EDWARD PIÑÓN
Sí, nació un héroe. De esos que se levantan cada tanto. Que están marcados por el destino.
Y las puertas de la rica historia clásica se abrieron de par en par para él. No pidió ni permiso. Se metió a puro cabezazo, a pura ubicación en la cancha y ese olfato de goleador que demostró tener para estar en el lugar indicado.
Nació un héroe. Un jugador ganador, capaz de resolver los problemas que se puedan presentar en una contienda deportiva. Y lo hizo con la técnica para jugar de primera, con la frialdad para mandar la pelota a la red aunque estuviera rodeado de varios hombres y con la inteligencia necesaria como para aprovechar los espacios.
Sí, nació un héroe. Se llama Gustavo Biscayzacú y ayer escribió una página memorable para su carrera deportiva y para la vida de Nacional. Porque el bolso disfrutó ayer un triunfo soberbio. De esos que labran una huella que se recordará por largos años, y el gran responsable de eso fue el "Grillito".
Contra un Peñarol que quiso llevar el clásico al terreno de la lucha, el forcejeo, para tratar de impedir que el mediocampo de Nacional le diera ritmo al juego, el bolso encontró el mejor remedio posible: un verdugo que no perdonó nunca.
Mientras el manya apostó a cuidar su arco, a defender a cómo diera lugar y a tratar de encontrar una jugada de pelota quieta que le pudiera sacudir el tanteador, el tricolor demoró demasiado la búsqueda del juego más dinámico y de toque. Por eso, los hombres de Ribas consiguieron que el tanto logrado por Biscayzacú a los 15 minutos no les significara un golpe mortal.
Sin perjuicio de ello, la escasa contención de balón que tuvo el carbonero en la mitad del terreno y, fundamentalmente, la postura de pegarle para adelante y sin ideas, no permitían vislumbrar que el buen aprovechamiento de las jugadas de pelota quieta -que apareció por intermedio de su gran figura clásica (Antonio Pacheco), fuera suficiente para sostener una victoria parcial.
Es más, la alegría de reponerse de un mal comienzo para pasar a gobernar el cotejo, a Peñarol le duró muy poco. Porque Biscayzacú metió el segundo tras un pase al corazón del área de Lodeiro.
La gran diferencia vino en la segunda mitad. Cuando los tricolores sí apostaron a la movilidad de sus hombres, al toque y al cambio de frente. Además, con una adecuada presión en la salida del equipo aurinegro, Nacional se plantó en la cancha con mayor personalidad.
Y la cancha se inclinó en forma notoria. Peñarol comenzó a sufrir las consecuencias y Pelusso metió un cambio a lo grande. Sacó a Caballero y largó al campo de juego a "Matute" Morales.
Con ello, la sensación de que el gol de los albos no iba a demorar mucho en caer fue más intensa. Por otra parte, los hombres del fondo de Peñarol no fueron capaces de apoyar una pelota a sus volantes y el duelo clásico pasó a ser una especie de frontón. Los carboneros la reventaban para arriba y los bolsos otra vez armaban la jugada para tratar de quebrar la resistencia.
Y Peñarol murió afiliado a sus armas porque no contó con la necesaria solvencia y seguridad. Medina explotó otra vez por derecha y su nuevo centro encontró una vez más mejor ubicado que todos a Biscayzacú.
El cabezazo bien pudo sentenciar ahí el cotejo. Sobre todo porque la diferencia de volumen de juego era muy grande, a tal punto que el grito de "ole, ole" empezó a dominar con amplitud el repertorio de canciones bolsilludas.
Pero Óscar Morales se equivocó feo al meter un patadón en las cercanías del área y Peñarol pareció entusiasmarse al tener un hombre de más.
Pero con el entusiasmo sólo no alcanza y a puro control de la pelota, merced a los desplazamientos de los jugadores y al manejo que impuso "Matute", Nacional fue cercenando toda posibilidad de reacción. Al final, llegó la jugada polémica de Coates y Bueno, que desde lo alto no pareció penal.
Fue lo último de un clásico que Nacional ganó con un héroe.
Biscayzacú figura Nacional
Las cifras
3 Victorias consecutivas ya suma Nacional en contiendas clásicas. Dos por el Uruguayo.
4 Derrotas consecutivas ya suma Peñarol en el marco del Torneo Clausura.