Si hay algo que los uruguayos saben hacer es hacerse notar en cualquier contexto y a quien le guste el ciclismo entenderá, porque en la pasada (y turbulenta) edición de la Vuelta a España 2025 la bandera de Uruguay figuró en prácticamente cada una de las 21 etapas. La lució Thomas Silva Coussán dentro del pelotón en su camiseta de campeón nacional de ruta, y también su familia en cada largada y llegada de la carrera.
El fernandino de 23 años se convirtió en el cuarto uruguayo en largar y completar la Vuelta a España y cualquiera de las "grandes vueltas". Hizo historia junto a Eric Fagúndez porque por primera vez la largaron dos uruguayos en simultáneo.
Cumplió dos sueños al mismo tiempo, porque mientras corría la ronda española para el Caja Rural–Seguros RGA, se confirmó su transferencia al XDS Astana Team de Kazajistán, que pagó una importante suma de dinero para ejecutar la cláusula de rescisión e interrumpir el año de contrato que vinculaban al uruguayo con el equipo español.
Eso significa ascender de un equipo ProTeam a uno WorldTeam, que compite en la máxima categoría del ciclismo mundial: el calendario UCI WorldTour, que incluye las tres grandes vueltas. "Es lo que siempre quise, otro sueño cumplido", dijo el primer uruguayo en alcanzar esta categoría, en esta entrevista para Ovación. Pero también que lo tuvo que tomar con cautela porque estaba en medio de la carrera que esperaron todo el año, tanto él como su equipo actual.
Fueron más de 3.000 kilómetros recorridos durante 21 etapas de carrera, con solo dos días de descanso en el medio. Terminó en la posición 78º entre los 153 corredores que llegaron, pero largaron 184 en total.
Hizo dos top-10 en etapas llanas con llegadas masivas al sprint, donde "la colocación es fundamental". Subió a los puertos de montaña más temibles de España, trabajó para sus compañeros, se divirtió cuando la carrera se lo permitió, y batalló por colarse en las escapadas de cada día: "Son 100 kilómetros a tope, pensando que te vas a morir a ver si estás en la fuga, y luego te quedan ochenta kilómetros más", explicó en relación a esa parte de la carrera que "por la tele no se ve".
Y también temió por las manifestaciones pro Palestina, por momentos muy violentas, que pusieron en juego la seguridad del pelotón de ciclistas, de los fanáticos que iban a ver la carrera y la suya propia: "No eran conscientes del riesgo, para las dos partes, de chocar contra alguien que viene a 60 km/h".
El apoyo de su familia en La Vuelta
—¿Sabías donde estaba tu familia en cada etapa?
—Casi siempre hablábamos porque, como yo ya tengo más tiempo en Europa, me preguntaban si les daba el tiempo de ir a ver algún paso a mitad de carrera, o simplemente iban a la salida y a la meta.
No sé qué etapa iba camino a la presentación, justo iba un poco tarde, con prisa y ni paré a saludarlos, y escucho que estaba mi madre. Fue tremenda sorpresa y bueno, ahí sí que frené enseguida y fui a saludarla.
—¿Encontraste a más uruguayos en el camino?
—Sí, la verdad que impresionante. Al final el uruguayo es así, si ve a otro uruguayo siempre lo apoya o se siente identificado. Vi varias banderas en las salidas y a mitad de etapa, que no es nada común.
Uno a veces no siente lo que mueve. Ellos se enteran que hay un uruguayo en la Vuelta y deciden moverse para apoyarte. Estuve hablando con uno en la etapa de la crono en Girona que había hecho 300 y pico de kilómetros para podernos ver 20 minutos de carrera. Es increíble, pero así es el uruguayo, ¿no?
Las etapas que mejor se adaptaron a sus características
—Fuiste top-10 en dos etapas llanas (1 y 4): ¿cuál es la estrategia para llegar adelante entre tantos sprinters de primer nivel?
—Etapas perfectas para mí, de media montaña, hubo más bien pocas. Hubo muchos finales en alto y ahí tenía poco para hacer. Pero esas primeras etapas llanas por Italia y Francia fueron duras y tensas, de mucho nerviosismo y eso también va desgastando. Estaba uno de los mejores sprinter del mundo como Jasper Philipsen, también Mads Pedersen, y a ese nivel si uno llega bien colocado a falta de unos cinco kilómetros, ya es muy difícil progresar porque el ritmo es impresionante. Entonces la colocación es fundamental.
—¿Cómo te sientan las subidas? ¿Se puede entrenar o son características físicas naturales de cada ciclista?
—Uno por naturaleza sube bien, sube más o menos, o no sube nada. Después obviamente que se puede perfeccionar un poco, pero por ejemplo Philipsen es el mejor sprinter del mundo y por más que lo entrenen nunca va a llegar a nivel de Vingegaard subiendo. Ni Vingegaard va a sprintar como Philipsen. Al final cada uno tiene sus cualidades e intenta mejorar en lo que mejor es.
En mi caso, en muchos finales en alto iba con ellos en el grupo. Con Vingegaard, Ciccone, con esa gente. Pero por más que uno quiera, sabe que está lejos de ellos. Entonces en una (vuelta) grande es mejor ese día guardar un poco de fuerza y subir más tranquilo para el próximo día.
También depende de la ambición de cada uno. Porque quizás uno se vacía para aguantar el ritmo de esta gente que pelea la general, y termina a los 30 o 40. Entonces el resultado no compensa el esfuerzo.
—¿En qué punto se siente la diferencia entre la media montaña y la montaña?
—Es el tiempo de esfuerzo máximo que uno soporta. Por ejemplo, la gente más rápida es muy buena en 10 o 15 minutos, y a partir de los 20 minutos se empieza a notar la diferencia con los escaladores. Es muy difícil que un escalador suelte a un sprinter bueno en 5/10 minutos. Incluso en esas subidas cortas y explosivas hasta 10 minutos, la gente más potente es mejor que los escaladores.
—¿Cuál es tu especialidad? Tres virtudes tuyas.
—Poder pasar la media montaña y la punta de velocidad que tengo. Es decir que puedo pasar subidas un poco más largas que la gente más rápida (por ejemplo, Philipsen) y soy más rápido que la gente con la que paso, entonces tengo más opciones en la llegada. Después, compañerismo y profesionalismo.
—¿Qué trabajos intangibles te tocó hacer en la Vuelta?
—Por ejemplo bajar al coche a buscar agua y comida para todos. Al final éramos ocho y cada uno sabe qué etapas se adaptan mejor a cada uno. En las etapas con final en alto me tocó hacer ese trabajo de gregario (peón), como se le dice. Que no le falte nada a los compañeros o hacerle las aproximaciones a los puertos.
—¿Cómo es eso?
—Uno comienza a subir e intenta dejar al compañero lo más adelante posible en el pelotón, en momentos complicados. Una vez que lo dejaste bien ubicado, uno se aparta y sigue subiendo a su ritmo.
Lo que no muestra la TV: las batallas por la fuga
—Tu objetivo era buscar una victoria de etapa o podio: ¿cuál era tu estrategia para eso?
—Es mucho más fácil pelear una victoria de etapa desde una fuga (que en el pelotón, contra todos los favoritos), pero la verdad que las fugas estaban muy caras, casi siempre eran fugas de mucha calidad.
Tenía marcadas algunas etapas que se me adaptaban bien y la carrera podía ser más estilo clásica (carreras de un día), pero al final terminó siendo una lucha por la general. Fue una Vuelta un poco loca, no hubo muchas oportunidades y las que hubo fueron muy caras.
—¿Qué quiere decir “fugas caras”? ¿Qué tan alto es el nivel comparado a otras carreras WorldTour que has corrido, como París-Niza o Vuelta al País Vasco?
—Creo que la mayor diferencia es la pelea por la fuga. Cuando una etapa sobre el papel es para la fuga, todos los equipos quieren tener gente ahí y estás dos horas, 100 kilómetros peleando, y la fuga igual no se hace, como pasó varias veces. Son 100 kilómetros a tope, pensando que te vas a morir a ver si estás en la fuga, y luego quedan ochenta kilómetros más y ya vas muerto.
El día que yo estuve en la fuga fue el de Angliru (etapa 13, final en alto), que se hizo la fuga las primeras dos horas a 52 de media, que es una locura.
Hay gente que quiere pelear la etapa, después está listo que está un poco metido en la general y se quiere filtrar, y ahí es cuando el equipo del líder no lo deja ir. Es mucha estrategia y mucha tensión.
—Esa carrera por la fuga no se ve en la tele…
—Claro porque uno prende la tele y ve los últimos 60 kilómetros de carrera, el grupo ya va entero y piensa que fue una etapa fácil. Sí, pero durante los primeros 100 kilómetros había 20 grupos. Pasa muchas veces que en el kilómetro 40 la carrera va reventada, pero al final se junta el pelotón y parece que fue un día tranquilo.
—¿"Reventaste el motor" algún día?
—Hay días que sufres mucho, pero lo gestionas para intentar no llegar a ese momento de reventar el motor y después quizás no poder arreglarlo más. Si te calentás demasiado y en todos los finales en alto aprietas para ser el 40, todos los días a tope, llega un punto que revientas.
A veces la gente no lo entiende, pero durante la carrera están esos días de intentar guardar. Por ejemplo Egan Bernal, que obviamente tiene el potencial de estar todos los días adelante, el día que se sintió mal prefirió perder media hora, pero para terminar lo más tranquilo posible y otro día poder pelear por una victoria de etapa, que al final consiguió.
Las manifestaciones pro Palestina desde el pelotón
—¿Cómo viviste la tensión por las manifestaciones pro Palestina en plena carrera? ¿Sufriste algún ataque o estuviste cerca?
—El día más peligroso fue el día de Bilbao que por un protestante hubo una caída y vimos lo que eran capaces, como que no eran conscientes del riesgo. No sólo para nosotros de venir a 60 km/h y chocar con una persona, sino también para ellos. Nos veíamos un poco en peligro. Justo mi familia estaba en la meta y vivió una situación muy fea cuando rompieron el vallado y demás.
—¿Dentro del pelotón que se hablaba o qué posturas había?
—Para todas las carreras, por la UCI, se hace un grupo suele haber un integrante de cada equipo. Se empezó a hablar y plantear posibles soluciones por si pasaba la misma situación. Se votó si suspender la etapa, improvisar otra llegada y así. Entonces se largaba con la idea de que se podía cancelar y fue una seguidilla de días. Las etapas también cambiaban y había gente que no estaba muy contenta.
—¿Y la última etapa hacia Madrid?
—Ya todos sabíamos que iba a ser una locura porque salió en las noticias. La organización nos dio tranquilidad, que tenían tres rutas alternativas para llegar al circuito de Madrid y no las iban a difundir para que nadie las filtrara y que no pudieran cortar la carrera. Que supuestamente cuando entráramos al circuito de Madrid era imposible que pasara nada, que había no sé cuántos miles de policías.
Pero fue entrar a Madrid y saltaron dos o tres personas con banderas a cortar el paso del pelotón. Más delante una multitud de gente más agresiva, cortando el paso, empujando y ya fue imposible. Tiraron las vallas para dentro del circuito y tuvieron que cancelar la etapa.
Una pena terminar así, la verdad. La última etapa de la Vuelta se le llama "el paseo triunfal de Madrid". Es algo muy bonito y me hubiera gustado mucho hacerlo, pero bueno, esperemos que haya más oportunidades.
Su futuro en Astana y el WorldTour
—¿Cuándo termina tu temporada y cómo es la pretemporada?
—Ahora estoy descansando para octubre que los días 12, 15 y 18 corro tres clásicas en Italia, y creo que va a ser el final de mi temporada.
Después generalmente tengo unas dos semanas que no toco la bici, solo descanso. La tercera semana empiezo a salir tranquilo y arranco el gimnasio. Después viene el famoso fondo, que son horas y horas de bici, días largos aunque con baja intensidad. Y en diciembre casi siempre hay concentraciones de equipos y se va aumentando la intensidad porque las temporadas cada vez comienzan antes.
—¿Qué se puede saber de tu pase al Astana?
—Soy corredor del Caja Rural hasta el 31 de diciembre y luego pasaré al Astana. Estoy muy contento de llegar a la máxima categoría del ciclismo. Se dio todo en la Vuelta, que es una carrera muy importante y tampoco podía desviar la atención de lo que habíamos preparado todo el año. Pero ahora, más tranquilo, uno lo analiza y es lo que siempre quise, otro sueño cumplido.
En lo personal creo que es una noticia para celebrar. Pero corriendo una grande, la mejor carrera del año para el equipo, tienes que estar centrado en eso y, aunque sea algo tan importante, dejarlo como algo más secundario y enfocarte en lo que estás haciendo.
Obviamente estoy súper agradecido con el equipo (Caja Rural) porque fue el que me dio la oportunidad de pasar a profesionales y por la confianza que me han brindado aquí.
—¿Qué carreras del calendario WorldTour te hace ilusión correr?
—El Tour de Francia porque es la mejor carrera del mundo, también me gustaría probar un Giro de Italia, y si se da la posibilidad de estar en algún monumento también, como Milán—San Remo, por ejemplo.
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