SILVIA PEREZ
Pasó el fin de semana en su Florida natal. Fue por el cumpleaños de su abuelo materno Carlos y aprovechó para ver a la familia y los amigos. Los del colegio, los de siempre. Los que asegura que no va a cambiar nunca y los que espera no perder jamás.
"Siempre que puedo vengo a Florida. A veces, entre las concentraciones, los partidos y los viajes, no puedo, por eso aprovecho cualquier rato libre. Se extraña, pero no porque sufra, esa época ya pasó, lo que se extraña es la tranquilidad. Acá puedo descansar, Montevideo en cambio, es una locura", explicó.
Este año fue el mejor de la carrera del joven arquero. Al menos hasta ahora. Defendió los tres palos de la Primera de Nacional, jugó la Copa Libertadores y debutó con la selección mayor en la Copa América. Aseguró que aún no ha tomado conciencia. Incluso cuando la gente de Florida lo saluda, lo felicita, le cuenta que los hizo emocionarse y le pide que siga así, no se extraña: "es que los conozco de toda la vida y me saludaron siempre. Esto siempre fue así. La diferencia es que ahora vas a saludar y te invitan con algo, o te piden que les firmes un autógrafo. Es lindo, muy lindo. Como cuando van chiquitos a casa con la camiseta a pedirme que se las firme. Con esas caritas, como admirándote, y es muy lindo darles una alegría. Me hacen acordar a mí mismo cuando tenía esa edad. Yo al que más admiraba era a mi padre, pero a él no le pedía autógrafos sino plata. (Se ríe). Bastaba con que viniera cualquiera que jugara en Montevideo y que saliera en la televisión, y ya me ponía como loco. Para mí todo lo que pasó este año es un sueño y creo que no he caído todavía".
"VASCO". Fue ascendido a Primera el año pasado por Daniel Carreño, pero quien le dio la oportunidad de jugar fue Santiago Ostolaza: "el año pasado fue muy importante porque me saqué el miedo, sobre todo de jugar con hombres que yo veía por la tele y que eran mis ídolos. Me sirvió mucho para agarrar experiencia y para formarme más como arquero. Aprendí mucho con Gustavo Munúa. Es muy buena gente y cuando me veía progresar se ponía contento. Eso era muy lindo para mí. Pero el que me marcó fue el "Vasco" porque se la jugó por mí. Cuando comenzó el año no me imaginaba que iba a atajar yo. Fue algo raro, porque cuando empezamos la pretemporada estábamos sólo Burian, otro arquero juvenil y yo. Después llegó Arbiza y luego Bava, pero venían los partidos amistosos y seguía atajando yo. Estaba contento, pero si me hubieran sacado no me habría extrañado, ni lo hubiese tomado mal. Arbiza tenía un curriculum impresionante y Bava venía de un Torneo Preolímpico y de ser el arquero de Nacional todo el año. Yo entrenaba, pero pensaba que un día me iban a sacar. Lo que me hacía dudar era que cada vez que llegaba un arquero el "Vasco" decía que iba a jugar el que estuviera mejor. Eso me daba la tranquilidad de poder pelear. Llegó el momento del clásico en Maldonado y tres días antes Ostolaza me preguntó si quería estar. Le rendí y me dio la confianza. Por eso yo al "Vasco" y al resto de su cuerpo técnico siempre le voy a agradecer que se la hayan jugado por mí y creo que ellos tienen mucho que ver en el momento que estoy pasando".
ALAMBRADO. Santiago Ostolaza ya no está y cuando Viera vuelva a entrenar en Los Céspedes va a encontrarse con Hugo De León, a quien sólo conoce de verlo de lejos cuando estaba en las inferiores: "ahora todo se va a barajar de vuelta y al lado mío están Bava y Arbiza que son muy buenos arqueros. Sé que tengo que seguir entrenando y tratar de demostrarle a De León lo mismo que le demostré al "Vasco" para que si en algún momento me pone lo haga con total tranquilidad. Lo recuerdo de verlo atrás del alambrado cuando jugaba en inferiores, pero nunca tuve la oportunidad de hablar con él. Me han dicho que es muy buena gente y muy buen técnico. Muy serio y muy profesional, como me gustan a mí los técnicos. Vamos a ver qué pasa, pero si me toca jugar lo voy a defender a muerte como si fuera el "Vasco".
COPA. Llegó a la Copa América cuando ya había empezado y por la lesión de un compañero. Eso no le gustó, pero viajó dispuesto a dar una mano. Y vaya si la dio. "Lo mío fue inusual. Llegué cuando ya todo había comenzado y terminé jugando. No me gustó ir por la lesión de un compañero como Fabián (Carini) que tenía muchas ganas de estar, ni tampoco entrar por Luis. Yo no estaba molesto por haberme quedado en Montevideo, pero cuando me tocó traté de aprovechar la oportunidad que me dio Fossati. Creo que le pude demostrar que estaba preparado".
Debutó en la victoria celeste frente a Paraguay donde tuvo una muy buena actuación a pesar de que la primera pelota que llegó a su arco fue gol guaraní: "me quería matar. Terminó el primer tiempo y me fui al vestuario sin haber tocado una sola pelota y con un gol, que algunos pueden decir que fue culpa mía. No podía creer la mala suerte que había tenido. Los compañeros siempre vienen y te apoyan, pero yo estaba muy cerrado en lo mío. Me concentré mucho y pude salir al segundo tiempo como si en el primero no hubiera pasado nada. No fue fácil, pero sabía que no podía solucionar nada y si me ponía mal, iba a ser todavía peor para el equipo que, por suerte, había empatado. Pude dejar la cabeza fría y responder. La Copa América fue una gran experiencia. Ahora me siento mejor cuando entro a la cancha. Más maduro, ya no hay cucos que me entren. Tengo 21 años recién cumplidos y he jugado demasiado para la edad que tengo. Ojalá que la Copa América me haya abierto la puerta y pueda estar en la nueva convocatoria, pero sé que tengo que seguir haciendo méritos".
OMNIBUS. Se crió en el barrio Plaza Artigas, a unas siete cuadras del centro de Florida. Su familia está compuesta por su padre Mario, su madre Yanet y su hermano Mauro, tres años menor que él. Alternó la niñez entre el fútbol y la escuela N� 4, donde reconoce que era un buen alumno, aunque muy charlatán.
Comenzó a jugar al baby fútbol en Quilmes a los 5 años. Estuvo menos de un mes como número 5, pero influenciado por su padre, cambió para el arco. Mario, hoy ayudante técnico de Gerardo Pelusso en Danubio, también fue arquero y Sebastián recuerda verlo defendiendo a Miramar Misiones, a River y a Quilmes en Florida y a Palestino de Chuy en la Copa del Interior. Pero la carrera de su padre no siempre le dio alegrías al pequeño Sebastián, dado que el arquero debió emigrar en varias oportunidades. "Cuando estuvo en el Everton de Chile y luego en Bolivia, nosotros íbamos cada tres meses o él venía, lo bravo fue cuando estuvo un año jugando en China. Mi madre y mi hermano viajaron, pero yo no pude hacerlo por el fútbol. No lo vi por un año entero y eso es mucho tiempo. Lo extrañé mucho".
A los 8 años, Sebastián pasó de Quilmes al Atlético Florida, pero no terminó allí el baby fútbol porque a los 12 comenzó en la Octava de Nacional. Los tricolores lo habían visto defendiendo a la selección de Florida. "En mi casa me apoyaron, siempre que no fuera a dejar de estudiar. Por esos tiempos mi vida era muy sacrificada. Me levantaba a las 7:00 de la mañana y entraba al liceo a las 7:45. A las 11:30 aprovechaba un recreo para ir hasta el trabajo de mi madre, que quedaba a una cuadra, y comer allí. Salía del liceo a las 11:50 y a las 12:30 me tomaba el ómnibus para Montevideo. Cuando llegaba me estaban esperando para llevarme al cuartel donde entrenábamos. Para volver me tenía que tomar el ómnibus de las 19:00 horas, pero si lo perdía tenía que esperar el de las 21:00 y llegaba a casa a las 23:00. Los fines de semana me quedaba a dormir en lo del dirigente Diego Mattos. Estudiaba en el ómnibus y a pesar de todo nunca me fui a ninguna materia. Para peor, me robaron dos veces cerca de la terminal: una vez con una navaja y otra con un arma y yo tenía 13 años. Creo que mi familia se la jugó mucho con mi ida a Montevideo."
De a poco, de tanto ir y venir, el jovencito le fue tomando odio a los ómnibus. Y terminó mudándose para Montevideo. Vivía en el Parque Central e iba al liceo Santa María. Los viernes volvía a Florida, pero debía regresar los sábados de noche para jugar el domingo de mañana. Tenía sólo 13 años y extrañaba muchísimo. Además, no jugaba, entonces optó por volver a Florida. "Fue una buena decisión porque con solo 13 o 14 años jugué en la Primera de Atlético con hombres y eso me dio una gran experiencia y madurez. Además, me entrenaba mi padre. Cuando volví a Nacional estaba muy maduro. Ese año fue vital para mi carrera. Fue clave para madurar y por eso ahora juego con tanta tranquilidad a pesar de ser tan joven".
Suerte: le dan la papa en la boca
Hoy la familia Viera está separada por razones laborales. Mario, sus dos hijos y Jimena, la novia de Sebastián, viven en la capital, mientras que Yanet, la madre, sigue en Florida porque trabaja en la Dirección Técnica de la Mutualista Comef. Sebastián se divierte mucho cuando cuenta que tanto su padre, como su madre, trabajan en la dirección técnica.
Sebastián cursó hasta Sexto de liceo y no pudo seguir porque le cambiaban todos los días los horarios de las prácticas. Se anotó en un nocturno, pero estaba tan cansado que se dormía en clase y dejó. "Sé que nunca es tarde y en algún momento voy a retomar los estudios. Me gustaría ser instrumentista o realizar algún otro curso corto".
Su hermano Mauro, por su parte, estudia Ciencias Económicas y juega, obviamente de arquero, en Defensor Universitario.
Ambos se benefician con los consejos del padre. "De todo lo que me ha dicho mi padre, lo principal es que entrene todos los días y trabaje siempre con humildad. Creo que eso es lo principal porque si un jugador, porque anduvo bien el domingo se la cree o piensa que ya se lo ganó todo, se equivoca. En esto hay que rendir examen todos los días y el sacrificio en el trabajo es muy importante".
Jimena también es de Florida y la conoció hace un tiempo atrás "en la vuelta". Hace un año que están ennoviados. "Yo soy lo más rostrudo que hay. La ví en un club y me llamó la atención, porque es muy linda y fui a hablarle. Antes yo era medio mujeriego porque estaba solo, pero hoy los dos estamos muy bien juntos. Además, es chef recibida, de modo que no tengo problemas con la comida. (Se ríe) Llego y tengo todo pronto y muy rico. Lo que más me gusta son sus bifes a la portuguesa. Ahora está sin trabajo, así que aprovecho para decir que si alguien precisa un chef, que me llame". (Risas)