Por Redacción El País
Con mucha humildad, a Adrián Martínez todavía le da vergüenza que le digan Maravilla porque "es un sobrenombre fuerte, que tenes que bancar", reconoció el goleador de Racing, héroe en el clásico ante del último fin de semana ante Independiente.
Cuando llegó a la Academia, desde Instituto de Córdoba, los hinchas en Avellaneda no esperaban demasiado de él, pero se los fue ganando a base de goles. "Cuando uno llega a un club grande, te exigen al 100%", dijo Maravilla que lleva seis goles en siete partidos con Racing y tiene detrás una difícil historia de vida pero con mucha superación.
🎥 ¡BIEN, ADRIÁN!
— Racing Club (@RacingClub) February 24, 2024
A los 19’ del complemento, Adrián Martínez no perdonó en el mano a mano y, chequeo mediante, puso el 1 a 0. pic.twitter.com/5WjuV3QPAK
“Me pusieron 'Maravilla' en Zárate, cuando jugaba ahí, por el boxeador”, aclara, pero prefiere que le digan ‘Adri’. Martínez es el dueño de una historia de vida muy dura. Como cualquier niño, creció divirtiéndose en el barrio con amigos. No terminó la escuela, a los 16 años decidió trabajar, a pesar de que en su casa nunca faltó nada.
Primero trabajó como albañil, después en una fábrica de cervezas y luego como recolector de basura. Fue entonces cuando le tocó enfrentarse a uno de los momentos más difíciles de su vida: Transcurría el año 2014 y una noticia conmovió a la familia: uno de sus hermanos, Braian, de 18 años, fue baleado. El joven pasaba por la esquina de su casa y lo esperaban con un revolver 32 mm atrás de un árbol. “Cuando mi hermano pasó, esta persona le pegó tres tiros, uno en la oreja que le pasó de lado a lado, uno en el pecho y uno en el brazo. Estuvo un tiempo en terapia intensiva, pero por suerte se salvó”, contó en entrevista a La Nación.
Y la reacción contra el perpetrador y su familia fue el motivo que llevó a Martínez a la cárcel: “Mi mamá en un tiempo fue presidenta del club Las Acacias, siempre ayudó mucho y lo sigue haciendo hasta hoy, la gente del barrio nos quiere mucho por todo eso. Entonces, cuando se enteraron que hirieron a mi hermano fueron todos a tirarles de piedras a la casa de esta familia, a la que no quiere nadie. Cuando vieron que no había nadie se ve que uno se metió y prendió fuego las cortinas. Como tenía el techo de machimbre se le prendió fuego todo, pero ahí había más de 100 personas, no es que había cinco personas, eran muchísimos. Entonces, por ese hecho fuimos presos muchos, y uno de ellos fui yo. Con el tiempo nos enteramos de que el municipio quiso armar algo para terminar con el quilombo en los barrios; entonces, nos pusieron en la causa ‘uso de armas de guerra, incentivación de incendio, secuestro, robo en poblado y en banda’... Todo eso era como pasar 10 años preso, como para que nadie molestara más”.
Adrián Martínez estuvo casi siete meses preso. "Llegué a tener miedo por mi vida. Tuve dos o tres situaciones muy difíciles. Estuve a punto de ser apuñalado. No llegaron por poco", manifestó el goleador en un mano a mano con el medio argentino Olé en el que dio un duro relato de su tiempo en prisión y valoró haber "encontrado a Dios" como el aprendizaje de esa experiencia. "Soy un agradecido porque hasta donde Dios me trajo es demasiado", dijo el goleador que explicó cómo fue que su vida estuvo en riesgo en la cárcel.
"Fue por un tema de teléfonos", explicó Maravilla, sobre ese episodio en el que casi lo apuñalan. "Un amigo había agarrado algo. Te meten un arpón, que le llaman. Son palos de escoba con una varilla en la punta. Y si está todo mal te apuñalan. Nunca podés estar distraído. Ese día zafé. Después, estuve más vivo", reconoció.
"Vi cómo se mataba gente. Porque ahí se matan como nada. Se cagan a puñaladas. Vi morir a uno; lo agarraron de las patas y se lo llevaron. Es así. Dios me puso gente que me ha ayudado. Pero nadie me saca los momentos que viví ahí", le contó el goleador al diario Olé.
Martínez reconoció que hizo amigos en prisión y lamentó que a muchos no les llegan las oportunidades cuando salen porque "para todos, vos sos un ladrón, un chorro, un asesino", manifestó y habló sobre su familia.
"Siempre dije que no tuve una familia buena", dijo. "Quizá para algunos éramos buenos. Y por eso, los vecinos prendieron fuego la casa del asesino. Algo bueno teníamos, si no, no hubiesen reaccionado. Después, cuando estuve ahí adentro, esa gente me llevaba mercadería, me daba una mano. Pero a mi hermano no le pegaron dos tiros por ser un Santo e ir caminando a la iglesia... Era una persona mala. Se peleaba todas las semanas. Y bueno, era uno u otro. Y le tocó a mi hermano", admitió Martínez con mucha sinceridad.
Cuando estuvo preso le prometió a Dios que "iba a jugar a la pelota". Y cumplió. Siente que su gol ante Independiente lo marcó en Racing pero que "en el fútbol los momentos pasan muy rápido. Fue muy lindo todo el ambiente que ya se había generado el día anterior, con el banderazo. La gente llenó el Cilindro, invirtió tiempo y plata para venir. Eso nos fue metiendo en el partido", reconoció Martínez que, luego del partido ante el Rojo, dejó los festejos y la efervescencia de lado y regresó a la tranquilidad de su hogar en la ciudad de Campana con su señora.