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Un carnicero, un sobrevivente a un rayo y un exaduanero procesado: los alcaldes en el interior profundo

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Foto: Archivo El País

GOBERNANTES

El domingo se eligieron 125 alcaldes en todo el país. A diez años de la implementación de este tercer nivel de gobierno, los alcaldes del interior no dejan de ser vecinos de toda la vida.

A uno lo partió un rayo y sobrevivió. Le quedó la marca de un crucifijo en el cuello como cicatriz. Otro jugaba al fútbol en Defensor; ahora está al frente de una carnicería hasta que ocupe el sillón de alcalde. Otro busca incentivar el cowork en una localidad de 2.500 personas. Hay blancos de toda la vida, y también uno que fue alcalde por el Frente Amplio y ahora lo es por el Partido Nacional. Uno tiene 22 años y está entusiasmado. Otro quiere hacer nichos porque el cementerio de su pueblo tiene muy pocos.

El domingo pasado se eligieron 125 alcaldes en todo el territorio uruguayo. Esta tercera línea de gobierno se vota desde las elecciones de 2010, tras la ley 18.567 —aprobada en setiembre de 2009— que creó los municipios en el país. Desde entonces, un vecino se volvió el referente de su localidad, el nexo entre el pueblo y la ciudad; o en el caso de Montevideo, entre los barrios y el Palacio Municipal. Pero mientras que en la capital apenas se sabe quiénes compiten por los municipios, en el interior, y más aún en las localidades chicas, la figura de alcalde es un conocido de toda la vida, un vecino en quien la mayoría confía.

El elegido en Tres Islas, una localidad de Cerro Largo con 293 habilitados para votar, fue El Barullo.

El Barullo no hizo campaña. El día anterior fue casa por casa a entregar la lista porque los vecinos se la pedían. Y eso fue todo. Nacido y criado en esa localidad a 40 kilómetros de Melo, El Barullo está orgulloso de no haber hecho “traslados” hacia el pueblo para tener más votos. “Hubo gente que hizo como 40 y pico de traslado”, espeta. “Eran votantes, contrarios, pero yo no hice traslado ninguno, a mí me votó el pueblo”.

El campo es la vida de El Barullo. Fue encargado de estancias rurales durante 25 años; hoy tiene 55. Se inició en la actividad política a través del exintendente de Cerro Largo Sergio Botana, a quien conoce desde niño. Pero se apura en aclarar que su vínculo con el Partido Nacional no empezó con Botana: “Yo siempre fui afiliado al Partido Nacional. Yo siempre trabajé por el Partido Nacional. Y siempre —hace énfasis en el último “siempre”— fui delegado en todas las elecciones después de la salida de la dictadura”, dice.

El Barullo se llama Carlos González, pero nadie lo conoce por ese nombre. “Barullo me puso un amigo en una yerra. Yo soy muy alegre, yo gritaba. Mi amigo me dijo ‘metele ruido, Barullo, metele ruido’, y me quedó. Hay lugares donde no me conocen por Carlos González”, cuenta.

De hecho, cuando tiene que firmar papeles en la intendencia, le piden que en la aclaración escriba “Barullo”. La lista con la que ganó la alcaldía fue impresa primero con su apodo, pero la Corte no lo aceptó. El Barullo se ríe cuando lo cuenta.

El alcalde electo quiere eliminar el basurero de la entrada de Tres Islas y convertirlo en un parque. También quiere hacer nichos: el cementerio es viejo y los lugares son pocos. Los panteones son privados y se están cayendo a pedazos, comenta. Y como en casi todo pueblo, la caminería rural es precaria. Quiere mejorarla y sacar el tránsito pesado de la calle principal de Tres Islas, que recorre unas seis manzanas.

Caminos, parque y nichos. Que el pueblo tenga donde andar, descansar y morir son las prioridades de El Barullo.

"El Barullo", alcalde electo de Tres Islas, Cerro Largo. Foto: Carlos González
"El Barullo", alcalde electo de Tres Islas, Cerro Largo. Foto: Carlos González

Trescientos kilómetros al Oeste, Santiago Dalmao, alcalde electo en Rincón de Valentín, Salto, frena el auto en la ruta y atiende el teléfono. Es tímido y risueño. Es nieto de Miguel Dalmao, el primer alcalde de la localidad. Abuelo y nieto llegaron con los votos del Frente Amplio.

Dalmao no se lo imaginaba. De niño se destacaba en el fútbol: pasó por distintos cuadros en Salto y hace 10 años, cuando tenía 17, le ofrecieron una pasantía en Defensor Sporting en Montevideo. Pero la carrera se truncó. Al año justo de iniciar su mandato, Miguel Dalmao murió. El nieto tuvo que volver a Pueblo Biassini —a pocos kilómetros de Rincón de Valentín—, de donde es oriundo, para hacerse cargo de la carnicería de su abuelo. “San Miguel se llama. Por Santiago y Miguel”.

A Dalmao le cuesta enumerar los problemas de Rincón de Valentín, pero no precisamente porque no haya. “Acá falta todo. Digo todo, y de tanto que hay, no sé por dónde empezar”, se ríe. Pero enseguida cambia el tono: “Caminería, iluminación, fuentes de trabajo para las mujeres, que son las que más reclaman. Y tratar de conseguir un médico más para Rincón de Valentín, que es un pueblo enorme. Hay uno, pero no da abasto por la población, que se agrandó en los últimos años”, cuenta el joven.

Hasta asumir la banca, el alcalde electo reparte su tiempo entre la carnicería, el fútbol en la liga de un pueblo cercano y las carreras de caballo, en las que compite con uno. Se llama “Tata Miguel”.

Más al sur, en Casupá, Florida, la alcaldía también es asunto de familia. El alcalde electo se llama Luis Oliva y es hijo del actual alcalde Luis Oliva. El padre lleva dos períodos en el cargo y, como no podía ser reelecto por tercera vez, le planteó la idea a su hijo. Luis Oliva —el hijo— es un contador público entusiasta, que aceptó, compitió y ganó con 909 votos sobre 2.294. Como Dalmao, Oliva tiene 27 años y una catarata de planes para Casupá.

Estudió en Montevideo, pero nunca se desligó del pueblo. La querencia le pesó cada viernes de sus años de estudiante, entonces volvía a casa. Ahora cursa una maestría en gerencia empresarial, está por entregar la tesis y quiere ejecutar en su pueblo todo lo que aprendió en estos últimos años.

Oliva rechaza las famosas “tres B”: bacheo, basura y bombita. Él habla de deporte, de bienestar animal, de turismo en la ruta del olivo y de diseñar un logo para estampar las etiquetas de todos los productos que salgan de Casupá. “El e-commerce vino para quedarse”, dice. “Sabemos que muchos jóvenes viven en el interior y pueden trabajar a distancia. Esto de la pandemia abrió la puerta al trabajo remoto y hay que incentivar esto, aprovecharlo. Que la gente se radique en Casupá, trabaje desde Casupá y exporte servicio”.

Está en sus planes instalar un salón para que los jóvenes puedan hacer cowork y cursos de Inefop. Para eso, el joven menciona el trabajo en conjunto con el intendente electo de Florida, Guillermo López. Es que, aunque los municipios tengan un alcalde, su poder está limitado a los recursos que le transfiera el gobierno departamental.

Las dos grandes áreas que competen al alcalde son, por un lado, las funciones de dirección de los servicios que se presten en su municipio. Esto es: alumbrado, mantenimiento de la red vial local, necrópolis, señalización de tránsito, recolección de basura... Las “tres B” que Oliva quiere trascender. Y, por otro, la administración de los recursos humanos y financieros incluidos en el presupuesto departamental.

Pero también hay áreas potenciales: esto es, por ejemplo, generar convenios con otras localidades, buscar asociaciones con organismos públicos o privados para generar proyectos, ya sea a nivel nacional o internacional. Pero si hablamos concretamente de dinero, la gestión financiera de cada municipio se hace a través de las asignaciones presupuestales que los gobiernos departamentales establecen en los presupuestos quinquenales. En otras palabras, el alcalde gestiona acorde a lo que reciba del intendente.

10 años de los municipios y la participación ciudadana

La ley 18.567, de Descentralización Política y Participación Ciudadana, conformó los municipios y lo que hoy se conoce como tercer nivel de gobierno. Ingresó al Parlamento en el gobierno de Tabaré Vázquez como parte sustancial de la reforma del Estado del mandatario, y se promulgó en setiembre de 2009. En mayo de 2010 se votó por primera vez a los alcaldes, que en ese entonces eran 89, junto a sus respectivos concejales municipales (356 en total). Cinco años más tarde, con la experiencia del primer período, se promulgó la ley 19.272. Hoy en día es la que regula el gobierno municipal.

El politólogo salteño Ernesto Nieto comenta que la ley está en pleno período de gestación y los alcaldes están aprendiendo. “Es una ley creativa porque fija un mecanismo de participación de elecciones donde no había”, dice. Pero no rige igual para todos los uruguayos. Nieto dice que algunos municipios tienen poco acceso a recursos al vivir lejos de las capitales, y plantea una “inquietud institucional”: los que viven en las capitales del interior no votan dos gobiernos sino uno solo, el departamental. “Para que seamos ciudadanos iguales ante la ley, vamos a tener que vivir todos en territorios municipalizados”, señala.

Heladero.

 “Domingos 12 horas: ‘Militancia por autonomía’. Conduce Alcides Perdomo por Multicanal La Paloma”.

Así decía un aviso radial hace veinte años en La Paloma, Rocha. Alcides Perdomo, alcalde en el período 2010-2015 y electo nuevamente el domingo pasado, dice que, pese a la ley, la descentralización no ha sido tal.

El dueño de la mítica heladería Popi de La Paloma, hoy electo para encabezar el último bastión frenteamplista de Rocha, pide más autonomía. “Todo lo que recauda el municipio, al no tener personalidad jurídica, pasa al gobierno central (la Intendencia de Rocha). Nosotros no tenemos manejo del dinero. No queda nada en La Paloma”, dice Perdomo. La recaudación por las concesiones a los boliches en el verano, los quioscos de playa y demás servicios “se va todo para Rocha”, protesta el alcalde electo.

Perdomo reclama, además, jurisdicción en el puerto. Dice que las autoridades portuarias (la Administración Nacional de Puertos, que se relaciona con el Poder Ejecutivo a través del Ministerio de Transporte y Obras Públicas) toma medidas “que van en contra de los intereses turísticos” de La Paloma. “Nosotros no tenemos jurisdicción para actuar ahí. Pero en el caso nuestro lo vamos a hacer igual, porque mas allá de que no tengamos, es un reclamo justo”, advierte Perdomo. “Lo vamos a hacer para crear la situación de que se nos dé la jurisdicción. Tirar de la piola, como se dice”.

En la otra punta del país, el alcalde electo en Bella Unión, William Cresseri, reduce su competencia en una frase: “El alcalde lo único que recibe son recursos humanos que la intendencia le da y los destina adonde el alcalde se le dé la gana. Funciona así porque yo ya fui alcalde”.

En su discurso triunfal, Cresseri —quien fue alcalde en el período 2010-2015 por el Frente Amplio, y ahora asumirá el cargo por el Partido Nacional—, convocó a los funcionarios municipales a una movilización para “sacar” al presidente del gremio de la Asociación de Empleados Municipales de Bella Unión (Aembu). El repudio de la Federación Nacional de Municipales no tardó en llegar. La secretaria general de Adeom, Valeria Ripoll, denunció ante el Directorio del Partido Nacional “el atropello al sindicato y la persecución a su presidente”, y envió el miércoles pasado una solicitud “con carácter grave y urgente” al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.

Pero Cresseri dice que el problema no es con el gremio, sino con su presidente, Marcelo Da Col, a quien acusa de haberse metido con su familia. Dice tener el apoyo de los funcionarios municipales, pero que a algunos “se les implantó el miedo”.

Cresseri fue funcionario aduanero hasta 2009, cuando renunció al cargo para postularse para alcalde. Pero ese mismo año año cobró relevancia nacional por su presunta relación con un contrabando de muebles de Brasil hacia Uruguay. En 2010 fue procesado por abuso de funciones por ese hecho, que en palabras de su abogado fue “una gauchada” para agilizar una mudanza. Pero todo parece haber quedado atrás. Cresseri está convencido de que es el hombre que va a levantar Bella Unión. “Fuimos fuerza política de izquierda y ganamos. Fuimos al Partido Nacional y nos vuelven a dar el voto. Eso demuestra que tenemos el afecto y el respaldo de la gente”, sentencia.

William Cresseri, alcalde electo de Bella Unión. Foto: Augusto Negro
William Cresseri, alcalde electo de Bella Unión. Foto: Augusto Negro

Destino y perseverancia.

 “Si algún día ves a una persona que tiene una cadena en el cuello tatuada, bastante desprolija, ese soy yo. El Panza, alcalde de Tambores, Paysandú”, dice Ricardo Soares de Lima, quien va por su segundo mandato. Pero el crucifijo no es de tinta. A Soares de Lima lo alcanzó un rayo “el 8 de mayo de 1994, domingo día de la madre”, recuerda. La cadena que llevaba puesta se fundió en su cuello. El caballo murió en el acto; El Panza quedó tatuado.

¿Y qué reflexión hace sobre aquel episodio?

—Yo nunca reflexioné mucho... Pero sí, me marcó. Me hice famoso.

Soares de Lima —un productor rural que reparte su tiempo entre la ciudad de Tacuarembó, Tambores y el campo que administra (33,3% del tiempo en cada uno, dice él)— es un “orgulloso militante del Movimiento Nacional de Rocha” desde la adolescencia. A sus 49 años, Soares de Lima dice que nunca reflexionó mucho, pero también que está “vastamente agradecido con la vida”, y habla del destino, de su familia y del camino político como servicio a la sociedad.

En este segundo mandato quiere aprovechar la pandemia para estimular el turismo rural. Ya pensó un “triunvirato” de estancias, entre ellas Santa Blanca, donde se dice que nació Carlos Gardel. El alcalde quiere recuperar la historia, recrear la época de las vaquerías de Rocha a Paraguay, cuando se hacían enormes arreos y las tropas paraban a descansar en Tambores.

Ricardo Soares de Lima, alcalde reelecto en Tambores, Paysandú. Foto: Cecila Deragon
Ricardo Soares de Lima, alcalde reelecto en Tambores, Paysandú. Foto: Cecila Deragon

Más abajo, de nuevo en Cerro Largo, Macarena da Rosa tiene planes parecidos. La alcaldesa electa de Tupambaé es la única mujer electa en este periodo en todo el departamento, que tiene 15 municipios en total. “La parte cultural me interesa muchísimo”, dice da Rosa, quien estudió para ser asistente social en Montevideo pero el pago pudo más.

“Tupambaé es parte de la historia. La batalla de Tupambaé —donde peleó Aparicio Saravia— fue en la salida de nuestro pueblo. Queremos hacer un museo y que lo declaren de interés turístico”, dice da Rosa. A sus 33 años trabaja en el comercio familiar de Tupambaé y cursa estudios de alta gerencia en una universidad brasileña en la frontera.

Ella no quería ser alcaldesa, dice que tiene bajo perfil pero no le queda otra que cambiarlo ahora. Y que la sorpresa “más linda” del domingo fue cuando las niñas de su pueblo le dijeron que querían ser como ella cuando crecieran. “Esa identidad, eso de ver a una mujer en el cargo, hace que se puedan proyectar. Antes no nos interesaba”, dice da Rosa.

Hay de los vecinos devenidos en alcaldes y hay de los políticos desde la cuna. Nahuel Jorge, de 22 años, es de los segundos. El alcalde electo de Migues, Canelones, está por recibirse de abogado, carrera que cursó viajando 90 kilómetros todos los días. Desde el domingo va de reunión en reunión y llamada en llamada. Jorge tiene la simpatía del político y usa palabras de político. Sus 22 años no son nada, pero su vehemencia sí.

Así como un presidente quiere abrir su país al mundo, él quiere abrir su pueblo al país. Como los demás, Jorge espera concretar todo lo planeado, no defraudar a sus electores. Y el desafío es doble: los votos de estos electores tienen cara, viven al lado, son la comunidad misma.

En Montevideo y en el interior: ¿cuánto ganan los alcaldes?

Los alcaldes son los únicos funcionarios remunerados en los municipios, pero no perciben un sueldo fijo en todo el territorio. Su compensación varía dependiendo del departamento en el que se encuentren. Según un relevamiento de El País, estos son los sueldos de algunos alcaldes: en Montevideo cobran un 80% del sueldo del intendente, lo que equivale a $188.496 nominales. En Rivera, la remuneración del cargo es de $91.133. En Colonia un poco menos: $66.465. En Paysandú perciben $97.912; en Lavalleja, el salario varía entre $108.423 y $118.582, dependiendo del municipio. En Florida perciben $117.304, en Salto $84.265, en Rocha $61.352 y en Flores $56.533.

Estas cifras podrían tener ajustes en el próximo quinquenio según el presupuesto que se asigne a cada gobierno. En esta elección se presentaron 1.752 candidatos a alcalde para los 125 municipios que existen en todo el país y, aunque aún no finalizó el escrutinio de votos observados, politólogos estiman que, como en elecciones anteriores, el interior puso más votos al municipio que la capital. El politólogo Ernesto Nieto comenta que, en promedio, en Montevideo solo un 30% de los votantes elige alcalde, mientras que en el interior ronda el 90%.

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