El clásico como termómetro: los cuatro meses de Pablo Peirano en Nacional y lo que se juega ante Peñarol

El DT cumplirá cuatro meses al frente del equipo el mismo día que dispute su segundo clásico oficial. El resultado, más allá del juego, puede marcar el rumbo de su ciclo.

Pablo Peirano, entrenador de Nacional.
Pablo Peirano, entrenador de Nacional.
Foto: Francisco Flores.

El sábado, mientras los jugadores se estén jugando todo en la cancha, se habrán cumplido cuatro meses desde la asunción de Pablo Peirano como entrenador de Nacional.

Ya son 19 partidos al mando de la conducción y es un tiempo considerable para sacar las primeras conclusiones sobre un ciclo que, en los números, es levemente superior al de Martín Lasarte en puntos (47 vs. 41), pero algo peor en goles a favor (42 vs. 45) y recibidos (18 vs. 13).

¿Por qué Lasarte puede ser un buen punto de partida? Primero, por ser el antecesor y, segundo, por haber sido calificado durante gran parte de su carrera como un técnico “defensivo” y que no ganaba clásicos.

La bola -que luego se transformó en avalancha- empezó en 2005, durante su primer ciclo como entrenador de Nacional, cuando tuvo por primera vez en frente a Peñarol.

Resultó ser que aquel día Lasarte quiso asegurarse la mitad de la cancha y decidió cambiar su esquema habitual, con Fabián Coelho y Óscar Javier Morales, para darle lugar a un tercer mediocampista.

Así fue que salieron como titulares Rodrigo Vázquez, Óscar Javier Morales y Gustavo Méndez y la historia terminó 2-2, pero el resultado dejó un sabor amargo para los hinchas tricolores por la diferencia que, en la previa, parecía haber entre los dos equipos.

Martín Lasarte en Los Céspedes.
Martín Lasarte en Los Céspedes.
Foto: Francisco Flores.

Años después, la fórmula de tres mediocampistas le dio el crédito necesario a Lasarte para borrarse el viejo mote de que no ganaba clásicos. Y le resultó efectiva en la final del Intermedio y el Clausura 2024, en el amistoso de enero (triunfo 3-1) y en la final de la Supercopa 2025 (2-1).

De un modo similar se plantea el clásico en esta oportunidad para Peirano, que en el último antecedente -el primero para él- desdibujó todo lo bueno que venía mostrando su equipo al apostar por una estrategia que no le dio buenos resultados. Si bien no cambió el esquema, sí varió en el jugador que eligió colocar por el sector izquierdo y optó por jugar con tres enganches en un 4-2-3-1.

La velocidad quedó prácticamente suprimida y las respuestas tampoco le llegaron jugando por adentro. Fue superado en los 120 minutos y en los penales la suerte no lo acompañó.

Gonzalo Carneiro y Pablo Peirano en el clásico entre Peñarol y Nacional por el Torneo Intermedio.
Gonzalo Carneiro y Pablo Peirano en el clásico entre Peñarol y Nacional por el Torneo Intermedio.
Foto: Estefanía Leal.

Entonces, ¿es este un clásico bisagra para Peirano? ¿Debe borrar con el codo, otra vez, todo lo bueno que viene escribiendo con la mano? ¿Se mirarán con otros ojos sus decisiones en función del resultado?

Entre todas esas interrogantes, hay una respuesta clara y es que el balance sobre el ciclo del técnico -por más injusto que pueda resultar para algunos- tomará un tinte negativo o positivo en la interna del club a partir de lo que pase el sábado en el Estadio Campeón del Siglo.

El mote de “perdedor clásico” persiguió durante mucho tiempo a Lasarte, que en realidad ya había salido victorioso frente a Peñarol en partidos amistosos. Lo mismo puede pasar esta vez con Peirano, aunque la parada no es sencilla.

Aspectos a pulir

Pablo Peirano, entrenador de Nacional, durante el partido frente a Boston River.
Pablo Peirano, entrenador de Nacional, durante el partido frente a Boston River.
Foto: Ignacio Sánchez.

Así como Nacional es el equipo más goleador en lo que va de la actual Liga AUF Uruguaya, con un total de 56 goles a favor en 23 partidos (promedio de casi dos y medio por encuentro), también tiene un debe en defensa, ya que pese a ser el más goleador, no es el que tiene la valla menos invicta.

Diferentes voces consultadas coinciden en que el rendimiento de Luis Mejía está lejos de ser el problema, sino que el origen podría radicar en el desbalance del equipo y en la conformación de la mitad de la cancha.

En manos de Peirano quedará empezar ganando el clásico desde la pizarra.

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