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INFORME

Vidas paralelas: ¿Qué otros trabajos tienen los árbitros del fútbol uruguayo y cómo coordinan las dos actividades?

Ovación habló con 11 jueces que se refirieron a sus experiencias; algunos han optado por emprendimientos personales para manejarse los tiempos y a los internacionales se les hace difícil tener más tareas por la cantidad de viajes.

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La realidad de los árbitros en el fútbol uruguayo lleva a que la mayoría tenga otro trabajo.
La realidad de los árbitros en el fútbol uruguayo lleva a que la mayoría tenga otro trabajo.
Foto: Estefanía Leal.

Por Juan Pablo Romero.
Todos responden con amabilidad y no tienen problemas en explayarse a las preguntas de Ovación. La gran mayoría de los árbitros del fútbol uruguayo tienen otro trabajo por una cuestión netamente económica. Además de la carga diaria de sus tareas, le agregan los dos entrenamientos obligatorios que tienen en la semana (martes y jueves) y todos explican que también realizan ejercicio de manera particular.

Para muchos es complejo el salir a la calle después de un partido polémico, o cuando le arbitran a Nacional o Peñarol por la repercusión que toman sus decisiones. En ocasiones, repercute en sus labores, aunque los más experimentados sostienen que con el tiempo son situaciones que se aprenden a manejar, pese a que hay comentarios que les duelen.

Mucho se está hablando en este inicio del Uruguayo de los árbitros. De sus actuaciones, de sus errores. Hasta algunos dan el paso de hablar de intencionalidades. Los fallos se maximizan, las buenas actuaciones quedan casi para el olvido de la mayoría, solo para la gratificación personal y familiar.

Más allá de su trabajo adentro de la cancha, ese que todos vemos, Ovación salió a recorrer la vida paralela de los jueces y a conocer a qué se dedican.

A REMANGARSE. Mathías De Armas tiene 29 años y es el árbitro más joven de Primera División. En este 2023 fue ascendido a la categoría de internacional y está creciendo a pasos agigantados, siendo uno de los jueces de mayor proyección. Hizo formativas, empezó a dirigir en la Liga Universitaria hasta que llegó al fútbol profesional. “Yo laburo con mi viejo, él tiene un taller de lustre de muebles, que era de mi abuelo. Trabajamos de 8 a 5 de la tarde, pero yo tengo la ventaja de que al ser familiar no tengo problemas para salir. Por ejemplo, ahora estoy haciendo una pretemporada en Paraguay por Conmebol y no estoy trabajando”, explica a la distancia. “Me paso lustrando muebles. Mi padre le da el color cuando llega el mueble blanco, después lo agarramos mi abuelo, mi hermano y yo y le damos una base de protección y el lustre”, añade sobre su función.

De Armas dice que “pasa por lo económico. Si yo arbitro un mes en Uruguay, tal vez con ese sueldo podés vivir. Pero todo es muy cambiante... Cometés un error el fin de semana y capaz al otro no estás, te comés uno o dos fines de semana sin arbitrar y eso ya te modifica la economía, o las lesiones. Al no ser tan estable lo que recibimos del arbitraje, uno tiene que tener otra cosa segura, sino se hace muy difícil”.

Mathías De Armas, el árbitro más joven de Primera.
Mathías De Armas, el árbitro más joven de Primera.
FOTO: Estefanía Leal.

Hoy los árbitros tienen un fijo mensual, que es una base que equivale a como si arbitraran tres partidos. En ese caso son aproximadamente $ 53.000 líquidos, aunque varía en caso de sanciones o lesiones. A su vez, hay un incremento del 12% para un árbitro que sube de categoría, a internacional. Después, cuando dirigen en el exterior, cada árbitro recibe un monto por partido y cuando se trata de un certamen, como un Sudamericano juvenil, la Conmebol paga un monto por día.

“A veces van a llevar un mueble y le digo a mi hermano ‘salí vos a atender a este cliente, que siempre me está preguntando por las jugadas y no tengo ganas de hablar’. O también pasa después de un partido que mi pareja me invita a salir a cenar, y yo le digo que prefiero quedarme en casa, para que nadie me esté hablando de tal a cual jugada. Me pasó después del partido de Nacional y Boston River”, explica De Armas. “Nosotros en el local pasamos escuchando programas deportivos, pero a veces los lunes, después de un partido polémico en el que estuve, hasta papá se da cuenta y pone música, je”, concluye.

Christian Ferreyra es, desde hace tiempo, uno de los principales árbitros del país: “Tengo una unipersonal y tengo otro trabajo como el 99% de los árbitros de Uruguay porque no podemos depender solo del fútbol. Es en el rubro de servicios logísticos”, comenta desde Argentina quien arbitró al campeón del mundo contra Panamá. “Cuando estoy en Uruguay trabajo desde las 7; y cuando estoy afuera trato de gestionar lo que pueda con la computadora”, cuenta, y admite: “Me costó dejar un trabajo en una empresa que estuve muchos años, por el fútbol. No me quedó otra que independizarme para poder manejar mis horarios”.

Yimmy Álvarez, actual presidente de AUDAF, la gremial de los árbitros, también se refiere a su otra labor: “Trabajo en un hospital en el interior, que pertenece a ASSE. Soy jefe de la sección administrativa”.

Jonathan Fuentes es un árbitro oriundo de Tranqueras (Rivera), aunque hoy está viviendo en Maldonado. No es un peso para él viajar a los entrenamientos dos veces por semana; todo lo contrario.

“Tengo una pequeña empresa de importación, exportación y mantenimiento de aires acondicionados y, además, instalo cámaras de seguridad, alarmas y soy electricista. También hice el año pasado un curso de construcción en madera y ahora me anoté en un curso de bioconstrucción”, señala el árbitro multirubro que aún mantiene rasgos de su acento nativo.

“Hablamos mucho con los clientes de las jugadas, les explico lo que pasó. No he tenido problemas. Últimamente tampoco he tenido tanta exposición a nivel cancha, he estado bastante en el VAR, aunque estuve en el partido de la mano de Homenchenko en Defensor y Peñarol”, añade el juez que fue internacional hasta 2018.

Gustavo Tejera es asesor de seguros: “La empresa es mía, trabajo solo. Laburo mucho en los hoteles y en casa. Me manejo los horarios, según si entreno de mañana o de tarde y en base a la demanda diaria”.

Si bien se retiró del arbitraje de campo, Andrés Cunha sigue en el VAR. “Tenemos una empresa familiar de distribución de bebidas y un comercio de bebidas, trabajo con mi padre y mi hermana. Obviamente trabajo pocas horas, entre cuatro y cinco diarias porque después me dedico a entrenar. Tengo la libertad que me cubran cuando me toca viajar”, comenta quien hace 20 años está en la empresa familiar.

“Soy contador público. Trabajo en UTE, en la parte financiera y soy el tesorero del gremio, que es casi como un trabajo, je”, menciona Javier Feres, otro de los árbitros jóvenes de la nueva camada.

Por otro lado, Javier Burgos explica que “estoy en la parte administrativa de una empresa tercierizada que le brinda los servicios a Montepaz, la tabacalera. Mi patrón tiene una parte del reparto para lo que es Santa Rosa, San Ramón, San Jacinto. Entré hace cinco años, antes tenía otro trabajo que no era tan compatible con el arbitraje. En esta empresa pude acomodar los tiempos”.

El árbitro de 36 años puntualiza que “es complicado congeniar la parte deportiva con la laboral. Si bien el gremio ha trabajado años para que tengamos un sueldo fijo, uno necesita tener otro ingreso. Tengo una muy buena disposición del jefe, porque cuando salgo por copa incluso puedo perder hasta una semana. En general trabajo de 12 a 17 y hay veces que salgo a la calle cuando se necesita”.

Javier Burgos trabaja en la parte administrativa de una empresa terciarizada que le brinda servicios a Montepaz.
Javier Burgos trabaja en la parte administrativa de una empresa terciarizada que le brinda servicios a Montepaz.
Foto: Francisco Flores.

Burgos se sincera: “Cuando subí a Primera en 2019 me costaba mucho más el error. Si me equivocaba me perseguía por dos o tres días, me hacía la cabeza. Después uno va madurando, va teniendo autocrítica y va teniendo otro enfoque, buscando más las causas del error para poder corregirlo en el próximo partido. Hablar... van a hablar siempre. Cuando tenés una actuación 10 puntos son contados con los dedos de la mano los que te dicen ‘la rompiste. Es lindo sentir un reconocimiento”.

VIAJES. Los árbitros que están dirgiendo con frecuencia partidos internacionales tienen otro respaldo económico, pero también muchos viajes. En ocasiones se pueden pasar meses viajando sin ver a sus familias o viéndolos poco. Por eso es que también se explica que son los más complicados para tener un trabajo fijo.

Esteban Ostojich, por ejemplo, señala que “por pasar mucho tiempo fuera del país tuve que dejar un trabajo administrativo después de 14 años”. Hoy en día le dedica unas cuatro horas diarias a un emprendimiento de ropa deportiva, que vende por pedidos.

Andrés Matonte es licenciado en Educación Física y trabajaba en el Club BPS: “Este año tuve que dejar por motivos de tiempo ya que con los viajes se complica”, sentencia.

Por último, Leodán González explicó su situación: “Trabajaba hasta 2018 en la Corporación Nacional para el Desarrollo en Montevideo pero después, por los viajes por el fútbol, y todo lo que fue la pandemia, fue imposible seguir con el trabajo; opté por renunciar. A veces iba un día solo en 15. El arbitraje internacional demanda mucho tiempo, el de acá también, sumado al VAR, que duplicó las horas de trabajo, es imposible tener un trabajo de ocho horas”.

El destacado juez de Tala sí tiene un emprendimiento en el rubro agrícola, pero “enfocado la mayor parte del tiempo en el arbitraje”.

“En 2021 estuve desde mayo a agosto afuera de casa por el arbitraje: estuve un mes girando por América por Libertadores y Sudamericana, lo enganché con la Copa América y luego con los Juegos Olímpicos. Es muy difícil ser empleado dependiente. Hoy, un árbitro internacional tiene que estar con el foco en el arbitraje, y obviamente hay que prepararse para el día después y generar emprendimientos”, concluye quien estuvo en el Mundial de Qatar junto a Matonte y los líneas Martín Soppi y Nicolás Tarán.

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