MARIO ALEGRE-BARRIOS (*)
Parecería que no ha pasado mucho tiempo desde los días cuando una pequeña pizarra con tiza y borrador podría ser algo común en muchos de los hogares de nuestra América Latina, a veces como una extensión de la experiencia en el aula, en otras como el prólogo a esa primera vez en un salón de clases.
Con libreta y lápiz cualquiera jugaba a ser profesor, cualquiera era estudiante, mientras se reproducía con alguna fidelidad la rutina escolar. Hasta hace muy poco -no más cinco o diez años- ese libreto fue algo bastante común entre el Río Bravo y la Tierra del Fuego, con sistemas educativos más -o menos- preocupados por la sustancia de sus programas académicos que por la forma de trasmitirlos al estudiante.
El boom tecnológico -primero con la "democratización" de las computadoras, luego con la invasión de los llamados teléfonos inteligentes y el advenimiento de las tabletas- provocó un salto cuántico en la rutina de infinidad de hogares y puso fin al libreto tradicional de la relación entre el hogar y la escuela.
Esta realidad se traduce en un desfase coyuntural que ha colocado a la inmensa mayoría de los sistemas de educación pública -y algunos privados- en franca desventaja, con alumnos que, fuera de las horas de clase, mantienen un vínculo -a veces patológico- con la tecnología, con las pantallas táctiles de sus "smartphones" y tabletas que convierten las aulas tradicionales -con pizarra y tiza- en espacios propios de la edad de las cavernas.
Cada país de nuestro contexto latinoamericano vive esta situación en una carrera desigual, con sistemas que se esfuerzan lastimosamente por alcanzar la velocidad meteórica de los avances en la tecnología, mientras generaciones de estudiantes enfrentan su destino académico con un pie en el pasado y otro entre el presente y el futuro.
Esa carrera tiene para los sistemas de enseñanza varios obstáculos, ya que no se trata solamente de equipar las escuelas con la tecnología mínima necesaria para acortar la brecha entre el hogar y el aula, sino también de masificar la conectividad de internet para llevarla a los planteles.
Asimismo, en la ecuación es vital el desarrollo de las habilidades tecnológicas de los profesores, quienes suelen estar a la zaga respecto a sus estudiantes cuando del manejo de artefactos digitales se trata.
Tomemos como ejemplo inicial el caso de México, donde, de un total de 198.896 planteles del sistema público de enseñanza a nivel básico -de elemental, intermedio y superior o primaria y secundaria- "84.157 tienen computadoras, según estadísticas gubernamentales", según indica Nurit Martínez Carballo, de El Universal. "No obstante, solo dos de cada 10 escuelas están conectadas a internet".
Estas mismas estadísticas señalan que hasta junio de 2011, había 1.025.629 computadoras disponibles para unos 25 millones de alumnos, lo que resulta en una proporción de una computadora por cada 25 usuarios.
En este mismo renglón, la redacción de El Tiempo, de Colombia, reporta que en ese país, a través del programa gubernamental "Computadores para educar" -iniciativa que se encarga de llevar equipos, conexión, software educativo y entrenamiento para maestros en lo referente al uso de la tecnología e internet para enseñar-, se ha logrado beneficiar a más de siete millones de niños de todo el país, en 28.000 sedes educativas pública. No obstante -aclara- todavía hay 8.000 de estos planteles educativos que aún no conocen un computador, ni mucho menos lo usan.
En Argentina el cuadro no es más alentador: según la redacción de La Nación, las últimas cifras disponibles del Ministerio de Educación indican que en promedio hay 40 alumnos por computadora en las escuelas del país y sólo el 29% de las instituciones tiene acceso a internet, mientras que en Brasil -que reconoce no tener números muy precisos y actualizados- se estima que existe una media de 23 computadoras por escuela y que de ellas "18 están en funcionamiento para atender a cerca de 800 alumnos por escuela, la mayoría en laboratorios de informática".
Un proyecto fundamental para lograr un avance considerado único en la región hasta ahora, fue el Plan Ceibal desarrollado por el anterior gobierno de Uruguay (2005-2010), el cual entregó una laptop a cada alumno de las escuelas públicas, quienes constituyen la gran mayoría en ese país.
Fabián Muro de El País de Uruguay informa que gracias a este proyecto educativo ya extendido también a todos los estudiantes de Secundaria, cuatro de cada 10 hogares con PC tiene una del Plan Ceibal (70% de penetración a nivel nacional).
Según la empresa de consultoría Radar, que anualmente presenta un informe sobre la relación tecnología-usuario en Uruguay, si bien "Entre 2001 y 2010 la penetración de PCs en hogares creció 85% en Montevideo y 215% para el resto del país", el acceso a un PC y a internet no está distribuido de manera equitativa: hay una diferencia porcentual de 50% entre el acceso a computadoras entre los hogares de nivel socioeconómico más alto (98%) y el más bajo (49%).
El caso particular de Brasil ilustra la variable que representa la capacidad del sector docente para manejar la tecnología. "Para un 64% de los profesores entrevistados en la investigación -dice Lauro Neto, de O Globo- los alumnos tienen más conocimiento que ellos sobre el uso de las nuevas tecnologías de información (TIC`s) y comunicación y un 28% continúa prefiriendo los métodos tradicionales de enseñanza".
En Chile -un país con 16 millones de habitantes y 20 millones de teléfonos celulares- 9.680 escuelas que reciben subvención estatal poseen planes de uso educativo de estas tecnologías, 3.500 tienen un apoyo estatal para acceder a planes de conexión con velocidad de navegación garantizada y 1.500 tienen laboratorios móviles, que consisten en carritos con un número determinado de netbooks, un notebook para el profesores y un router para conexión WiFi a internet.
Asimismo, a través de Pamela Elgueda, de El Mercurio, Chile ofrece cifras relacionadas con la capacitación docente, con 22.000 profesores adiestrados en el uso de TIC`s, como parte de un universo de 140 mil maestros en su sistema público de enseñanza.
En este mismo renglón, en Colombia se aspira a superar ampliamente la cifra de 9.000 maestros entrenados en los dos años anteriores, en el uso de la tecnología para sus labores de enseñanza, para elevar el número total en Colombia: 45.000 profesores titulados en TIC, según cifras de Intel Educar y el Ministerio de Educación Nacional.
Con una población escolar que ronda los nueve millones, en Perú las cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática "no son muy alentadoras con respecto al uso que este grupo le da a internet: solo el 19,8% de los estudiantes de educación primaria la utilizan", según reporta Bruno Ortiz, de El Comercio. "En el caso de los alumnos de secundaria la proporción crece al 37.5%. Son los estudiantes de educación superior no universitaria (60%) y superior universitaria (81.6%) quienes más aprovechan la supera utopista mundial de la información.
Ortiz añade que "la cifra más alarmante es la referida al lugar de acceso a internet de personas de seis años de edad en adelante: solo el 8,3% lo hace desde su establecimiento educativo, mientras que el 56,1%, desde una cabina pública y el 36% desde su hogar".
En algunos de los países de la región toman forma esfuerzos innovadores que intentan tender puentes hacia las zonas menos favorecidas, en el campo, lejos de las ciudades principales, donde la brecha se convierte en abismo y una pantalla con teclado y la navegación cibernética son cosas de ciencia ficción.
En esta categoría se inserta -por ejemplo- el gesto ecuatoriano denominado "Internet Para Tod@s" con aulas móviles, a través de vehículos equipados con alta tecnología que circulan por el país para dar capacitación digital a la población, según informa Ana María Valencia, de El Comercio.
Sin duda, en Latinoamérica los sistemas de enseñanza han sido rebasados por la tecnología -literalmente- a la velocidad de luz, mientras que más allá de los muros de las aulas -y también más allá de la burocracia gubernamental- el voraz apetito digital de los consumidores -estudiantes incluidos- es saciado por una oferta asimismo frenética que hoy vuelve obsoleto lo que apenas ayer fue novísimo. Así -de vértigo- es el ritmo de la tecnología y ella no lo modificará para que los proyectos educativos de nuestros países la alcancen. Y la brecha… bueno, habrá que ver quién apuesta por la pizarra, la tiza y el borrador.
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de cada diez escuelas en México no cuentan con conexión a Internet, de acuerdo a datos oficiales.
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de cada diez estudiantes de Primaria peruanos usan regularmente computadoras en su educación.
(*) EL NUEVO DÍA/PUERTO RICO/GDA