqueta se mezclaron motivos políticos, éticos y religiosos, y terminaron empantanando "una discusión técnica que tiene que ir a la par de los adelantos científicos". Desde su origen el proyecto ha sufrido múltiples objeciones éticas provenientes de diferentes sectores de la sociedad. El último borrador del proyecto se presentó en mayo de 2003 y fue duramente cuestionado por expertos en bioética. El padre Franca señaló como uno de los puntos más objetables el hecho de que la ley permita la crioconservación y donación de embriones sobrantes a terceras parejas, tal como se establece en el artículo 10. Al respecto, Ordoqui Castilla en su libro Derecho Médico criticó dicho artículo y trazó un paralelismo. "Es inadmisible autorizar por ley el secuestro, la tortura o la desaparición forzada de las personas, y esto es lo que ocurre al calificarlas de "sobrantes", o al disponer la "crioconservación".
Gustavo Gallino, integrante del departamento de Medicina Legal de la Facultad de Medicina, opinó que para avanzar en la discusión se necesita fijar el momento de la concepción y a partir de ahí elaborar todo el derecho positivo en base a eso. "Hay que definir qué es el embrión, ¿una persona, una semi persona?, después vemos cómo ajustamos los avances científicos a lo que la sociedad quiere".
Gallino consideró que el proyecto quedó estancado por la influencia de múltiples sectores y abogó porque se retome. "Los técnicos siguen actuando y las parejas siguen beneficiándose de los avances científicos. Y la sociedad y estos nuevos seres sólo cuentan con el sentido común y ético de los actores involucrados, pero ni el gobierno, ni el parlamento ha tomado cartas comprometidas en el asunto".
Congelar o no congelar
En Uruguay una fertilización in vitro cuesta entre 4000 y 6000 dólares. El congelamiento de embriones logra economizar futuras transferencias, pues evita el proceso de fertilización y no hay que procurar nuevos óvulos, sino que basta con descongelar los embriones sobrantes de anteriores tratamientos y transferirlos al útero de la mujer.
En ese sentido, a Vernocchi no le parece razonable que se prohíba el congelamiento. Argumenta que si se restringe por un tema religioso, aquellos que no comparten la filosofía se ven impedidos de realizarse un procedimiento técnico que se practica en todo el mundo y que tiene sus beneficios. "Lo más razonable y más justo es permitir optar por congelar o no. La pareja opta por el congelamiento de embriones porque les da mejores tasas de embarazo. Si la pareja hace un tratamiento y no consigue embarazarse en el primer ciclo, y tiene embriones congelados, su tasa acumulativa de embarazo aumenta", explicó y agregó que el congelamiento no es parte obligatoria del procedimiento. "Hemos tenido pacientes que por sus principios religiosos no quieren congelar. Entonces transferimos menos embriones para evitar que hayan sobrantes".
Las alternativas al congelamiento de embriones recién están comenzando a asomar en nuestro país. CIRA es la única clínica en Uruguay que ofrece la posibilidad de congelar óvulos, una novedad que a nivel mundial no registra más de cien nacimientos por ese método.
Según Suárez Serra, impulsor de la técnica denominada "vitrificación de ovocitos", hasta el momento no había nada intermedio a los embriones, y por eso ahora muchas parejas optan por congelar óvulos. "Se sacan de arriba el dilema ético moral y religioso", dijo. El profesional admite que la tasa de embarazo es menor que la que se puede obtener descongelando embriones, pero la ve como una alternativa "importante" para todas aquellas parejas que tenga alguna duda moral sobre este asunto. "Los óvulos son células, no es vida, es distinto. Te sacás un problema de encima".
Bossano consideró que está técnica puede solucionar a futuro el problema de guardar embriones. "Sería la alternativa lógica", dijo y la comparó con el hecho de congelar esperma cuando un paciente se va a operar de un cáncer testicular y decide reservar una muestra para cuando quiera tener hijos.
En abril pasado comenzaron con la congelación y en diciembre se producirán los descongelamientos. Suárez Serra espera ese momento con optimismo. "Existen embarazos de ovocitos descongelados regados por todo el mundo".
En Uruguay ya hay unos 60 óvulos congelados.
Otro espectro que se abre en la cuestión de los óvulos es su donación o alquiler. En nuestro país existen clínicas que pagan entre 500 y 1000 dólares por óvulos, pero también hay un sistema especial de donación, por el cual las pacientes que entregan un porcentaje de sus óvulos no reciben retribución económica sino que obtienen un tratamiento gratis de fertilización in vitro.
El plan de ovodonación mixta se realiza en la clínica Cerhin y busca estimular a que personas de bajo recursos, que por los costos no pueden acceder a los tratamientos de alta complejidad, puedan concretar sus intenciones de ser padres. Como requisito, la mujer tiene que tener menos de 30 años y estar hormonalmente bien. El costo lo paga la pareja receptora y en el momento de obtener los óvulos, se comparten. Una parte para la pareja donante y otra para la receptora que pagó el procedimiento. Vernocchi dijo que de esta manera se persigue un fin social y que ha permitido que parejas logren su propia descendencia por técnicas que de otra forma estarían lejos de su alcance .