Por Sofía Berardi
Derrapar a toda velocidad por gusto y pinchar gente pueden parecer actividades muy distintas, pero no importa, porque la verdadera profesión de Monti -así le dicen a Fernando Montero (40)- es la solidaridad. Cuando se dio cuenta de que codearse con los máximas estrellas del fútbol en Real Madrid, el Atlético o Wolverhampton para ser reconocido y hacer crecer su ego era algo que no lo llenaba, volvió a Uruguay y será protagonista de una serie de drift que se empieza a filmarse el próximo lunes en Japón.
Su fanatismo por el derrape controlado (drift) nació desde pequeño, gracias a un tío que es fanático del automovilismo y que lo instruyó en sus conocimientos mecánicos. Fue el impulso para conocer a Keiichi Tsuchiya, a quien se denomina como el Drift King. Mientras tanto también compitió en Jiu-jitsu y fue discípulo del campeón mundial Gregory Vallarino. Durante esa etapa se exigió mucho y se coronó campeón sudamericano en tres oportunidades (categoría desde 77 a 93 kilos), pero le empezó a ir mejor cuando dejó de presionarse y competir a nivel profesional.
“Me fue muy bien en artes marciales y nunca pude generar nada para ayudar a alguien, siempre me sentí en el debe, cuando vi que por la parte automovilística pagaba mucho y que con eso podía juntar 50.000 dólares en una semana para salvar a una niña, me di cuenta de que eso era lo que siempre había querido. Vi que con el drift se podría hacer eso y me tiré con todo”, explica Monti.
Montero tiene una clínica de acupuntura, es hijo del Dr. Fernando Montero Acosta, revolucionario en esta especialidad, y ha tratado -y lo hace esporádicamente- a muchos planteles de los clubes uruguayos, en especial a Peñarol y Nacional. “Trabajo como médico, pero mi profesión yo creo que es el sentirme herramienta solidaria”, afirma Monti, que se acompaña de Alejandro Curcio para todas estas tareas, en las que encontró un aliado que nunca le dice que "no". A su vez, forma parte de una colecta junto a el influencer Santiago Maratea y Luis Suárez para salvar a Federica.
“Empecé a estudiar medicina pero para trabajar de médico, hace cuatro años entendí que cuando viajaba al Real Madrid o al Atlético y buscaba lo que era el crecimiento en el exterior con lo que es la técnica y me llenaba, pero después me di cuenta de que no iba a llegar a nada. Yo acá en la clínica tengo una lista de espera de seis a 10 meses, no sirve nada que siga creciendo en el exterior por ego, para querer hacerme nombre y ahí dije no, no voy más. Sigo en contacto, pero no viajé más a los equipos y empecé a dedicarme al drift, en el que sé que puedo ayudar en un plano más directo. La clínica es trabajo y ya”.
Rodeado de estrellas: del Real Madrid al Wolverhampton
Monti “pincho” -así lo denomina él- a futbolistas de elite. Su primer contacto con el Real Madrid fue gracias a su amigo Juan Pedro Damiani, expresidente mirasol. “No sé mucho de fútbol”, confiesa quien confundió a Zidane con Benzema cuando le preguntaron con quién había viajado. “Pero me ha pasado mucho con esos jugadores. Imaginate en Uruguay cuando los pincho y, no se ofenden, pero como que no entienden que no sé quiénes son”, añade Montero, que también suele tratar a los futbolistas de la selección. “Los jugadores profesionales de fútbol normalmente se hacen acupuntura. Las recuperaciones que ves que bajan mitad de tiempo de recuperación o que son como si fueran milagrosas, es gente que está haciendo acupuntura”, acota.
De su visita al equipo de Valverde recuerda un “galpón con máquinas de millones de dólares y un laboratorio, que no dejan sacar fotos, donde entré con el celular y casi me matan. Tenés como 50 metros de una alfombra donde hay sensores en el piso y cámaras. Con eso estudian el patrón de movimiento de los jugadores cuando están sanos, cuando se lastiman los llevan para que se recuperen. O sea, hasta que vos no te muevas exacto no te sueltan”. Pero ese no fue el club que más le llamó la atención, ni el Atleti. Fue su estadía en Wolverhampton. “Como estaba recién ascendido pensé que me iba a encontrar un equipito, lo habían comprado los chinos, y no solo que cada jugador tenía su nutricionista específico, sino que hasta los hacían comer con unos lentes con UV que se llama satlight, que todo el tiempo están expuestos a como si fuera luz solar, cuando comían estaban con unos lentes de realidad virtual. Eso es porque en Europa hay un tema con la serotonina, hay mucha depresión”.
“Cambió mucho el cuidado en el fútbol, lo hablaba una vez con Batistuta, que me contaba cómo lo infiltraban para jugar todo el tiempo, sin importar el futuro. Entonces ahora ves que están bien asesorados y cuidan al futbolista, no piensan solamente en que jueguen, como en ese entonces le hacían a Batistuta o Maradona, que los rompieron exigiéndolos para que den el 110%”.
Monti es el único piloto con Síndrome de Tourette (afección al sistema nervioso) y corre con un Toyota Corolla GTS que adquirió en el año 2009 y que llevó años confeccionar. “Trueno” fue importado por el embajador de Estados Unidos en Uruguay.
Fernando, embajador del drift en Uruguay, formará parte de una serie, cuyo último episodio es en Uruguay y narra la historia de cómo el drift llegó al país. “Empieza en Tokio, la cuna, y termina con nosotros”. El próximo desafío es competir en la Fórmula Drift en 2024. “Es como la F1 y nunca fue un uruguayo. Yo no necesitaría ni clasificar, iría como figura pública del drift. Así y todo antes voy a competir en Estados Unidos en la FD”, concluye Montero.